ACTUALIDAD
BUENA NOTICIA PARA BCS

El acuerdo presidencial considera
previamente que “los trabajos de rehabilitación y construcción de
infraestructura que se llevan a cabo en las zonas afectadas de Baja California
Sur se encuentran en una etapa muy avanzada para concluir el proceso de
recuperación de los activos afectados, por lo que el gobierno federal [...]
estima conveniente ampliar por última vez el plazo por el que se autorizó la
deducción inmediata de las inversiones efectuadas en las mencionadas zonas al
30 de junio de 2015.”
La ampliación se halla contenida en la
reforma al artículo tercero de este documento publicado en el “Diario oficial de la Federación”, cuya
nueva redacción dice que:
“Se otorga un estímulo fiscal a los
contribuyentes que tengan su domicilio fiscal, agencia, sucursal o cualquier
otro establecimiento, en las zonas afectadas [por el huracán Odile], consistente en deducir de forma
inmediata las inversiones efectuadas en bienes nuevos de activo fijo que
realicen en dichas zonas afectadas, durante el periodo comprendido entre el 15
de septiembre de 2014 y el 30 de junio de 2015, en los ejercicios en los que se
adquirieron dichos bienes, aplicando la tasa de 100 por ciento sobre el monto
original de la inversión, siempre que dichos activos fijos se utilicen
exclusiva y permanentemente en las mencionadas zonas.”
Lo anterior significa, lisa y llanamente,
que todos aquellos bienes que hayan sido o sean adquiridos en dichas zonas
afectadas de BCS tendrán deducibilidad total de impuestos respecto a lo que se
pagó a partir del 15 de septiembre pasado, o se pague por ellos hasta el
término de junio próximo.
Ello evidencia nuevamente el interés del
ejecutivo federal por la reactivación de la economía de los sudcalifornianos,
en particular para atenuar los graves perjuicios que produjo Odile a su paso por esta entidad.
Buena noticia, sin duda, que repercutirá de
forma significativa en la vida económica regional.
CRÓNICA HUÉSPED
SOY UN AMERICANO
QUE AMA Y RESPETA A MÉXICO
Por Miguel Mathes*

Soy el menos
indicado para opinar si merezco tal distinción. Si se me impone por las
investigaciones históricas y los libros que he escrito, todos ellos sobre este
gran país, seguramente podría decirse que se debe más a la bondad y gentileza
de los queridos amigos mexicanos que a mis verdaderos méritos. Pero si esta
condecoración se me otorga por mi amor a México, por la manera en que me he
arraigado en esta tierra, por el gozo que me causa conocerla; si se debe a los
fuertes lazos que me unen con ella, me permito decir que pocas veces ha sido
tan justamente concedido este galardón.
Mis estrechos
vínculos con México se remontan a mi infancia, cuando hice mis primeros viajes
a este país. Eran largas travesías desde la Alta a la Baja California, en medio
de paisajes transitados otrora por los personajes que después habría de
estudiar con tanto gusto y pasión.
Entré a México
por la puerta de la península californiana, cuya gente, serranías, costas y
valles fueron un espléndido inicio de lo que me toparía con posterioridad en el
resto del país.
Desde que tuve
edad para viajar sin la tutela paterna o la de mi madrina, aquella querida dama
nacida en San José del Cabo, mis correrías traspusieron la península,
adentrándose en el “macizo” continental, pudiendo comprobar y reafirmar lo que
ya me anunciaba: la esencia maravillosa y cálida de esta tierra y sus
habitantes.
Ha sido la mía
una permanente trashumancia por la República. Desde Tijuana hasta Chetumal y
del Bravo al Suchiate he estado en casi todas partes. He conocido y entablado
amistad con mexicanos de todo tipo. Por ello me indigna que a este México
nuestro no se le califique ahora con toda su grandeza. Quien incurre en ello
demuestra su ignorancia crasa.
Lo hago ahora y
lo he hecho siempre: exhortar a quien vitupera a México y a los mexicanos, a
que conozca este país, seguro como estoy de que si lo hace con buena
disposición es imposible que no se enamore de sus más altos valores y se comprometa
con ellos.
Lo afirma un
nativo de la Alta California, un historiador que, con todo rigor, no hace
afirmaciones en falso. Me baso en cuarenta años de recorrer la República en
todo tipo de locomoción, inclusive a pie, de los cuales no guardo sino felices
recuerdos de lugares y personas: estrechas, estrechísimas amistades y una
riqueza afectiva inconmensurable.
Lo mismo ha
ocurrido con el mundo académico mexicano donde no he encontrado más que
atenciones y la mayor camaradería. Muestra evidente de que, cuando los hombres
tienen buena voluntad y poseen buenos sentimientos, las fronteras pierden
importancia y se convierten más en puentes que en barrancos.
Con orgullo
puedo decir que mis amigos verdaderos, los que son realmente entrañables, son
precisamente algunos colegas mexicanos [...]
Pertenezco a
esa clase de estadounidenses que respetan a México y lo quieren por lo que ha
sido y por todo lo que es, con la seguridad de que los actuales contratiempos
no lograrán impedirle alcanzar el destino que merece.
Con todo mi
corazón, al gobierno de México, a su presidente y a su pueblo, mi mayor
agradecimiento por este momento tan emocionante. No olvidaré su significado ni
la alta responsabilidad que implica.
Hoy, que me
siento más mexicano que nunca, asumo el compromiso de no defraudar a quienes me
han considerado merecedor de esta muestra de confianza y distinción.
* En el acto en que le fue impuesta la condecoración del Águila Azteca -que se otorga a extranjeros
que han prestado servicios excepcionales a México-, el 17 de marzo de 1986.
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