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ACTUALIDAD

¿Y LAS CAUSAS DEL TERRORISMO?

El terrorismo está de moda, como en sus tiempos estuvieron todos los “ismos” que en el mundo han sido.

         Y que nadie piense, incluso en nuestro país, que en nada le atañe el fenómeno. De alguna manera, enorme o pequeña, a cada uno sin excepción nos afecta.

         Por su parte, los norteamericanos, como a todo lo que significa peligro contra su hegemonía universal y seguridad interior, han apuntado sus cañones al terrorismo a sabiendas de que es, hasta donde puede verse, inextinguible, por las causas que lo promueven y las pasiones que le dan fuerza.

         A los estadounidenses, formados en un rígido pragmatismo de origen judaico en el que sustentan su prosperidad, y en un fundamentalismo calvinista que avala su certidumbre de ser hijos predilectos de la divinidad, les disgusta mirar hacia atrás.

         Por ejemplo, les desagradan los inmigrantes a pesar de que los primeros pobladores y los padres de esa patria fueron inmigrantes e indocumentados.

         Contrariamente a los pueblos latinos, que basan su existencia en las raíces que los constituyeron, y ven permanentemente hacia el pasado (aunque sólo a veces para valorar lo que tienen y lo que pretenden ser), los anglosajones (y con ellos, por conveniente emulación, las etnias que se han integrado a la población de los Estados Unidos) ven a la historia sin su sentido aleccionador y prefieren tener la atención y el interés fijos en el ahora y el porvenir, sin concesiones.

         La diferencia, dice Carlos Fuentes (cito de memoria), es que aquéllos viven hacia el pretérito y éstos hacia el futuro; por ello no pueden entenderse y sus niveles de desarrollo son tan disímiles.

         Ésta es actitud que explica su fanática proclividad a enfrentar los efectos (que se hallan en el presente), generalmente mediante la fuerza que poseen, y no las causas (cuya aclaración se encuentra en el pasado), que requieren un imprescindible ejercicio de análisis inteligente. En una parte de su último informe presidencial, el 12 de enero de 2016, Barack Obama expresó “En vez de subsidiar el pasado, tenemos que invertir en el futuro.”

         Son incapaces de entender que, si son “los buenos” (dijo Bush), alguien quiera hacerles daño; no intentan siquiera comprender las razones que conducen a los otros a adoptar su comportamiento adversario. Son “los malos” y se acabó.

         ¿Se pusieron a pensar, digamos, en las razones que tuvieron algunos pueblos para permitir y aun propiciar el establecimiento del comunismo (del que finalmente se pudieron sacudir, salvo los cubanos hasta el día de hoy)? ¿Fueron capaces de reflexionar y concluir en que su desmedida y feroz expansión económica era el origen de la pobreza creciente de esos países cuyos recursos naturales y mano de obra sobre explotó al amparo de la corrupción colaboracionista de sus gobernantes?

         ¿Están en condiciones de comprender, por ventura, su responsabilidad histórica en el conflicto árabe-israelí, de muchos modos motor del terrorismo que violó su invulnerabilidad aquel desgraciado 11 de septiembre? ¿En la entronización de tiranos como Sadam Husseim y en el enriquecimiento depredador de Osama Bin Laden, por mencionar sólo dos casos relevantes?

         Sin buscar y afrontar las causas del mal se actúa a ciegas contra él; un ejemplo de ello es que, para contener la agresión criminal de estudiantes contra sus profesores, la única idea que les pasó por la mente fue armar a los docentes.

         Parece verdad de Perogrullo pero es lo que ocurre, evidentemente. Se requiere, entonces, indagar en los factores que lo generan y hacer acopio de valor para asumir el diagnóstico, porque sin ello la solución es inviable.

         Hace falta asimismo hurgar en las motivaciones personales, culturales, ideológicas, religiosas, sociales e históricas de los terroristas. No para justificarlos –que el terrorismo carece de justificación alguna- sino para entenderlos y enfrentarlos con alguna probabilidad de victoria.

         Cabe preguntar: En condiciones diferentes, ¿el terrorista preferiría serlo, sin embargo?

         Hay muchas preguntas como éstas que pueden y deben hacerse al respecto, mas parece que su mentalidad colectiva les niega facultad e interés para llevar a cabo prácticas de investigación que pudieran llevarlos a la erradicación (o atenuación) de sus conflictos.

Por ahora, su única opción contra el terrorismo parece ser la más idónea a su belicismo (otro “ismo”, y de los peores): fabricar bombas y –lo que es más temible y terrible, a propósito de terroristas-- destruir con ellas, incluso a quienes no tienen qué ver con las cuestiones en pugna.


         Lo mismo que hacen los terroristas, en un juego perverso que no tiene, hasta ahora, para cuándo acabar.

POEMA HUÉSPED

NORTEAMÉRICA

Por Ray Bradbury
(EUA, 1920-2012)

Somos, nosotros, el sueño de otros.
La tierra donde otros aterrizan.
De noche, tarde,
planean volar y, volando, llegan aquí,
donde nosotros, insensatos, medramos mudos.
Nos negamos a comprender que
Somos lo que todo el mundo querría ser.
Como anidamos en este proyecto,
el sueño, por evidente, nos es ajeno.
Como no nos importa el milagro que somos
se nos llena la boca de soberbia.
Mientras todo el mundo hace planes
para venir aquí a quedarse,
nosotros planeamos irnos a otra parte.
¡Qué absurdo!, exclaman los recién llegados del Chad.
¡Estáis locos!, protestan los iraquíes.
Venderíamos el alma por estar en vuestro lugar.
¿Cómo es posible que no podáis veros a través de nuestros ojos?
Camináis a vuestro antojo por el bosque de la libertad.
¡Maldita sea! Los árboles no os dejan ver el bosque.
Diez mil vagabundos por semana
alcanzan vuestras playas,
os preguntáis qué claman.
¿A qué viene su alegría?
Cálida tienen el alma: ¿Tan mala es Norteamérica?
Sentaos, miradles a la cara, ¿lo veis?
Sois aquellos a lo que aspira un mundo sin esperanza.
En las oleadas de inmigrantes que llegan este año
seguís siendo el fuego al que desean arrimarse.
A medianoche, abrazos a mapas, proyectos y planes

sois, vosotros, el sueño de otros.