LAS MÁS NORTEÑA DEL PACÍFICO DE BCS

ACTUALIDAD


VIRTUDES DE ODILE

Si soslayamos un poco (sólo un poco) los efectos desastrosos que produjo el huracán “Odile” en Baja California Sur, podremos coincidir en que ocurrieron hechos positivos, por un lado, y por otro que evidencia la buena materia prima de que está hecha la sociedad sudcaliforniana.
   Sobresaliente fue ver, merced a la breve desconexión con la Internet, a todo el mundo como en los tiempos pre celulares, cuando las personas estaban atentas a su prójimo y a las cosas, sin que estuviesen con la mano sujetando al seductor adminículo contra la oreja, trasladadas mentalmente a otra parte, ausentes de la realidad de su entorno, o picando obsesivamente el teclado en uso de las múltiples posibilidades de la red móvil y del aparato en cuestión.
   Y a los niños lejos de su tablet y los iLoquesea, hablando con sus papás y sus hermanos en todas partes, en una especie de forma de comunicación sorpresiva y recientemente descubierta.
   A tales ventajas (lamentablemente estacionales) habrá que sumar el orden en que la mayoría se condujo durante la experiencia post ciclónica en las filas que debieron formarse en las hieleras, los expendios de gasolina, centros de abastecimiento doméstico y demás sitios de concurrencia pública.
   En tal contexto debe subrayarse la cortesía que, una vez más, pusieron en ejercicio los conductores de automóviles al conceder el paso en el turno de llegada al crucero, tanto a peatones como a vehículos, convirtiendo en auténticos “cuatro altos” las intersecciones donde los semáforos quedaron inutilizados. Debe decirse, en honor a la verdad, que esta práctica es ya habitual, por lo menos en la capital de BCS, cada vez que uno de esos cromáticos artefactos de señalización deja de funcionar.
   Hubo autoridad vial que colocó peanas con el conocido anuncio de “4 altos”, pero los choferes ya habían dado solución al evento.
   También nos sirvió para apreciar la prontitud con que autoridades federales, empresas nacionales y organismos paraestatales se abocaron a la atención de las urgencias. Las estatales, por su lado, y a pesar de que el fenómeno les frustró el puente, dejaron la buena impresión de que el asunto les preocupaba.
   La visita de Odile también registró nuevos testimonios para valorar la actitud de servicio de tiempo completo que tiene la presidenta municipal de La Paz para la comunidad puesta a su cuidado, en tareas que procuraron atención pronta y eficaz a la diversidad de dificultades que debió enfrentar otra vez la población del municipio. Congratula saber que, en cualquier circunstancia que requiere liderato y capacidad de convocatoria, Esthela Ponce sabe cómo hacerse cargo de su responsabilidad, con oficio político y pragmatismo resolvedor.
   Odile, pues, nos deja varias lecciones que se insertan en la experiencia histórica de esta ciudad, que ha sido invariablemente capaz de asumir con coraje y decisión sus problemas. De modo contrario a como ocurre en otras partes, en general el esfuerzo que emplearía en quejarse lo aplica en la búsqueda de remedios.
   Así es La Paz. Así ha sido siempre...   

                         

CRÓNICA HUÉSPED


HURACANES EN LA ANTIGUA CALIFORNIA

Por si pudiere servir de consuelo a quienes afectaron los embates de “Odile” en Baja California Sur, a continuación se ofrece un texto breve del padre Miguel Venegas, que forma parte de sus “Noticias de la península americana de California”, en que habla de fenómenos de similar naturaleza desde principios de la ocupación jesuítica de este territorio colonial:   
   “En el otoño del año 1717 sobrevinieron a la California y su golfo, tan terribles y espantosos huracanes por espacio de tres días acompañados de aguaceros tan fuertes y copiosos que, arrebatando y destrozando cuanto encontraban, derribaron la iglesia y casa del padre Ugarte, salvando éste la vida al abrigo de un peñasco, donde se mantuvo expuesto al agua veinticuatro horas: destrozaron todas las demás de las otras misiones: cegaron la zanja y rompieron la presa de San Xavier, y aun robaron la tierra cultivada allí, y en Mulegé casi del todo, quedando cubierto el suelo de pedregales.
   Tal fue la violencia del viento y de las mangas que, cogiendo desprevenido en Loreto a un muchacho español llamado Mateo, le arrebató y nunca más apareció vivo ni muerto, por más que se buscó. El mismo rigor sufrieron algunas embarcaciones de buzos que estaban sobre la costa de California: perdiéronse dos de unos vecinos de Compostela, ahogándose cuatro personas, salvándose las demás en dos balandras mayores que se hallaban surtas cerca, en buen abrigo, amarradas con fuertes anclas y con gruesos cables. Éstas condujeron a los náufragos después de la tempestad a Loreto, donde el padre Ugarte los recibió y alivió con heroica caridad, hasta que pudieron ser conducidos a Nueva Galicia en el barco del virrey, que presto se perdió, a cargo de don Juan Bautista Mugazabal, alférez del real presidio.
   Antes y después han sentido los padres algunos huracanes y aguaceros desde su entrada, mas ninguno tan fuerte y continuo. Si de éstos ha habido muchos en los siglos anteriores en la California, no será maravilla que hayan despojado su suelo de toda la tierra movediza, quedando desnudos los peñascos de las montañas y cubiertos de pedregales sus hondos y llanuras.”
   Eran tiempos más difíciles y las condiciones más precarias que las nuestras, pero también es cierto que estas calamidades han ido forjando el carácter de los californios (nativos e inmigrantes) para enfrentar las circunstancias en franca desventaja por razones de la insularidad y la carencia de casi todo.
   Sin embargo, la decisión de permanecer aquí ha sido mayor que las dificultades. Ello ocurrió a los evangelizadores y lo mismo sucede a los nuevos habitantes de esta península bien amada, como se solaza en llamarla el poeta Jorge Paniagua.


Adenda indispensable: Este martes 30 de septiembre se cumple otro aniversario del paso del ciclón “Liza” por BCS, que en 1976 produjo considerables daños, particularmente a su capital. Dediquemos un recuerdo a sus víctimas.