BAJA CALIFORNIA SUR (II)
2012: XL aniversario de la reinstauración del municipio en BCS,
y año del tránsito de Venus por el disco solar.
ACTUALIDAD
LA FEDERACIÓN Y SUS DELEGADOS

Cuando se habla de federalismo se hace
referencia a un sistema de confederación (alianza, liga, unión, pacto) entre
estados soberanos que ceden algo de su soberanía en favor de los
objetivos nacionales. Sin embargo, en virtud de la estructuración histórica de
la sociedad mexicana, regida por dos imperios fundamentalmente
centralistas -el azteca primero y el
español después, especialmente en los últimos años de la vida colonial-, la
federación de la nueva república mexicana se dio precisamente al revés:
mediante un poder central que cedió algo
de sus atribuciones y competencias a los estados que la constituían.
De ahí se derivan muchos de los males
endémicos del país, sobre todo de índole administrativa, económica y política,
que por las mismas presiones de las entidades federativas se ha procurado
aliviar al menos.
El centralismo, que en diferentes formas ha
inhibido el desarrollo de las regiones periféricas, ha afectado negativamente
al mismo núcleo y propiciado en él un desordenado e indeseable crecimiento
demográfico que de varias maneras es causa del cúmulo de problemas que ha de
enfrentar, casi irremediablemente, hasta ahora, el Distrito Federal.
Los estados aspiran a obtener la autonomía
que les ha sido negada por la composición política de la nación, desde sus
orígenes y en el transcurso de su existencia independiente.
Por eso se debe convalidar el criterio que
sustenta la necesidad de que todas
las representaciones del gobierno federal sean ejercidas por los ciudadanos que
conozcan mejor al estado y posean más competencia en las funciones que deben
llevar a cabo.
No se trata, creo, de reavivar conflictos
regionalistas sino de desbrozar los caminos hacia un federalismo que de veras
funcione y no quede sólo en buenos propósitos.
Periódicamente nos enteramos de que
determinado ciudadano tomó posesión del cargo de delegado en esta provincia, de
alguna de las dependencias del gobierno federal. Y uno tiene que preguntarse si
dicho señor, aparte de gozar de la amistad y la confianza de su remoto jefe,
tiene algún mérito relevante (postgrado, estudios de especialización,
contribuciones, experiencia sobresaliente y obra publicada, por lo menos, en el
campo que va a atender,) que justifique la comisión de prestar servicios en una
región de la República que desconoce, como ocurre en casi todos los casos.
Ningún estado merece, y el nuestro menos que
cualquiera -por sus precarias
condiciones de crecimiento económico-, quedar así sujeto a constantes pruebas
de ensayo y error en las que, por supuesto, se pierden tiempo, recursos y empeños.
En vías de evitarlo quizá conviniera que
fuese tomado el acuerdo, entre los regímenes estatales y federal, de que, para
designar al encargado de las acciones respectivas en cada lugar, todo organismo
de gobierno del centro sometiese a la consideración del ejecutivo o congreso
locales al menos tres candidatos entre los que, obviamente, habría de quedar
incluido un residente de la propia entidad, con currículum vítae competente.
Con muchas posibilidades se lograría, de tal
modo, que puestos de tan alta responsabilidad fuesen ocupados por personas
cabalmente capaces de entender, comprender y querer satisfacer las aspiraciones
de la colectividad, a las que unan vínculos y compromisos de auténtica
solidaridad más allá de amistades y ataduras de naturaleza puramente política.
(Imagen: cristalinks.com/)
HISTORIA
EFEMÉRIDES
MAYO
29
(1915). El Gral. Félix Ortega Aguilar, jefe político y militar del distrito Sur
nombrado por el presidente Eulalio Gutiérrez, fue objeto de un cuartelazo por
algunos oficiales de su misma tropa, que obligó al jefe revolucionario a salir
hacia Sonora.
JUNIO
2
(1875). Estalló en La Paz un movimiento armado que encabezaron Emiliano Ibarra
y Eduardo Rivas, quienes secuestraron al jefe político, general Bibiano
Dávalos, cuya liberación le costó tres mil pesos. Fuerzas federales
provenientes de Sinaloa llegaron a sofocar la rebelión, lo cual ocurrió el día
25 siguiente.
LIBRERÍA
LA TIERRA MÁS ESTÉRIL DEL MUNDO
En evocación a
Carlos Fuentes,
con el mayor
respeto.

“…dejó atrás el
mundo de intrigas y papeleos que siguió a la conquista para lanzarse a Honduras
primero y luego al descubrimiento de la
tierra más estéril del mundo, esa larga costa del mar del Sur donde no encontró,
como acaso lo soñaba, ni el reino de las Siete Ciudades de Oro ni los amores de
la reina Calafia, sino arena y mar.”
Y agrega: “¿Cómo
no iba a sentirse humillado cuando, de regreso de las Californias, el torvo y
cruel Nuño de Guzmán le prohibió el paso por las tierras de Xalisco?”
A este respecto,
Fuentes resultó, por una parte, injusto, y por la otra, inexacto: Es difícil
creer que don Hernando, oriundo de Extremadura (región ibérica de pobres
recursos naturales que forzaron a las grandes emigraciones de su territorio
desde la Edad Media), pudiese haberse referido a nuestra California (la primera
de todas, la del sur peninsular) como “la tierra más estéril del mundo”, donde
halló “sólo arena y mar”.
Más cierto es
que, si bien no encontró las ciudades de Cíbola, Quivira y El Dorado ni a
Calafia (en especial porque sabía a la perfección que ésta era personaje de una
novela de su época), su intento de casi dos años por establecerse en ella se
frustró no por infecundidad de la tierra sino por ausencia de agricultura y de
asentamientos humanos, así como por la resistencia de los nativos a la
dominación, a pesar de que éstos no sufrieron ningún tipo de violencia de
Cortés y su gente.
La imprecisión
consistió, a mi juicio, en lo referente a la supuesta prohibición de Nuño
Beltrán de Guzmán. Digamos que, más bien, éste (el cruel y torvo, eso sí,
conquistador y fundador de todo lo que fue conocido entonces como Nueva
Galicia, desde Jalisco hasta Sinaloa) anunció su intención de
obstaculizar el paso del marqués a la nueva tierra, pero las autoridades del
centro novohispano le aconsejaron que mejor evitara oponerle resistencia porque
la cosa iba en serio. De manera que ni para ir a California (que aún no tenía
este nombre) ni al regreso de ella tuvo que toparse el extremeño con
impedimento alguno del gallego, quien optó por mantenerse prudentemente alejado
de los tránsitos de aquél por sus dominios.
Termina Martín
Cortés, según el autor, recordando que su padre le expresó, con ironía extraña,
que “acaso dos cosas valieron la pena de esa expedición.”
La primera fue
haber conocido el mar que pronto tomaría
su apellido, “un golfo hondo y misterioso de aguas tan cristalinas que a flor
de playa se parecía nadar en el aire, si no fuera por la multitud de peces
plateados, azules, verdes, negros y amarillos que jugueteaban veloces a la
altura de las rodillas de los soldados y marinos, encantados de encontrar ese paraíso
placentero.” Contradicción y paradoja de las que está llena la historia de la
California mexicana.
Se preguntaba si
era isla, si península, si conducía en verdad a las regiones de riqueza enorme
prometidas por las leyendas de su tiempo.
Lo que al fin de
cuentas tenía sentido, confesó, era su hallazgo “del desierto y el mar, los
cactus inmensos y el mar transparente, el Sol redondo como una naranja…”
¿Era todo
aquello “la tierra más estéril del mundo”? Otro asunto es que el cielo le
niegue la lluvia, como dijo Fernando Jordán.
Licencias son,
pues, de la literatura histórica a que pertenece la presente hazaña
imaginística de Carlos Fuentes que mucho celebramos mediante esta reseña
publicada por primera vez en la revista Nexos,
en mayo de 1993.
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