RESEÑA



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ACTUALIDAD


ANIVERSARIO DE UN ATROPELLO

   El martes 17 de noviembre de 2009 apareció publicado en el Boletín oficial de la Federación el acuerdo del director general de Geografía y Medio ambiente, Mario Alberto Reyes Ibarra, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) "mediante el cual se actualiza el Registro Nacional de Información Geográfica respecto del nombre geográfico de la Isla Cerralvo por el de Isla Jacques Cousteau."

   Según el transitorio único respectivo, dicho acuerdo entró en vigor el día siguiente de la publicación.

   En mi calidad de ciudadano sudcaliforniano, en pleno uso de mis derechos constitucionales, me permití expresar a dicho funcionario la mayor
inconformidad por lo que desde entonces he considerado una flagrante arbitrariedad, al pretender sustituir el nombre oficial de esa isla de Baja California Sur, que data del siglo XVII y pertenece consecuentemente a la toponimia, la historia, la cultura, la tradición y la identidad del pueblo de esta entidad federativa.

   De manera respetuosa le sugerí reflexionar en ello y, en el mejor de los casos, retractarse de esa acción que agraviaba ostensiblemente la dignidad y soberanía del Estado Sudcaliforniano, independientemente de la acción de inconstitucionalidad y otros recursos procedentes que emprendimos los interesados en revertir dicho acuerdo atentatorio contra nuestros derechos individuales y sociales.

Antecedentes históricos

En la crónica del primero de los viajes de exploración del capitán Francisco de Ortega a nuestra California, en 1632, se lee que

“...dejaron al fin las costas de Sinaloa el primero de mayo, y tras cruzar la entrada del golfo, llegaron el día de la Santa Cruz [3 de mayo, fecha coincidente con la del arribo de Hernán Cortés al mismo lugar hacía ya 97 años]. Ortega, en homenaje al virrey que lo había despachado, la bautizó con el nombre de Cerralvo, que hasta la fecha conserva.”  

   La gratitud era explicable, pues a pesar de la real cédula de Felipe IV que ordenaba suspender toda exploración a las Californias en vista de los fracasos enfrentados en ello desde casi un siglo atrás, el virrey Rodrigo Pacheco y Osorio, marqués de Cerralvo, consiguió la autorización necesaria para que Ortega cumpliese su proyecto de navegar a California.

   El estudio sobre este interesante personaje se debe al doctor Miguel León-Portilla, con el título de “El ingenioso don Francisco de Ortega, sus viajes y noticias californianas, 1632-1636”, publicado por la UNAM. Puede leerse en http://www.ejournal.unam.mx/ehn/ehn03/EHN00304.pdf

Antecedentes jurídicos

   La Ley Orgánica del Territorio de la Baja California Sur, reglamentaria de la base 2ª. de la fracción VI del artículo 73 constitucional, aparecida en el Diario oficial de la Federación del 20 de febrero de 1971, en su artículo segundo, párrafo segundo, expresa:

   ”En relación con el artículo 48 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, quedan comprendidas bajo la jurisdicción del Territorio las islas que a continuación se mencionan: Natividad, San Roque, Magdalena, Margarita y Creciente, situadas en el Océano Pacífico; Cerralvo, Santa Catarina, San Juan Nepomuceno, Espíritu Santo, San José de Santa Cruz, Carmen, Coronados, San Marcos y Tortugas, situadas en el Golfo de California, y además las islas, islotes y cayos adyacentes localizados entre los paralelos 28° 22° 30' norte.”

   Por su parte, la Constitución Política del Estado de Baja California Sur, promulgada el 15 de enero de 1975, es congruente con este señalamiento al especificar, en el artículo 34, fracción segunda, párrafo segundo:

   Quedan comprendidas bajo la jurisdicción del Estado las islas que a continuación se mencionan: Natividad, San Roque, Asunción, Magdalena, Margarita y Creciente, situadas en el Océano Pacífico; Cerralvo, Santa Catalina o Catalana, San Juan Nepomuceno, Espíritu Santo, San José de Santa Cruz, del Carmen, Coronados, San Marcos y Tortugas, situadas en el Golfo de California y, además, las islas, islotes y cayos adyacentes, localizados entre los paralelos 28° y 22° 30' norte.”

   Quedaba de tal modo invalidada la argumentación del funcionario federal para expedir el acuerdo que pretende imponer el nombre de don Jacques Cousteau a esa isla sobre la cual aquel señor carece de autoridad alguna.

   Al parecer la isla Cerralvo ha sido especie de tentación en algunos ámbitos del gobierno federal. Recordamos que hace algunos pocos años, la SEMARNAP dispuso, también arbitrariamente y sin mediar consulta, como si Baja California Sur fuese tierra de nadie, la matanza indiscriminada de cabras en esa ínsula, lo cual hubo que detener al poco tiempo por el clamor social que ello suscitó.

   Aquí se dieron expresiones de malestar y rechazo a la disposición mediante publicaciones en la prensa y la recaudación de firmas ciudadanas; por el contrario, ningún sudcaliforniano expresó estar dispuesto a aceptar el cambio de designación de su isla.

   Ese territorio insular de 30 km. de largo y anchura de norte a sur hasta los 9 km. es propiedad de una persona física o moral. Eso es otro asunto que deberá ventilarse, quizá, en las instancias respectivas; aquí lo que importa es el nombre.  

   Sin duda el señor Cousteau tuvo muchos méritos, y por ello fue instalado con su nombre el Observatorio de los Mares y Costas de México, en La Paz, lo cual contó con la aprobación de todos, y hasta una escultura del artista Salvador Rocha en el malecón de la misma capital de Baja California Sur, pero modificar en su honor el topónimo de una parte del patrimonio cultural sudcaliforniano es otra cosa. Y grave, de lo que se deslindó en su momento la Cousteau Society, por lo cual resulta claro que se trató de la determinación irresponsable de un empleado federal de cuarta categoría.  

   Del ámbito oficial, sólo nuestras dos senadoras por entonces manifestaron su inconformidad al respecto, y cabe preguntarse si ahora, a seis años del atropello, habrá alguna autoridad local que se interese por este caso y promueva la derogación correspondiente.
  

   Seguimos esperando.

CRÓNICA HUÉSPED

INVESTIGACIONES GEOLÓGICAS EN LA BAJA CALIFORNIA*

La península ha sido estudiada desde los tiempos de la colonia hasta nuestros días. Los primeros estudios fueron hechos con miras al descubrimiento de minerales metálicos y no metálicos, y no es sino hasta el presente siglo [XX] cuando se han efectuado exploraciones tendientes al descubrimiento de yacimientos petroleros.

   El primer informe de que se tiene noticia es el de William Gabb que se publicó en 1869; posteriormente en 1890 Waldemar Lindgren publicó el resultado de sus investigaciones, y casi al finalizar el siglo, 1894, S. F. Emmons y G. P. Merrill publicaron el resultado de sus trabajos geológicos.

   Los primeros trabajos con fines petroleros datan del año de 1921 en que N. H. Darton publicó su trabajo de geología económica.

   En 1922 Arnold Heim publicó un informe general sobre el Terciario de la península, referente a un trabajo efectuado en 1915 por cuenta de la Cía. Mexicana de Petróleo “El Águila”. El mismo año Antonio Pastor Giraud publicó el resultado de sus investigaciones que efectuó un grupo de geólogos por cuenta del Instituto Geológico de México.

   También auspiciado por el Instituto Geológico de México, Hisazummi Hisakichi publicó en 1930 el resultado de sus investigaciones en la mitad sur de la península.

   El trabajo más completo hasta la fecha [1957] es el que efectuó Carl Beal en la península durante 1921, publicado en 1948.

   Petróleos Mexicanos en 1943, basándose en la información obtenida del análisis de los informes geológicos publicados, escogió la mitad sur de la península para explorarla con fines petroleros, siendo ésta la primera vez que se publica el resultado de dichos trabajos.


*Ing. Federico Mina U., “Bosquejo geológico del Territorio Sur de la Baja California”, sobretiro del Boletín de la Asociación Mexicana de Geólogos Petroleros, vol. IX, núms. 3 y 4, págs. 139-270, 1957.