EL ENCUENTRO DE DOS MUNDOS EN LAS CALIFORNIAS
VISIÓN CALIFORNIANA DE CORTÉS*
Por Eligio
Moisés Coronado,
cronista de las Californias.

Pero
la llegada de don Hernán a California aquel 3 de mayo de 1535 en que tomó
posesión del puerto y bahía de Santa Cruz, hoy La Paz, no tuvo un sólo
ingrediente negativo, y sí varios provechosos: fue trazado el primer mapa de
esta tierra, que a partir de entonces comenzó a recibir el nombre de
“California”, y pasó a formar parte de la historia, la geografía y la cultura
universales.
Esto
último es generalmente sabido, pero lo primero hay que demostrarlo:
En el libro de Mariano González Leal titulado Juan de Jasso, el Viejo, que consta de
325 páginas y está dividido en cuatro partes, la tercera transcribe testimonios
documentales sobre este personaje, uno de los capitanes de Cortés que lo acompañó
en su viaje a California.
En uno de dichos
papeles pueden leerse las órdenes que dio el conquistador a Jasso el domingo 18
de julio del propio 1535, cuando éste se dirigía a comandar la cuarta
exploración de la región aledaña a La Paz para, como las precedentes, conocer
su gente y las características de la tierra recién descubierta por ellos con el
propósito de establecer aquí una colonia permanente, “en el servicio de Dios y
el acrecentamiento del patrimonio real y la utilidad y provecho de los
conquistadores y pobladores.”
En las partes
medulares, el texto dice:
“Trabajaréis
por todas las formas que pudieres, de saber qué gente habita en aquella parte y
la calidad de ella y todas las otras particularidades, teniendo toda buena maña
y sufrimiento para que los naturales no se escandalicen ni se les haga daño ni disgusto
alguno, pues habremos de ir a vivir entre ellos y socorrernos de la necesidad
que al presente tenemos, y en esto os encargo mucho que tengáis muy especial
cuidado y vigilancia, avisando de ello a todos los de vuestra compañía y
apercibiéndolos de que serán castigados los que otra cosa hicieren.”
Enseguida
añade que “luego de que hayáis hallado tal tierra que os parezca y satisfagáis
que podemos ir a ella, volveréis..., habiendo dado a los naturales, mayormente
a los principales, los regalos que lleváis, y trabajando en dejarles con el más
contentamiento que fuere posible...”
Dispone
que “si topares alguna gente de los naturales de la tierra, ahora en poca
cantidad, ahora en mucha, ahora en pueblo o ranchería o fuera de ella,
trabajaréis por todas las formas que pudieres, en darles a entender que no vais
a enojarlos y a hacer daño ni perjuicio alguno, sino que vais a ver la tierra y
a buscar bastimentos, y que si los hallares se los pagaréis de los regalos que
lleváis...”
Y
reitera: “no consentiréis que ninguno de los de vuestra compañía los enoje en
persona ni en bienes, y si alguno sin vuestra licencia se desmandara, lo
castigaréis con toda rigurosidad en presencia de los naturales, y les daréis a
entender que por el enojo que les hicieron los castigáis.”
Sin
embargo, recomienda que, en caso de que los nativos provoquen pelea, los
españoles se defiendan, pero que se procure que las mujeres y los niños no
sufran daño alguno, y se evite la rapiña, “porque muchas veces suele acaecer
que la gente de guerra, movida con codicia..., se ocupa en el despojo; los
apercibiréis de que ninguno tome cosa [alguna], y esto habéis de amonestar con
mucha insistencia y castigarlo con mucha rigurosidad.”
De
todos modos aconseja ser desconfiados pues “como esta gente son bárbaros de
poca verdad, no conocen a Dios, suelen fingir amistad y debajo de ella hacer
muchos engaños.” No obstante, ordena conseguir guías entre los aborígenes, a
los que deberá darse buen tratamiento.
En
otros párrafos que siguen insiste en que “no consentiréis que se les tome cosa
alguna contra su voluntad..., y si algo os dieren se lo pagaréis de lo que
lleváis, de manera que queden contentos, y trabajad en no venir en rompimiento
con ellos.”
De
manera que el Hernán Cortés que vino a California llegó con al menos dieciséis
años de experiencia personal, tortuosa en varios casos, en su trato con
indígenas, que en esta nueva empresa le indicaron el camino de la concordia
para obtener frutos más convenientes a sus empeños.
Tal
visión del conquistador legitima el que el mar interior peninsular lleve
también su nombre, y lo mismo podría sugerirse para otras formas de
reconocimiento a un personaje fundamental del pasado californiano.
Y sería
tal vez buena manera de intentar reconciliar al indio y al español que todavía
luchan en el interior de nuestra sangre, integrada --aunque ello aún no sea
cabalmente admitido-- por la de ambos.
* Segunda de 5 partes de la ponencia presentada al XL Congreso Nacional de Cronistas Mexicanos y I Internacional de la Crónica, del 2 al 8 de septiembre de 2017 en Cancún, Q Roo. El texto in extenso aparecerá en el vol. II de la memoria respectiva.
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