VÍVELO PARA CREERLO

ACTUALIDAD

BUENA NOTICIA PARA BCS

Excelente disposición ha emitido en beneficio de los sudcalifornianos el presidente Enrique Peña Nieto, a través de la secretaría de Hacienda y Crédito Público, mediante el decreto del jueves 26 de marzo anterior, que amplía los “beneficios fiscales a los contribuyentes de las zonas afectadas [...] por la lluvias severas durante septiembre de 2014, publicado el 19 de septiembre” del mismo año.
   El acuerdo presidencial considera previamente que “los trabajos de rehabilitación y construcción de infraestructura que se llevan a cabo en las zonas afectadas de Baja California Sur se encuentran en una etapa muy avanzada para concluir el proceso de recuperación de los activos afectados, por lo que el gobierno federal [...] estima conveniente ampliar por última vez el plazo por el que se autorizó la deducción inmediata de las inversiones efectuadas en las mencionadas zonas al 30 de junio de 2015.”
   La ampliación se halla contenida en la reforma al artículo tercero de este documento publicado en el “Diario oficial de la Federación”, cuya nueva redacción dice que:
   “Se otorga un estímulo fiscal a los contribuyentes que tengan su domicilio fiscal, agencia, sucursal o cualquier otro establecimiento, en las zonas afectadas [por el huracán Odile], consistente en deducir de forma inmediata las inversiones efectuadas en bienes nuevos de activo fijo que realicen en dichas zonas afectadas, durante el periodo comprendido entre el 15 de septiembre de 2014 y el 30 de junio de 2015, en los ejercicios en los que se adquirieron dichos bienes, aplicando la tasa de 100 por ciento sobre el monto original de la inversión, siempre que dichos activos fijos se utilicen exclusiva y permanentemente en las mencionadas zonas.”
   Lo anterior significa, lisa y llanamente, que todos aquellos bienes que hayan sido o sean adquiridos en dichas zonas afectadas de BCS tendrán deducibilidad total de impuestos respecto a lo que se pagó a partir del 15 de septiembre pasado, o se pague por ellos hasta el término de junio próximo.
   Ello evidencia nuevamente el interés del ejecutivo federal por la reactivación de la economía de los sudcalifornianos, en particular para atenuar los graves perjuicios que produjo Odile a su paso por esta entidad.
   Buena noticia, sin duda, que repercutirá de forma significativa en la vida económica regional.

CRÓNICA HUÉSPED

SOY UN AMERICANO QUE AMA Y RESPETA A MÉXICO

Por Miguel Mathes*

Me conmueve sobremanera ser objeto del inmenso honor de ser condecorado por el gobierno de México, que muy dignamente preside el señor licenciado Miguel de la Madrid, y en un lugar como Tlatelolco, donde se conjugan elementos expresivos, tanto del glorioso pasado como de la magnífica nación presente, y de una manera también muy especial al hecho de estar en este edificio que albergó al Colegio de la Santa Cruz, fundado precisamente hace 450 años, el cual ha sido objeto de mi interés y estudio.
   Soy el menos indicado para opinar si merezco tal distinción. Si se me impone por las investigaciones históricas y los libros que he escrito, todos ellos sobre este gran país, seguramente podría decirse que se debe más a la bondad y gentileza de los queridos amigos mexicanos que a mis verdaderos méritos. Pero si esta condecoración se me otorga por mi amor a México, por la manera en que me he arraigado en esta tierra, por el gozo que me causa conocerla; si se debe a los fuertes lazos que me unen con ella, me permito decir que pocas veces ha sido tan justamente concedido este galardón.
   Mis estrechos vínculos con México se remontan a mi infancia, cuando hice mis primeros viajes a este país. Eran largas travesías desde la Alta a la Baja California, en medio de paisajes transitados otrora por los personajes que después habría de estudiar con tanto gusto y pasión.
   Entré a México por la puerta de la península californiana, cuya gente, serranías, costas y valles fueron un espléndido inicio de lo que me toparía con posterioridad en el resto del país.
   Desde que tuve edad para viajar sin la tutela paterna o la de mi madrina, aquella querida dama nacida en San José del Cabo, mis correrías traspusieron la península, adentrándose en el “macizo” continental, pudiendo comprobar y reafirmar lo que ya me anunciaba: la esencia maravillosa y cálida de esta tierra y sus habitantes.
   Ha sido la mía una permanente trashumancia por la República. Desde Tijuana hasta Chetumal y del Bravo al Suchiate he estado en casi todas partes. He conocido y entablado amistad con mexicanos de todo tipo. Por ello me indigna que a este México nuestro no se le califique ahora con toda su grandeza. Quien incurre en ello demuestra su ignorancia crasa.
   Lo hago ahora y lo he hecho siempre: exhortar a quien vitupera a México y a los mexicanos, a que conozca este país, seguro como estoy de que si lo hace con buena disposición es imposible que no se enamore de sus más altos valores y se comprometa con ellos.
   Lo afirma un nativo de la Alta California, un historiador que, con todo rigor, no hace afirmaciones en falso. Me baso en cuarenta años de recorrer la República en todo tipo de locomoción, inclusive a pie, de los cuales no guardo sino felices recuerdos de lugares y personas: estrechas, estrechísimas amistades y una riqueza afectiva inconmensurable.
   Lo mismo ha ocurrido con el mundo académico mexicano donde no he encontrado más que atenciones y la mayor camaradería. Muestra evidente de que, cuando los hombres tienen buena voluntad y poseen buenos sentimientos, las fronteras pierden importancia y se convierten más en puentes que en barrancos.
   Con orgullo puedo decir que mis amigos verdaderos, los que son realmente entrañables, son precisamente algunos colegas mexicanos [...]
    Pertenezco a esa clase de estadounidenses que respetan a México y lo quieren por lo que ha sido y por todo lo que es, con la seguridad de que los actuales contratiempos no lograrán impedirle alcanzar el destino que merece.
   Con todo mi corazón, al gobierno de México, a su presidente y a su pueblo, mi mayor agradecimiento por este momento tan emocionante. No olvidaré su significado ni la alta responsabilidad que implica.
   Hoy, que me siento más mexicano que nunca, asumo el compromiso de no defraudar a quienes me han considerado merecedor de esta muestra de confianza y distinción.


* En el acto en que le fue impuesta la condecoración del Águila Azteca -que se otorga a extranjeros que han prestado servicios excepcionales a México-, el 17 de marzo de 1986.