ACTUALIDAD
A TOQUE DE CAMPANAS*

En el prólogo de aquella primera edición de
1994 patrocinada por CONACULTA –y aprecio que se haya conservado en la presente
decorosa reimpresión--, digo que “La lectura de esta primera novela de Raúl
Antonio Cota proporcionará, seguramente, variados elementos de apoyo para
comprender mejor nuestra historia regional y, en algunos sentidos, para
explicar el pensamiento y el actuar humanos en términos más amplios.” Confirmo
lo dicho entonces cuatro lustros después.
En general, los centros jesuíticos
californianos tuvieron como denominador la lucha contra la adversidad del
ámbito geográfico, la escasez de agua, la dependencia casi por entero del
auxilio exterior y por ello las constantes hambres y penurias, el olvido de
algunos que habían prometido ayudar y el desdén de otros que podían hacerlo,
exploración de los territorios para la creación de nuevos núcleos de concentración
humana imprescindibles a la tarea evangelizadora y el desarrollo de cultivos y
ganados, las agotadoras idas y venidas de algunos religiosos al continente –en
ocasiones acompañados de aborígenes- para conseguir socorros y gestionar el cumplimiento de los ofrecidos;
el encuentro frecuentemente infortunado entre el programa misionero y los
hábitos seculares de una etnia indígena que había podido alcanzar verdadera y
delicada armonía con su morada natural y una identidad cultural antes de la
radicación europea permanente; las frecuentes epidemias, la soledad, el
sacerdote, una siempre corta cantidad de soldados, el reglamento y algunos
nativos para cumplirlo.
En panorama, la vida en cada cabecera
misional era como sigue: En la mañana se tocaba la campana y todos acudían a
rezar al templo, luego a desayunar y enseguida cada uno a su trabajo. Toque de
campaña otra vez entrada la mañana para la doctrina, primeras letras y canto
con los niños.
Al mediodía nuevos toques de campana; todos
hincados oraban y cantaban el Alabado; se repartía pozole a los trabajadores,
agregando algo de atole para ancianos y niños. Un descanso hasta más o menos
las dos de la tarde y cada quien continuaba su fajina.
Campana a las cinco y pasan los niños a
repetir la rutina: rezo, doctrina y Alabado.
Al anochecer, repique de campana y oración,
distribución de la cena y asistencia a la iglesia para el Rosario, las letanías
y el Alabado. A la salida se dirigían los hombres y las mujeres con su
respectivo instructor a la doctrina.
“Para quienes, como casi todos los indios
norteños, estaban habituados a una vida de libertad, sin preocupación para
realizar esto o aquello –se pregunta al respecto Miguel León-Portilla-, ¿qué
debió significar verse así sometidos, siempre a toque de campana, a consagrarse
a actividades específicas, rezos y devociones, horas fijas para comer, trabajos
determinados y más rezos y devociones, siempre a toque de campana? Admitiendo,
como admitimos, la mejor de las intenciones por parte de los misioneros, ¿no
cabe suponer fundadamente que el nuevo ritmo de vida impuesto a los indios
debió provocar en ellos más de un trauma cultural?”
Reitero que la novela de Raúl Antonio se
constituye en acercamiento preciso, minucioso a la vida cotidiana de los aborígenes
en la misión y en el vasto campo californiano, a través de un observador-participante
sensible y lúcido.
Al final del prólogo digo que si con Milan
Kundera reflexionamos en que el novelista, lejos del historiador o del profeta
es un explorador de la existencia, el autor de la novela que hoy comentamos, integrada
con especial merecimiento a la bibliografía californiana, estuvo guiado, sin
duda, por un empeñoso afán de indagación al que enriquecen su amenidad
narrativa, videncia poética y ejercicio imaginístico que con certeza apreciarán
ustedes cuando adquieran, primero, y posteriormente gocen a solas este texto
abundante de historia y literatura.
Así sea.
* Comentario en la
presentación del libro, el 23 de junio de 2015 en el Archivo Histórico de BCS. (Emc)
CRÓNICA
LE ENCONTRAMOS
DROGA A PABLO

- “Lamento
hacerlos venir; le encontramos droga a Pablo; lo tenemos que expulsar.”
Era un mensaje
bien intencionado, sin duda, pero el productor expresaba en él algunas
características preocupantes de la realidad.
Uno podía
imaginarse lo que seguía: El señor director, luego de estas palabras fatales,
se lavó las manos tranquilamente y despidió a los padres de Pablo que confiaron
en que éste había ingresado a una institución educativa donde podría continuar
sus estudios hacia un futuro promisorio.
Detengámonos a
ver el cinismo irresponsable del directivo escolar cuando, con una lamentación
a todas luces insincera, informa que al chico le fue hallada droga y sentencia: “Lo tenemos que expulsar.”
Es decir que, si
no le hubiese sido hallada, Pablo hubiera estado exento de problema.
Evidentemente lo tenía en cuanto consumidor o vendedor de droga, mas eso
carecía de interés para el funcionario, que se limitó a trasladar el drama del
joven y su familia a otra parte, afuera de los muros escolares, con aterradora
displicencia.
Fácil, ¿no? Se
supone que, a continuación, nadie iba a cuestionar al director acerca de las causas del descubrimiento del que
aparentemente se hallaba tan ajeno: Sencillamente “Le encontramos droga a
Pablo; lo tenemos que expulsar”, y ya.
¡Cuál fue la
advertencia subliminal de esta microhistoria televisiva? La de que el centro
educativo de que se trate (primaria, secundaria, preparatoria o de estudios
superiores) quedaba libre de asumir compromiso alguno respecto a sus alumnos en
lo que atañe a uno de los altos riesgos de la conducta juvenil como es la
adicción a las drogas. ¿Qué le parece?
Entonces los
señores directivos y profesores de tales centros educativos se limitarán a
lavarse las manos y desafanarse de la preocupación primordial que debería ser
la actuación de sus alumnos.
El problema de
la drogadicción alcanza ya índices alarmantes en Baja California Sur. ¿La
respuesta del director de la escuela de Pablo podrá dejar tranquilos a los
padres de familia que han confiado a determinadas instituciones la formación de
sus hijos?
En términos
educativos, nada de lo que ocurre a nuestros alumnos nos es completamente
ajeno, de tal manera que es una aberración pretender que la escuela (la
universidad, el colegio o lo que sea) quede liberada de su compromiso ético,
académico y social con decir “lo tenemos que expulsar”. Y santo remedio.
¿Qué se sigue de
ahí, trátese de escuelas particulares o públicas? Una demanda formal en la
Procuraduría Federal del Consumidor o en la agencia correspondiente del
ministerio público, que determinará la situación de cada uno de los
involucrados ante la ley.
Porque la
tragedia de Pablo atañe a todos, a más del muchacho: a sus padres, a los
profesores y al director de ese centro educativo, a las autoridades
gubernamentales, a la sociedad toda. Nadie puede pretender que está fuera del
problema, decir olímpicamente “lo tenemos que expulsar” y quedar tan campante.
Los problemas
derivados de la drogadicción y el consecuente narcotráfico (porque sin demanda decrece
la oferta), son efectos de causas más remotas y profundas. Y esas causas tienen
orígenes en factores fundamentales como la familia, el barrio, el estrato
social, las oportunidades y muchos más.
Encontrarle
droga a Pablo es, entonces, asunto menos sencillo de lo que parece.
Quizá al final
salgamos expulsados todos. (Emc)
ACTUALIDAD
CIEN AÑOS EN EL AIRE
LA FUERZA AÉREA MEXICANA

El 14 de abril del año siguiente, el
teniente piloto aviador Gustavo Adolfo Salinas Camiña y el mecánico naval
Teodoro Madariaga, en el biplano “Sonora” efectuaron el primer bombardeo aeronaval
en el mundo con el ataque al buque de guerra “Morelos”, que se enfrentaba al
cañonero “Tampico” frente al puerto de Topolobampo, Sinaloa, cuya tripulación
se había rebelado contra el usurpador Victoriano Huerta.
El jefe del ejército constitucionalista
Venustiano Carranza, al confirmar las enormes posibilidades de la aviación,
expidio el 5 de febrero de 1915 el acuerdo mediante el cual se creó el arma de
aviación militar, y designó como jefe de ésta al mayor piloto aviador Alberto
Salinas Carranza.
Personajes ilustres de la aviación
militar mexicana han sido, entre los primeros, los pilotos Emilio Carranza Rodríguez,
Pablo L. Sidar, Carlos Rovirosa, Antonio Cárdenas Rodríguez, Roberto Fierro
Villalobos y Arnulfo Cortés, éste último fundador de la primera Compañía Mexicana de Aviación
y creador del “Colegio del Aire”.
En mayo
de 1942, un submarino alemán hundió al petrolero mexicano “Potrero del Llano” y
nueve días después al “Faja de Oro”; por ello el presidente Manuel Ávila Camacho
declaró el estado de guerra en contra de las potencias del Eje. La fuerza aérea
expedicionaria mexicana, al mando de Antonio Cárdenas Rodríguez, partió enseguida
hacia el teatro de operaciones del Pacífico. Del 4 de junio al 4 de julio de
1945, el escuadrón “201” condujo 53 misiones de combate apoyando a las
fuerzas terrestres aliadas.
En 1961
dio inicio la era del jet en México, y con este tipo de aviones fueron creados
dos escuadrones de pelea. Actualmente la FAM está integrada por 19 bases, 8
estaciones y 23 escuadrones aéreos, encuadrados en cinco grupos, de forma que la
totalidad del territorio nacional se encuentra cubierto por esta fuerza armada,
mediante la llamada “ala fija” (aeroplanos) y “ala rotativa” (helicópteros),
asignados a operaciones del Ejército Mexicano contra el narcotráfico,
reconocimiento y transporte ligero, transporte de personal y pertrechos,
búsqueda y rescate de personal y material, transporte de carga, personal,
vehículos ligeros y como ambulancia durante la aplicación del plan DN-II-E (en
casos de desastres y auxilio a la población civil). Mención aparte merecen las
acciones de combate y extinción de incendios forestales, así como de alerta
temprana y control e intercepción de aeronaves ilícitas que se encuentren
realizando actividades de narcotráfico.
Como
reconocimiento a esta arma de defensa nacional, por decreto presidencial se
dispuso que el día 10 de febrero de cada año sea celebrado como el de la Fuerza
Aérea Mexicana.
LA BASE AÉREA
MILITAR DE LA PAZ, BCS
Desde
1941 la FAM destaco unidades operativas en el aeródromo de la capital
sudcaliforniana, aunque luego sus
terrenos fueron vendidos por el gobierno del distrito Sur a la compañía
algodonera y despepitadora para construir con esos fondos un aeropuerto de
mayor capacidad, lo que dificultó las actividades de la fuerza aérea para
establecerse en dicha plaza.
El 14 de noviembre de 1950, representantes de la secretaría de la
Defensa Nacional y de la Fuerza Aérea Mexicana tomaron posesión del campo
militar de aviación de esta plaza, a partir de cuya fecha se le conoció como Aeródromo
Militar, y fue su primer comandante el general Francisco Carrillo Torres.
En mayo de 1970, la secretaría
de Comunicaciones y Transportes entregó a la dirección de Aeropuertos y
Servicios Auxiliares (ASA) el nuevo aeropuerto internacional “General Márquez
de León”; quedó a cargo de su conservación y vigilancia la comandancia militar
del aeródromo.
El 5 noviembre de 1977, el antiguo
aeródromo militar fue convertido en Base Aérea Militar número 9 “General
Gustavo A. Salinas Camiña”, donde opera en la actualidad.
El
miércoles 10 de junio de 2015 fue
fijado en el muro principal del Congreso sudcaliforniano el texto “Centenario
de la Fuerza Aérea Mexicana” mediante una ceremonia acordada en reconocimiento
a los servicios de los soldados del aire en México y Baja California Sur.
(Imagen:
Ataque del biplano Sonora, por Cecilia Lazzeri)
DOCUMENTO HUÉSPED
MANIFIESTO A LOS HABITANTES DEL DISTRITO
SUR DE LA BAJA CALIFORNIA
o
PLAN DE LAS PLAYITAS

Ésta, hija de la
deshonra engendrada por el militarismo, ha venido a colocar a nuestra patria en
el punto más vergonzoso que pudiera atribuirse a una república ante las demás
naciones civilizadas, sacrificando infamemente, después del buen nombre de
aquélla, millares de víctimas hermanas.
Tal es nuestra
situación, por manera que de esa traición incalificable han surgido los
pretendidos gobernantes que actualmente imponen a su arbitrio sus despóticos
mandatos, usurpando las instituciones y derechos de toda una nación. Así es que
los buenos mexicanos, en quienes radique incólume el amor a la patria y el
respeto a las leyes que nos legaron los Constituyentes, no debemos permanecer
como simples espectadores de aquella acción atentatoria.
La Baja
California, y especialmente el distrito Sur en que habitamos, jamás ha sido
indiferente a la por mil títulos censurable conducta del ejército, corrompido
traidoramente por el sobrino del dictador, por Félix Díaz; pero las
circunstancias especiales a que ha estado sujeta por la carencia casi absoluta
de elementos para aprestarse a rechazar la imposición del mal gobierno y
hacerse escuchar de los jefes del ejército, no permitía organizar medianamente
siquiera, el movimiento a que hoy nos lanzamos con fe inquebrantable en Dios y
en la justicia de nuestra causa, esperando su triunfo.
Así pues,
llevando por norma el cumplimiento del deber bajo todos conceptos y propuestos
a cooperar a la restauración de nuestros principios democráticos, hoy
atentatoriamente mancillados por los usurpadores, convocamos a todos los
habitantes del distrito a quienes no tenga fascinados con su aliento el áspid
del cientificismo porfiriano, a unirse a nosotros con sus elementos para
reforzar cada día más al Ejército
Restaurador Constitucionalista, y así unidos contribuir a la obra de
restauración constitucional encabezada por los dignos y pundonorosos
gobernadores de los estados libres y soberanos de Sonora y Coahuila, así como a
las demás entidades que han secundado sus patrióticos procedimientos.
Al efecto,
interpretando el sentimiento general de los habitantes de este girón apartado
de la República, declaramos a nombre de los mismos: que nos adherimos,
adoptamos y sostendremos por medio de las armas el plan expedido en la hacienda
de Guadalupe, estado de Coahuila, el 26 de marzo del corriente año, suscrito
por todos los jefes y oficiales que militan bajo las órdenes del ciudadano
Venustiano Carranza, jefe del Movimiento Restaurador del Orden constitucional
en la República.
Dicho plan dice
en lo conducente: 1o. Se desconoce al general Victoriano Huerta como presidente
de la República. 2o. Se desconocen también los poderes legislativo y judicial
de la Federación. 3o. Se desconoce a los gobiernos de los estados que aún
reconozcan a la actual administración treinta días después de la publicación de
este plan. 4o. Para la organización del ejército encargado de hacer cumplir
nuestros propósitos nombramos como primer jefe del ejército, que se denominará
“Constitucionalista”, al ciudadano Venustiano Carranza, gobernador del estado
de Coahuila. 5o. Al ocupar el Ejército Constitucionalista la ciudad de México,
se encargará interinamente del poder ejecutivo el ciudadano Venustiano
Carranza, primer jefe del ejército, o quien lo hubiere sustituido en el mando.
6o. El presidente interino de la República convocará a elecciones generales tan
luego como se haya consolidado la paz, entregando el poder al ciudadano que
hubiere sido electo. 7o. El ciudadano que funja como primer jefe del Ejército
Constitucionalista, en los estados cuyos gobiernos hubieren reconocido al de
Huerta, asumirá el cargo de gobernador provisional y convocará a elecciones
locales después de que hayan tomado posesión de sus cargos los ciudadanos que hubieren
sido electos para desempeñar los altos poderes de la Federación, como lo
previene la base anterior.
Firmado en
Playitas de la Concepción, municipalidad de La Paz, distrito Sur de la Baja
California, el 20 de junio de 1913.
Por la Junta
Revolucionaria de la Baja California:
El presidente,
Félix Ortega. El secretario, Simón E. Cota.
ACTUALIDAD
APLICAR ESTAÑO DE
NUEVO

Luego del
recuento de daños deberemos concentrarnos en aliviar las heridas infligidas y
procurar su cicatrización en el periodo más breve posible, porque es preciso
volver a la normalidad y retomar las acciones del desarrollo común que
suspendió la lucha por el poder, desprovistos de sentimientos negativos y
actitudes revanchistas que sólo crearían un entorno de perseguidores y
perseguidos que ya sufrió lamentablemente la comunidad estatal en los primeros
años de este siglo.
En el nuevo
clima social tendrá que concurrir preponderantemente la política de verdad, a
secas y sin adjetivos, que es acuerdo, convenio, tolerancia, que establece, por
su propia naturaleza, las condiciones para el entendimiento que de ningún modo obliga
a la coincidencia, pero sí al arreglo en la diversidad y en el orden.
En los mismos
términos de política, los ganadores deben entender que si en su elección hubo
mayoría, en ningún caso se dio la totalidad de voluntades; es decir que frente
a las acciones de gobierno estará un segmento de la población interesado en opinar,
señalar desviaciones, omisiones y errores.
Desde sus posiciones,
las oposiciones deberán estar tomando desde hoy las providencias que les
corresponden en el concierto comunitario y que el derecho les concede para
sumarse o rechazar todo aquello derivado de las determinaciones que tome la
gente instalada en el mando.
Cuando los
trastos de peltre reciben golpes se producen en ellos abolladuras y oxidaciones
donde se pierden partes de la cubierta hecha con aleación principalmente de
estaño. En el transcurso de su ya larga historia, la colectividad de BCS ha
sido dañada severamente algunas veces y ha debido aplicarse, como a los trastos
de peltre, el estaño necesario.
Es indispensable
ahora, pues, y de inmediato, restañar las nuevas heridas.
CRÓNICA HUÉSPED
BREVE HISTORIA DEL
BIROTE
Por Rosa Chávez Cárdenas
(Nota del administrador) El birote es un producto
elaborado con harina de trigo, horneado del tipo denominado “blanco” (sin
dulce), y con ese nombre se le conoce en la panadería de Baja California Sur
desde tiempo inmemorial. Es de origen tapatío y fue adoptado con gran placer
por el gusto de los sudcalifornianos, aunque la inmigración desde otras partes
de México ha ido imponiendo la designación de “bolillo”. Sin embargo, ese fruto
de los hornos regionales sigue siendo birote para muchas personas. El texto que
transcribimos a continuación fue tomado de informador.com.mx, sección Opinión, del 18 de agosto de 2013.

No se puede decir que la ciudadanía recibió a los franceses con alegría, pero sí con tranquilidad, porque en los meses anteriores la ciudad había cambiado de mando varias veces y cuando la ocupaban los liberales mataban a muchos tapatíos conservadores y posteriormente, cuando la ocupaban los conservadores, hacían lo mismo con los liberales.
El general francés aprovechó la tranquilidad de la población para ganarse su confianza, siguiendo instrucciones del emperador que le pidió enseñarles a los tapatíos los oficios que ellos sabían, de acuerdo con los conocimientos de la tropa, como la fabricación de muebles, clases de música y la elaboración de pan.
El sargento cocinero de apellido Pirotte, fue el encargado de enseñarles la manera de elaborar el pan. Sin embargo, como las clases se llevaban a cabo en los cuarteles del invasor, no acudían muchos alumnos con el temor de que sus conocidos los consideraran traidores.
Para atraer más alumnado rentaron un local en la Avenida Vallarta, cerca del Parque Revolución que en aquella época quedaba en la periferia de la ciudad.
En este lugar se incrementó el alumnado, pero el inconveniente era que no encontraban la “levadura” para elaborar el pan; entonces Pirotte hizo varias pruebas con la misma masa con la que elaboraba el pan, la dejaba podrir, sin saber que al echarse a perder se fermentaba, de esta manera encontró la fórmula de la levadura que se utiliza para leudar [fermentar] el pan.
Aparte de las clases, tenían a la venta el pan. Pirotte se hizo muy popular, ya que —por órdenes del comandante— el pan que no se vendía después de 48 horas lo regalaban a la población. En esa época había tanta pobreza que al enterarse que regalaban el pan las filas eran enormes.
No se tiene la fecha de cuándo al pan se le llamó “birote”; sin embargo, se menciona que entre ellos (la gente) se preguntaban: “¿A dónde vas?”. Respondían: “Al pan con Pirote” (se pronuncia Pirot); al no poder pronunciarlo terminó en “Birote”.
Cuando terminó la guerra, después del fusilamiento de Maximiliano, por la labor que había realizado el sargento Pirotte —al igual que otros prisioneros a los que dejaron libres—, le ofrecieron quedarse en México o irse a Veracruz para regresar a su patria, una especie de indulto.
Pirotte optó por otra posibilidad, irse al puerto de San Gerónimo en el Pacífico, ya que tenía información de que un barco belga hacía el recorrido Amberes San Francisco y pasaría por el puerto (lo que hoy es Lázaro Cárdenas), para que abordaran los ex soldados imperiales.
Sin embargo, el barco nunca llegó y Pirotte desalentado regresó a Guadalajara para casarse con su antigua novia, una tapatía de apellido García [...]”
ACTUALIDAD
COMICIOS Y DESERTORES

Dejar de votar es conducta de alguien que abandona casi impunemente la
realización de una tarea sencilla pero importante que le demanda su grupo
social; del que huye, sin más, dejando íntegramente al resto de sus semejantes
el encargo de determinar asuntos en los que tiene el compromiso de dar su
parecer.
La inhibición de votar constituye una flagrante defección, renuncia
irresponsable al ejercicio de una conquista que ha costado grande y prolongado
esfuerzo obtener, mantener e incrementar.
El ausentismo comicial es indiferencia, apatía, pereza, negligencia,
importapoquismo y falta de conciencia civil.
Porque falto de conciencia civil es, sin duda, quien asume todo ello
frente a las normas de observancia obligatoria, como es la de emitir la
voluntad personal mediante el voto, a que obligan la Constitución mexicana
y la ley electoral de Sudcalifornia.
Importante también es saber que una votación abundante limita de modo
considerable las intenciones del fraude electoral.
Los sudcalifornianos oriundos que no votan cometen un acto indudable de
traición a su tierra.
En igual caso, los avecindados hacen un gesto de reprochable deslealtad
a su suelo adoptivo.
Es de esperarse, entonces, que nadie dé muestra de infidelidad
ciudadana en tal sentido. Y vote.
CRÓNICA HUÉSPED
ACTUALIDAD DE
ORTEGA EN LA SUDCALIFORNIDAD*
Por Francisco Javier
Carballo.

No lo decimos
porque sí. El Ortega histórico, que en realidad presenta numerosas facetas
significativas, se distinguió –y eso es lo que interesa en las horas de
confusión que vivimos- por demostrar que el hombre de esta tierra es capaz de
llevar a cabo su tarea sin ninguna ayuda foránea y en medio de las más variadas
dificultades; a diferencia de lo que sucediera después, en los años del “gran
aislamiento” (de 1920 a 1965), que son los de una constante actitud plañidera
que desemboca en aquello de : “dame una mano, hermano, hombre de México”; dicho
esto por boca extraña y sin levantar la más leve protesta de inconformidad.
Contrastando con
el gobierno de sus antecesores, reaccionarios y revolucionarios, que se
dedicaron casi exclusivamente a combatir a sus enemigos, el de Ortega surge
como una novedad sólo equiparable, entonces, al del general Salvador Alvarado
en Yucatán, que también se inclina por una política de reformas prácticas que
merecieron la atención de sus contemporáneos.
La
administración convencionista de Ortega en 1915, no obstante que se ve obligada
a combatir a sus enemigos de adentro y de afuera, enfrentando conspiraciones y
rebeliones, se entrega desde sus comienzos a la realización de obras materiales
y a dictar medidas que procuran sanear e impulsar la economía de la zona en
previsión de que la guerra se prolongue y contemplando la posibilidad de que el
Distrito Sur de la Baja California se baste a sí mismo y pueda ser erigido en
estado libre y soberano.
“¡Cuán
orgullosos nos sentiríamos los sudcalifornianos –dice Ortega en esas fechas,
hablando de sus planes en ejecución- de haber llegado a tal altura con nuestros
propios esfuerzos y tras una dura prueba!”
Mejoramiento de
la agricultura, protección de la ganadería, orden en el sistema monetario,
control de productos básicos y de consumo popular, exportaciones al extranjero,
educación democrática en las escuelas, seguridad y eficacia en el transporte
marítimo, combate a la carestía, etc., son renglones sobresalientes, entre
otros, de su acción gubernativa, verdaderamente singular, al grado de que se
adelanta más de setenta años, en estos propósitos, a los gobernantes actuales.
Por demás está
decir que un cuartelazo truncó en su raíz tal política y que poco después,
alrededor de 1920, se inicia ese “aislamiento” y descenso económico que se
alarga por decenios hasta 1965, y aun en esa coyuntura Ortega prevé lo que
también habría de ocurrir y que sería reiterado en el discurso de la
posteridad: “El movimiento revolucionario
no ha terminado, ni terminará hasta que se purifiquen los ideales, y las
aspiraciones se cristalicen en un solo deseo: el triunfo de la causa del
pueblo.”
¿No se repite
todavía lo mismo, al cabo de catorce lustros?
Su lenguaje y la
intención de su obra revolucionaria siguen vigentes, y de ahí que, a pesar de
sus descalabros y de los hechos que pretenden minimizar a su figura, se le vea
presente y actuante dentro de la Sudcalifornidad, que tanto preocupa a propios
y extraños, sobre todo ahora que empieza a ser batida en todos los frentes sin
ninguna contemplación.
Por ello, quien
fuera jefe constitucionalista decidido a realizar la revolución con gente de su
pueblo, puesto que sólo pidió a los correligionarios de Sonora que lo ayudaran
con armas y municiones (que nunca le llegaron); quien fue general brigadier
convencionista del Distrito Sur, con un programa de avanzada, continúa siendo
válido por su visión y sus arrestos, en el contexto amenazado de Baja
California Sur.
* Publicado en 1986.
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