LA PAZ

ACTUALIDAD

ESCENARIOS DESEABLES

Ya va siendo hora (a poco tiempo de celebrar las exequias del presente cuatrienio estatal) de que los sudcalifornianos empecemos a preguntarnos cuáles son los escenarios deseables para el porvenir cercano y remoto de Baja California Sur, y cuáles las características imprescindibles de su nueva administración ejecutiva, legislativa, judicial y municipal.
            Requerimos, sí, un nuevo gobierno que continúe pavimentando calles y esas cosas que son la obra pública, pero que no es --contrariamente a lo que buena parte de los políticos empíricos piensan-- la más alta función de un régimen.
            Nos urge, antes que nada, un nuevo gobierno (en el ámbito de los tres poderes) con capacidad de convocatoria a la reconciliación y la unificación de esta sociedad.
            Requerimos un nuevo gobierno capaz de entender que gobernar es algo más que gastar los fondos del erario y publicitarlo como si se tratase de la aplicación del dinero propio, sino incrementarlos mediante una sana promoción, una decidida gestoría dentro y fuera de la entidad y el país.
            Exigimos un nuevo gobierno que cumpla el mandato popular con imaginación, humanismo y respeto a la cultura, porque incentivar, provocar y alentar la creación cultural es también deber del gobierno, no una gracia. Total, el artista y el intelectual producen de todos modos, con o sin ayuda de la administración pública que, a veces, sí, impide que sus beneficios se generen con fluidez porque escamotea los recursos presupuestarios que está obligada constitucionalmente a proporcionar, por atender otras líneas que percibe más rentables clientelarmente, o recompensa los empeños con indiferencia, cuando no con desprecio. Que el respeto a la inteligencia sea, pues, uno de sus primeros deberes.
            Precisamos que quienes se hallen próximamente en la cúspide de las decisiones para la vida colectiva puedan creer que su misión más elevada es lograr el mayor bienestar de todos y de cada uno de sus gobernados, con crecimiento y desarrollo, apertura continua de oportunidades de mejoramiento, tolerancia, acrecentamiento del patrimonio familiar y social, que al fin y al cabo constituyen realizaciones tangibles y valores de mayor jerarquía que otros que de tan manoseados e incumplidos sólo tienen significación en el “politiqués” (lengua particular de los políticos), pero no para la gente.
            Reclamamos un nuevo gobierno que no piense tanto en el próximo sexenio como en los próximos decenios. Aún no son totalmente irreversibles muchos daños causados por el rencor, la miopía, la trivialidad, la ambición malsana, la ineficacia y la indolencia.
            Pedimos un nuevo gobierno que posea entusiasmo, alegría verdadera y optimismo de servir, que sienta el poder como oportunidad de realizar en la modernidad los viejos y nuevos sueños de este pueblo, que debe conocer previamente. Pedimos un nuevo gobierno que quiera a sus gobernados, que los trate bien y así los haga trabajar por el bien individual y común. Un próximo gobierno que ayude a cicatrizar heridas y que, sin borrones ni cuentas nuevas, asegure la aplicación de una justicia exenta de proclividades personales; que, en fin, sea el motor de un nuevo impulso, coordine los nuevos afanes y se convierta, con toda legitimidad, en el verdadero líder de los sudcalifornianos.

            Es de esperarse que no sea mucho pedir. 

CRÓNICA HUÉSPED

VIRGINIA PERALTA ALBÁÑEZ

                                                                                                         Por Rebeca Buenrostro Gutiérrez


Hoy [13 de junio de 2014] es un día memorable para la historia de este gran Estado; recordamos con respeto y agradecimiento a una mujer de alto espíritu de entrega y convicción por la educación: Virginia Peralta Albáñez.  
Nació un 24 de marzo de 1902 en esta ciudad capital, hija de don Paulino Peralta Sández y doña María Albáñez. A la corta edad de 15 años, después de concluidos sus estudios, comenzó su labor como maestra, la cual culmino con su partida hace ya 31 años en esta ciudad que la vio nacer.
Es obligado precisar que, 19 de sus 47 años de servicio en la educación, marcan de manera inigualable esta ejemplar vida, no solo por ser una mujer de época empoderada y comprometida con la labor docente que tanto amaba, sino por los 19 años de servicio en el medio rural, 19 años trabajando en los lugares más inhóspitos de la Baja California Sur, alejada de las vías de comunicación, de las comodidades de una ciudad, sin la cercanía de familiares y amigos, pero enriquecida por las familias que en cada lugar construyó. Isla del Carmen, Misión de Guadalupe, en San Marcos, San José de Magdalena en la zona de Santa Rosalía, entre otros lugares. Hoy 5 municipios la recuerdan.
Maestra rural, prototipo del magisterio, que con entrega y sacrificio forjó un nuevo pensamiento a mediados de este siglo. Mujeres como Virginia Peralta Albáñez son mujeres que reclama nuestro México, mujeres que no se asustan por las profundas desigualdades de género aún latentes, mujeres valientes, de principios sólidos y valores rectores.
Mujeres como Virginia Peralta Albáñez son mujeres que en la desventaja social ven la oportunidad.  Solo basta recordar cuántas vidas formó con su entrega y compromiso en lugares inimaginables.
Este día, debe recordarse y honrarse en la memoria a tan insigne mujer, pero aún más, debe permear en cada educador, en cada educadora, el amor a su trabajo, el amor a su profesión.
Es importante reconocer en esta mujer de gran valía, el legado que nos deja, como hija, como estudiante, como madre, como educadora, como instrumento de unidad y socialización de los valores. Viginia Peralta Albáñez sólo fue una mujer, pero una mujer que formó parte fundamental del ejército de maestras que, en toda la República Mexicana, militara contra la ignorancia, contra la superstición, contra el cretinismo, contra la barbarie.
Esta mujer prevaleció a lo largo de 47 años como incansable luchadora que llevaba en su mente una noción tan clara, y en la voluntad una resolución tan firme de su compromiso por la educación, que en cada comienzo, en cada encomienda dejaba el corazón.

No fue fácil el camino, pero convencida, Virginia Peralta Albáñez sabía que la educación era la única arma con la que se podía defender la libertad, la dignidad, la equidad, la conciencia, la esperanza y erradicar la cruel ignorancia. Combatiente incansable por procurar entre los niños y niñas el acceso a la educación para lograr la igualdad de derechos. Virginia Peralta es una institución destacable, no sólo por su aporte a la educación, sino por ser una mujer valiente que permitió con su ejemplo matizar el trabajo de todas las mujeres de hoy.