MIEMBRO DE


EFEMÉRIDE

LA CONSTITUCIÓN Y LOS CONSTITUYENTES DE B. C. SUR

La Constitución sudcaliforniana es fruto de un prolongado proceso de preocupaciones y búsquedas de la colectividad de esta parte de México por realizarse existencialmente como entidad política, económica y socio-cultural.

   Sus raíces profundas se hallan en lo más remoto de su historia, cuando, pocos años después de quedar integrada a la nación mexicana independiente, hubo de enfrentar el acoso extranjero, norteamericano principalmente, para sustraer su territorio a la geografía de los Estados Unidos, como ocurrió a la parte continental de las Californias, junto a otros espacios del norte, resultado lamentable de la guerra injusta de 1846 a 1848 contra nuestra joven república.

   En tales circunstancias bélicas estuvo ininterrumpidamente presente el mexicanismo de la mayoría del pueblo sudcaliforniano, cuyo origen indiano e hispánico estructuró su identidad y la pertenencia al país, que se conformó con los territorios, la cultura, la lengua y la religión de la desaparecida Nueva España.

   La lejanía del resto del país, agravada por la falta de vías comunicacionales y medios de transporte, con las consecuencias inevitables de carencia, carestía y otras muchísimas dificultades para subsistir, fueron creando en la conciencia general un sentimiento de marginalidad que debió ser sustituido por el de la autosuficiencia en todos los sentidos.

   Durante el siglo XIX, Sudcalifornia fue tan convulsa como toda la nación, en violentas búsquedas para definirse ellas mismas, entender su presente y diseñar su destino.

   La etapa porfiriana y los cambios revolucionarios, ya en el siglo XX, continuaron completando la fisonomía de este pueblo, cuyas preocupaciones sociales se sintetizaron en la organización del Frente de Unificación Sudcaliforniano: se trataba de un frente pues la lucha que acometía era abierta, sin encubrimientos y a la luz del día; era de unificación porque aspiraba a ser la voz que aglutinaba a todas las voces; y era sudcaliforniano, genuinamente sudcaliforniano, profundamente sudcaliforniano.

   Así, el Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS) planteó al general Francisco J. Múgica, gobernador del Territorio, el anhelo de ver gobernada la tierra propia por uno de sus hijos. El propósito nativista se cumplió con la designación del general Agustín Olachea Avilés como nuevo gobernador de esta provincia.

   Más tarde, una nueva generación levantó las banderas fusistas y reclamó al gobierno federal la nominación de un gobernante civil, que fue finalmente satisfecho con la designación presidencial y el arribo del licenciado Hugo Cervantes del Río a la gubernatura.

   Algunos años después, un nuevo movimiento de preocupaciones similares convergió en “Loreto 70”, con la exigencia al poder central de gobernantes nativos o con arraigo, que halló realización al ser nombrado como ejecutivo territorial el ingeniero Félix Agramont Cota, a quien correspondió reinstaurar el municipio libre, el 1 de enero de 1972, en base a la Ley Orgánica del Territorio de Baja California Sur publicada en el Diario Oficial de la Federación el 20 de febrero del año anterior.

El nuevo estado

   El 10 de mayo de 1974, en conferencia de prensa efectuada pocos minutos después de su llegada de un viaje de trabajo a la ciudad de México, el gobernador Félix Agramont dio a conocer la convicción expresa del presidente Luis Echeverría de haberse dado ya las condiciones para la elevación de esta entidad a miembro autónomo de la Federación mexicana.

   El 1 de junio siguiente, al asistir el presidente a Cabo San Lucas a la celebración del día de la Marina, se le hizo llegar el documento por el cual le fue enunciada la petición de iniciar la transformación de esta media península en Estado.

   El 1 de septiembre, Echeverría anunció en su cuarto informe de gobierno que enviaría al Congreso de la Unión, a través de la Cámara de Diputados, la iniciativa de decreto para reformar los artículos 43 y demás relativos de la Constitución General a efecto de cumplir el afán histórico de los sudcalifornianos.

   Fue aprobada por los diputados federales el día 17 y por el Senado el 24; posteriormente mereció la aprobación mayoritaria del Constituyente Permanente, integrado por las legislaturas estatales.

   El 8 de octubre fue publicado el decreto en el Diario oficial de la Federación, en base al cual el propio Senado seleccionó de una terna del ejecutivo al mismo ingeniero Agramont como gobernador provisional, quien con tal carácter lanzó enseguida la convocatoria para la integración de la legislatura Constituyente.

   Nació así la nueva entidad federada, al mismo tiempo que Quintana Roo, mediante las reformas constitucionales a dieciséis artículos, el principal de los cuales fue el 43, que habla de las partes integrantes de la federación y las coloca en orden alfabético, de modo que nuestro estado pasó a ocupar el tercer lugar de la lista después de Aguascalientes y Baja California, a la que desde 1952 había sido adjudicado como nombre propio el de toda la península.

   Los comicios se llevaron a cabo, y los 7 candidatos que obtuvieron constancia de mayoría, priistas todos, se reunieron el 25 de noviembre para calificar sus propias elecciones.

   El día 27, previa protesta de los diputados electos, se declaró legítimamente instalado el H. Congreso Constituyente de Baja California Sur, que a su vez procedió a calificar la elección de senadores y los tres ayuntamientos, y se dispuso a iniciar la tarea de redactar la Carta del Estado.

   Para cumplir su comisión, fueron 45 días de actividad intensa los que ocuparon nuestros diputados constituyentes, al final de los cuales hicieron entrega del Código estatal al gobernador Agramont, el 15 de enero de 1975.


Ahora pudiéramos preguntarnos si cuarenta y tres años después se han cumplido las expectativas que generó la conversión política en la que fueron comprometidos los empeños históricos de la sociedad sudcaliforniana para la felicidad de sus descendientes.

VISITA HISTÓRICA