EFEMÉRIDES DE LA SEMANA



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ACTUALIDAD

LA CANONIZACIÓN DE SERRA

El papa Francisco estuvo, durante los últimos días de este septiembre, en visita oficial a los Estados Unidos en su carácter de jefe del estado Vaticano y, como dirigente de los católicos del mundo, para cumplir una intención precisa de su agenda: efectuar el rito de canonización de Junípero Serra, el franciscano jefe de sus hermanos de religión que en 1768, provenientes de la Sierra Gorda queretana, ocuparon las misiones de esta Antigua California que poco antes habían dejado los jesuitas como consecuencia de su expulsión decretada por Carlos III de España.

   El mallorquín fue beatificado por Juan Pablo II en 1988; esto significa que concedió a su memoria el primer grado de, digamos, héroe en términos de laicidad. El diccionario dice que beatificar es “Declarar que un difunto, cuyas virtudes han sido previamente certificadas, puede ser honrado con culto.”

   Y en este 2015 fue canonizado, es decir declarado solemnemente santo y puesto en el catálogo de ellos, a despecho de que “en las últimas décadas su labor evangelizadora ha sido reconsiderada por los historiadores, debido a las nefastas consecuencias que las misiones tuvieron en los pueblos indígenas que habitaban el territorio de lo que hoy en día es [Alta] California y que fueron obligados a la fuerza convertirse al catolicismo”, según la BBC.

   Bueno, provocar dichas “nefastas consecuencias” pudiere atribuirse asimismo a todas las agrupaciones religiosas que trabajaron para implantar el cristianismo en este continente, a raíz de su conquista por la parte europea, y en algunos casos hasta la extinción de las etnias aborígenes como es el de Baja California Sur.

   Lo que debe ser dicho en circunstancias tales en que es elevado al ara católica el religioso catalán, es que la entrada a la California continental, también conocida como “expedición sagrada” (de Loreto a San Diego), fue realizada merced al saqueo –disfrazado de préstamo-- que por orden de fray Junípero y del visitador José de Gálvez se hizo de los bienes y gente de los centros misionales sudcalifornianos y de los empresarios mineros Manuel y Antonio de Ocio, que por ello quedaron en peores condiciones de las que ya estaban, sin contar con la depredación que habían hecho de aquéllos sus encargados temporales, soldados a quienes el gobernador Gaspar de Portolá puso al cuidado entre la salida de los jesuitas y la llegada de los franciscanos.

   Aunque el investigador franciscano Lino Gómez Canedo expresó en la segunda Semana de Información Histórica de BCS (1982) que “Sin el apoyo de los puertos y poblaciones de Baja California hubiera sido prácticamente imposible la ocupación, población y cristianización de la Alta California”, y que por lo que respecta “a la requisa de víveres, ganado, mulas, caballos y otras cosas, que llevó a cabo el capitán Fernando Rivera y Moncada, la mano de éste fue, en algunos casos, algo pesada”, no cree “que se pueda considerar a esto como un ‘despojo’, ni que haya alterado mucho la situación económica de Baja California.”

   Parte de esta deuda está publicada en las “Cartas desde la península de California (1768-1773)” de Francisco Palou, el fraile encargado de los asuntos misionales peninsulares a la salida de Serra hacia el norte, que editó Porrúa de México en 1994, pero existen en el Archivo General de la Nación los recibos que en esa ocasión expidió el capitán Fernando Rivera y Moncada, de los recursos que sustrajo de las indefensas misiones para la colonización y evangelización de la Nueva o Alta California, hoy simplemente California desde 1848 en que la perdimos. Insisto en que algún día les deberá ser pasada la cuenta, a ellos que todo lo cobran y, cuando conviene, todo lo olvidan.

   Esto debe ser recordado al enterarnos de que ha sido concedido el grado supremo de la cristiandad a la figura juniperiana.

   Al margen puede decirse que mérito por lo menos similar posee nuestro Juan María de Salvatierra, a cuyos devotos les han faltado la iniciativa, los recursos y entusiasmo para colocarlo en el santoral. Muchos ignoramos si ha hecho milagros, pero virtud histórica la tiene, incuestionablemente.

   Sin embargo conserva un sitio bien ganado en el reconocimiento de los peninsulares bajacalifornianos.

   Por lo menos los del sur, escenario principal de sus afanes apostólicos.   

CRÓNICA

ESPACIO, NÚMERO Y TIEMPO DE LOS LIBROS

Entre las obras públicas, los libros ocupan lugar preponderante.

   En primer lugar, porque éstos rebasan el ámbito en que son creados, es decir, por ejemplo, que una plaza o un edificio o cualquiera otra cosa similar se quedan ahí donde fueron erigidos, para disfrute de una determinada suma de personas, a diferencia de las publicaciones, cuyos espacios y cantidad de beneficiarios se amplían siempre más allá de lo que sus editores supusieron.

   Las construcciones, por su parte, duran en servicio útil un cierto cúmulo de años; luego son dedicadas a diferentes propósitos (a veces menos dignos) o son derruidas para dar paso a otras mejor adaptadas a los nuevos requerimientos del progreso (según como éste se entienda en cada momento).

   En el asunto de los libros ocurre de otro modo, ya que la publicación de los modernos no obliga a destruir los antiguos: los textos viejos persisten a pesar de las novedades, y ni qué decir de las rarezas bibliográficas, que llegan a alcanzar niveles extraordinarios de valor, por no hablar de costos.

   Nadie en su sano juicio usaría las hojas de un libro para envolver pepitorias, pero se ha visto convertir edificios venerables en comercios y oficinas.

   Numéricamente, los libros llevan las de ganar en virtud de que, por menor que sea el tiraje de ejemplares de un título, casi siempre supera el centenar. En cambio, la obra material es una: grande y todo lo que se quiera, pero una, lo cual deviene para ella, al menos en términos cuantitativos, notable desventaja.

   De otro lado, ¿se ha visto, quizá, que una mole de ladrillo mueva la apasionada indignación de, digamos, poco menos de 850 millones de musulmanes, como aconteció no hace mucho tiempo con “Los versículos satánicos”?, ¿o haya fundamentado una guerra mundial y sus atrocidades, como “Mi lucha”?, ¿o pudiera ser la génesis de un idioma maravilloso y de tanta influencia en el mundo de hoy, como “El ingenioso hidalgo...”, por citar únicamente tres casos relevantes?

   Claro que en turística y apacible caravana van muchos diariamente a ver las torres Eiffel y de Pisa, o las pirámides egipcias (bueno, es de creerse que ahora ya un poco menos), es cierto, pero nada de ello es comparable con lo que esos solos libros lograron desatar.

   De ahí que algunos insistamos en creer que las obras impresas producen –y de ello han de tener clara conciencia quienes deciden el destino de los presupuestos-- efectos de relevancia mayor que cualesquiera otras, del gobierno que fuere, en el tiempo, en el espacio, por su número y trascendencia.

   Ahora bien, para que dejaran de extrañar las develaciones de placas, las autoridades pudieren acudir a las presentaciones de los libros editados durante su periodo y lograr así el efecto publicitario que resulta, salvo que prefieran evitar que se les vincule a la tarea en favor de la cultura, tan aparentemente impopular pero que argumentan con tanto brío y convicción en planes, discursos y boletines.

VISIÓN FRANCESA DE BAJA CALIFORNIA SUR


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ACTUALIDAD

CRONISTAS MUNICIPALES

Ante la próxima renovación de los poderes municipales sudcalifornianos, quizá sea éste un momento apropiado para sugerir a sus respectivas autoridades la pertinencia de designar, desde los inicios del trienio, a sus correspondientes cronistas.

   El cronista ha constituido, desde los tiempos más remotos de las culturas indígena y europea, una figura imprescindible de la colectividad por su carácter de notario histórico y asesor del ayuntamiento (particularmente en materia de nomenclatura y de archivo histórico) y sus conciudadanos en relación al pasado lejano y reciente de la vida comunitaria.

   Sin embargo, sus ocupaciones van más allá y de ningún modo consisten en  publicar loas a la gente del poder (que para ello son los boletines) sino a preservar y acrecentar el patrimonio intangible de la colectividad: cultura, lengua, tradiciones y todo lo demás, que es infinito.

   El encuentro de dos mundos, el nuevo y el antiguo, América y Europa, tuvo cronistas del lado de los vencidos y del campo de los conquistadores. De manera que nuestro país posee una larga tradición en este sentido, que ha hecho posible la custodia, conservación y transmisión de los testimonios que luego servirán para escribir la historia.

    Baja California Sur ha contado con cronistas desde siempre; díganlo si no las pinturas rupestres y los glifos en piedras diseminadas en todo su territorio; ahí están igualmente los diarios de los navegantes y exploradores de los siglos XVI y XVII, los libros de los misioneros del siglo XVIII, los documentos del XIX que se hallan en el Archivo Histórico del Estado, en La Paz, y las muchas obras de la anterior y presente centurias.


   Hace ya 43 años que fue reinstaurado en Sudcalifornia el régimen municipal, y es tiempo más que razonable para pensar ya en la conveniencia de nombrar cronistas municipales, a quienes espera, sin duda, una significativa tarea por realizar.

CONMEMORACIÓN

LA ANEXIÓN CHIAPANECA*

Dentro de las fiestas patrióticas que conmemoramos durante el mes de septiembre, figura plena de significación y orgullo para todos los mexicanos, la que ahora nos reúne.

            En efecto, un día como hoy hace 191 años, el pueblo chiapaneco decidió, en el libre ejercicio de su soberanía, forjar su destino en el seno de la Federación Mexicana.

            Entre los muchos sucesos y personas que han ido conformando el perfil de la nación, hecha al mismo tiempo de heroísmo y virtudes cotidianas, figura privilegiadamente el proceso, los hombres y mujeres que lo llevaron a cabo, por medio del cual ese rico y entrañable integrante del país pasó a formar parte de esta patria. Es preciso, por ello, darle en forma permanente toda su dignidad a esta conmemoración.

            Antes de la entrada del Ejército Trigarante aquel 27 de septiembre de 1821 a la ciudad de México, Comitán primero y luego muchas otras ciudades se declararon independientes de España y la capitanía de Guatemala, desencadenando en toda la provincia chiapaneca un activo movimiento insurgente que terminaría acompasándose con el que estaba ocurriendo en la antigua Nueva España, y desembocaría en su Pronunciamiento Solemne de Federación.

            Más tarde culminó este proceso al expedirse la primera Constitución del Estado, a cuya formación concurrieron todas las regiones y localidades provinciales, que de esta manera se dieron su congreso constituyente.

            Cuando Chiapas se unió a México, y México se unió a Chiapas, se concluían los debates de nuestra primera Constitución Federal, que se promulgó el 4 de octubre de 1824, por eso están ausentes las firmas de los constituyentes de ese Estado en dicha carta fundamental, pero ya Chiapas se había unido a la nación mexicana para compartir, sin excepción, todas sus vicisitudes.

            Así aparece suscribiendo la Constitución de 1836, que es el primer documento constitucional en el que sus representantes toman parte y, más tarde, el Acta de Reformas que restaura la Constitución Federal de 1824; y luego, sucesiva y puntualmente, en todos los demás episodios de nuestra accidentada vida política.

            Al sobrevenir la independencia de las colonias que formaban parte del imperio español, y particularmente en la Nueva España, comenzaron a manifestarse con todas sus fuerzas las singularidades que, a pesar del empeño uniformador de la Corona, caracterizaban a las diversas regiones del enorme país. La Federación fue así la respuesta política y jurídica que permitió mantener la cohesión de la nueva república. Y la corriente federalista, lúcidamente identificada con las ideas de renovación y progreso, hizo posible desde entonces la unidad de la nación. Éste es, sin duda, su principal, constante y todavía vivo aporte a nuestra historia; pero poco se ha reconocido que, además de su capacidad unificadora, el federalismo permitió, entre otros logros, incorporar al estado de Chiapas.

            Es más: tal y como ocurrió en la provincia chiapense, el federalismo permitió detener las fuerzas disgregadoras que se manifestaban aun en el seno mismo de las provincias, las cuales pudieron haber llegado a un grado de atomización inverosímil e inconveniente. Chiapas es, entonces, fruto eminente del federalismo.

            Hay una línea histórica de estricto mexicanismo que va de 1824 a 1913: Una misma emoción enlaza el momento en que los pueblos de esa provincia externaron franca y libremente su voluntad de federarse a la nación mexicana, y la valerosa voz del senador Belisario Domínguez quien denunció al sátrapa Victoriano Huerta, que después de asesinar al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez hacía escarnio de la soberanía de los estados y de la nación entera.

            Chiapas es la puerta que nos franquea el paso a todos los pueblos hermanos de Latinoamérica. Comparte con los estados del norte la condición fronteriza que establece y define el territorio nacional y dibuja el perfil de nuestra soberanía. El límite de Chiapas es el límite México. Esto da a los chiapanecos una condición especial, porque México requiere vigorizar su política de acercamiento y cooperación con los países de Centro y Sudamérica.

            El presidente Enrique Peña Nieto ha sostenido reiteradamente que nuestras relaciones con los países latinoamericanos son una prioridad inexcusable, y ha persistido en actuar en base a esta convicción. Porque es un antiguo sueño de nuestros pueblos establecer relaciones francas, cordiales y mutuamente provechosas entre las naciones latinoamericanas.

            El mundo tiende cada vez más a integrar, mediante la solidaridad y los empeños comunes para el desarrollo, a entidades nacionales afines; y pocos ejemplos de afinidad mayor pueden encontrarse que la que ofrecen los países hermanos de Centroamérica. Son muchos, por fortuna, los testimonios de solidaridad que se han dado y se dan entre el pueblo chiapaneco y nuestros vecinos del sur. En alguna ocasión expresaba el poeta chiapaneco Eraclio Zepeda que la diferencia entre las fronteras del norte y del sur de México era que la del sur es una frontera de amor.

            El pasado común los ha hecho compartir tribulaciones y esperanzas, y múltiples lazos, incluso familiares, unen a una y otra población. Está en el interés nacional que esas relaciones se perfeccionen y se multipliquen. El presidente ha esmerado sus proyecto de que esto sea así, a través de una impecable política de vecindad que, respetuosa de las autonomías, sea capaz también de superar malos entendidos y sospechas. Todos debemos contribuir a dar vigor y efectividad a esta política que conviene a Chiapas, a los estados de la frontera sur y, por tanto, al país entero.

            Con acuerdos y acciones se documenta la voluntad de emprender un desarrollo integral de ese Estado, que esté a cargo principalmente de sus mujeres y hombres y que aproveche sus importantísimos recursos naturales.

Chiapas es un mosaico de grupos humanos, de creencias, de regiones y, por tanto, también sus problemas contienen una diversidad que lo singularizan en el panorama nacional. Pero es en sus capacidades, asimismo múltiples, y con su energía, conducida con perseverancia, comprensión y altura de miras, que podrá salir adelante.

Ahora y aquí en BCS celebramos el aniversario de la anexión de Chiapas a México, y en la capital sudcaliforniana saludamos a los chiapanecos que han venido a incorporar su trabajo a los afanes que realizamos juntos en bien de esta tierra y del gran país al que tenemos el orgullo de pertenecer.


* Discurso en el acto conmemorativo del lunes 14 de Septiembre de 2015 en la plaza cívica de Palacio Municipal de La Paz, BCS.

EFEMÉRIDES DE LA SEMANA EN BCS

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ACTUALIDAD

DIVERSIFICAR

Quizá una de las urgencias mayores de Baja California Sur es la de diversificar su economía, y ello deberá estar contenido en los planes de desarrollo por diseñarse en las estructuras locales de gobierno, estatal y municipal.

   En las perspectivas cercanas y remotas de esta entidad federativa debe ya estar comprendido el impulso decisivo y creciente a la promoción de los sectores primario (producción de materias primas de toda índole resultantes de la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca y minería) y secundario (transformación de la generación básica en productos con valor agregado por la mano del hombre y la tecnología en los procesos de industrialización), con pleno cuidado de la naturaleza y los criterios ambientalistas, pero desprovistos de trabas inmovilizadoras.

   La población de esta media península ha vivido sustancialmente hasta ahora del sector terciario, que es el proveedor de servicios: la administración pública, la educación, las fuerzas armadas y, más o menos desde la mitad del siglo XX, el turismo. En una economía casi monosectorial, pues.

   BCS debe crecer por su propia cuenta más allá de lo que le reditúa esta última actividad y de las dádivas que buenamente le concede el gobierno federal. Es humillante que para cualquier acción de mejoramiento, el gobernador y los alcaldes tengan que viajar constantemente a la capital de la República y emplear un tiempo valioso, que a todos nos sale tan caro, en salas de espera para, lisa y llanamente, pedir.

   Eso nos hace más vulnerables aún, junto a la poca densidad demográfica, las distancias de nuestra península al continente mexicano, la escasez de agua dulce y las sequías frecuentes, entre otros factores que impiden un desenvolvimiento a la par del resto del país.

   En tales condiciones muy poco se ha avanzado desde la transformación del régimen territorial al de estado de la federación; esto tenemos que aceptarlo con entereza y propósito de efectuar cambios esenciales de una economía de sobrevivencia hacia otra de verdadero desarrollo, con equilibrio intersectorial, eficiente y constante, sin asistencialismos humillantes, con productividad hacia el empleo y el consecuente bienestar de la gente, que debe ser objetivo último de toda política.

   El gobierno del Estado y los ayuntamientos sólo generan en la actualidad un porcentaje mínimo de sus requerimientos operativos. El resto ha debido financiarlo con la gracia federal y mediante un endeudamiento que cada vez más compromete desconsideradamente a generaciones de sudcalifornianos incluso aún nonatos. Esto es vergonzoso, como vivir de la caridad, con el nada honroso perfil de pordioseros.

   Lo dicho resulta a todas luces incongruente con la histórica actitud de dignidad de la sociedad regional. La autonomía política es, ante todo, emancipación financiera. Es impensable la libertad de acción en procuración de la prosperidad colectiva carentes de recursos propios, y ello será factible superarlo sólo en la diversificación sectorial de la economía, el aprovechamiento programático de nuestras disponibilidades humanas, naturales e industriales. Hacia una economía de valor agregado, diría Videgaray.

   La diversificación de los sectores productivos provocará el abatimiento del hambre, la pobreza extrema y la  desigualdad social, incrementando las disponibilidades pecuniarias de la gente para vivir mejor, y al erario para construir bienes y entregar servicios de mayor significación que hasta ahora.


   Las siguientes autoridades deben tomar conciencia plena de que limitarse a gastar el magro presupuesto, hacer obritas de consolación, endeudarnos más y “nadar de muertito” conducirá a empeorar la situación de dependencia plena que vive la comunidad estatal desde hace ya más años de los que ha merecido, por carencia de gobernantes visionarios, capaces de diseñar y emprender proyectos que rebasen sus periodos de encargo, de políticos talentosos, audaces, innovadores, mínimamente inteligentes, vaya, que acometan la tarea y pasen a la historia como constructores de la nueva Sudcalifornia.

CRÓNICA HUÉSPED

VISIÓN ITALIANA DE BAJA CALIFORNIA SUR

Por W. Michael Mathes*

Alfonso Dollero, viajero turístico, llegó a la ciudad de México en tren desde Nueva York en junio de 1907. Le acompañaron dos amigos, el ingeniero Armando Bornetti, de Roma, y el químico Arturo Vaucresson, procedente de Suiza. El grupo disfrutaba una larga y variada estadía en México, todavía en plena pax porfiriana, para conocer a fondo su pueblo, sus bellezas naturales, sus monumentos y la afamada  reciente transformación económica del país, y no volvieron a Europa hasta agosto de 1910, apenas un mes antes de la tumultuosa celebración del centenario de El Grito.

   Como muchos otros turistas que durante las últimas dos décadas del siglo XIX empezaron a utilizar el sistema ferrocarrilero para efectuar sus visitas, Dollero y sus acompañantes siguieron en este medio de transporte durante gran parte de su viaje, pero su desviación marítima a través del golfo de California a la península los distinguiría de los demás.

   Como resultado del viaje, Dollero preparó una guía comentada con un directorio, ampliamente ilustrado, titulado México al día (Impresiones y notas de viaje), impreso en París por la famosa editorial de la viuda de C. Bouret, de París y México. De 972 páginas, la obra detalla no solamente el viaje sino también información reunida sobre los lugares no visitados. En el caso de [la península de] Baja California [cap. XXII], su información es generalmente precisa [...]


* En Crónicas, Gob. del Edo. de BCS, La Paz, núm. 9, junio de 1992, págs. 39-40.  

EFEMÉRIDES DE LA SEMANA


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ACTUALIDAD

CANAL DEL CONGRESO DE BCS
(Reedición actualizada)

La primera transmisión experimental del Canal del Congreso de la Unión se efectuó el 18 de marzo de 1998, mas no fue hasta 2001 que inició transmisiones por los sistemas de televisión restringida vía satelital.

   Dicho órgano de difusión de las actividades parlamentarias federales está administrado por una comisión que integran representantes de ambas cámaras (diputados y senadores), que en el tiempo que lleva de ser un punto de contacto entre la sociedad y sus legisladores, ha ido más allá de dar a conocer en vivo las sesiones públicas y los trabajos en comisiones, en la exaltable intención de ser vehículo de cultura y diálogo. Se puede abrir en el sitio www.canaldelcongreso.gob.mx/

   Igual cosa ocurre con el Canal Judicial (http://www.sitios.scjn.gob.mx/), que comenzó a transmitir el 29 de mayo de 2006, y cuya información explica que “Además de ser el medio para informar a los ciudadanos los quehaceres del Poder Judicial de la Federación, en el ámbito de la Cultura de la Legalidad y del Acceso a la Justicia, el Canal Judicial ofrece programas de calidad, noticias, entrevistas, debates, opinión, reflexiones, culturales, cápsulas infantiles, concursos, cine, series nacionales e internacionales y desde luego sus propias series.”

   Ambos canales pueden sintonizarse en la televisión por cable y satelital; son verdaderamente interesantes pues a más de las transmisiones de sus sesiones, brindan una programación equilibrada, instructiva, amena y de alta calidad.

   Si bien todos los congresos estatales tienen su propio sitio en la red, son los congresos de Coahuila, Colima, Durango, Estado de México, Hidalgo, Nuevo León, Sonora y Yucatán los que operan ya su propio canal de divulgación televisiva; Sonora ha suscrito, además, con el Canal del Congreso (federal) un acuerdo para difundir sus labores por este medio. El poder legislativo de Tamaulipas sólo cuenta con un convenio similar para el conocimiento público de algunas de sus acciones que consideran importantes.

   Los antecedentes nos llevan a considerar la pertinencia de que, a poco tiempo de que comience a operar la siguiente legislatura, el Congreso sudcaliforniano disponga ya los medios para que la sociedad de nuestra media península conozca de modo directo y activo lo que hagan (o dejen de hacer) los diputados locales.

   Con una sencilla y gratuita “aplicación” (app) se puede incluso transmitir en tiempo real y grabar para la posteridad, desde un simple celular. Todo es, entonces, asunto de voluntad política.

   Sería una forma de acatamiento al derecho popular a la información, a la rendición de cuentas y a la transparencia, con responsabilidad y claridad, todo ello con propósito de innovación en los contenidos para hacerlos amenos, atractivos, divertidos, interesantes, culturizantes.

   Quienes aún ven el canal 8 local, indebidamente utilizado casi exclusivamente para difundir acciones del ejecutivo estatal, saben que éste tiene en él a su vehículo particular de propaganda, pero los legisladores locales carecen de este medio de difusión, y con harta frecuencia pueden escucharse de la gente expresiones del corte de “ignoramos qué hacen”, “no hacen nada”, “no trabajan” “nomás prometen pero nunca sabemos si cumplen” y así por el estilo... Al parecer, los boletines de prensa resultan insuficientes.

   Bueno, pues con un canal del congreso estatal podríamos formarnos una opinión objetiva del quehacer parlamentario, nutrido con reportajes de visitas distritales, entrevistas, noticias, paneles informativos y de discusión, barras de interactividad y todo lo que la tecnología permita, la imaginación incentive y el ingenio produzca.


   Quizá sea razonable pensar que eso es posible.

CRÓNICA HUÉSPED

EL NOMBRE DE CALIFORNIA*

Por Pablo L. Martínez

El origen del nombre que lleva nuestra península ha sido debatido ya por distinguidos historiadores. Sin embargo, daremos aquí nuestra opinión: California se llamó al principio a la región de Santa Cruz, donde se estableció Cortés en 1535, y después a todo el territorio comprendido de ahí al sur, hasta cabo San Lucas. De lo primero da razón Francisco Preciado cuando dice, en su crónica de la expedición de Ulloa: “Habiendo salido de Santa Cruz el 29 de octubre, el 10 de noviembre nos encontramos a 54 leguas de California”. Si comparamos lo que aquí apunta Preciado con lo que dice Ulloa en su relación personal encontramos que Santa Cruz y California son la misma cosa, pues éste afirma que había 50 leguas desde Santa Cruz hasta la punta austral.

   Lo que se muestra en las primitivas crónicas claramente es que fue la gente de Cortés la que bautizó a la península con su nombre actual, aunque no de manera oficial, sino como una especie de mote brotado de la tropa, por alusión a la ficción contenida en Las sergas de Esplandián, a la que tantos autores se han referido por un lado; y por otro, a la leyenda de Cihuatlán, que recogieron los capitanes españoles en la conquista de Colima (carta al emperador en octubre de 1524), en la que se hacía referencia a una isla poblada solamente de mujeres y muy rica en perlas y oro. El padre Segismundo Taraval nos dice, respecto a lo segundo, que se llamaba California por antonomasia a la tierra firme adyacente al trópico de Cáncer, es decir, a lo comprendido de La Paz al sur. La mayor parte de los escritores que tratan del asunto han descartado ya aquello de cálida fórnax, por no ser verosímil.


   *En Pablo L. Martínez: Sergas californianas, por Aidé Grijalva, Max Calvillo y Leticia Landín, UABC, 2006, México, pág. 73.