ACTUALIDAD


EL MITO DE LOS 200 DÍAS

El sistema educativo mexicano requiere reformas, eso lo sabe todo el mundo que está consciente de que en la educación se halla la resolución de todos nuestros problemas, y de que su influencia podría, debería ser fundamental para el logro de las metas superiores de nuestro país.
En Baja California Sur la situación real se agudiza por la evidente manipulación que en los últimos años se ha hecho de los procesos, informes y recuentos que nutren tendenciosa e irremediablemente las estadísticas en materia educacional.
Uno de los aspectos que exigen revisión y corrección es el que refiere al mito de los 200 días que se deben laborar en las instituciones básicas de enseñanza. Esa bicentena de días de trabajo escolar sigue siendo sólo una falacia oficial en la que nadie cree porque en ningún plantel se cumple.
Es verdad sabida por las propias autoridades que en el momento de planear el año lectivo, los directivos y maestros tienen que hacer un descuento de, por lo menos, 20 % de esos 200 días (40 días hábiles) por concepto de suspensiones debidas a un amplio espectro de motivos, en especial los relacionados con celebraciones: los días del niño y del estudiante, de la madre y el padre, del maestro, etc., hasta el de muertos y, en el peor de los casos, el de jálogüin, que como temas de estudio, no pretextos de suspensión, son, desde luego, necesarios para la formación de los niños y adolescentes.
El reciente puente de casi una semana carece de justificación alguna.
Las interrupciones se producen también en la ausencia de los profesores por permisos económicos y licencias por enfermedad (a los que tienen derecho, por supuesto). A ello ha de sumarse la asistencia de algunos grupos a desfiles y comisiones diversas, y todo lo demás que dicte la experiencia de cada cual.
El problema que tales festejos presentan al rendimiento escolar es que su preparación requiere empleo de horas y jornadas enteras en que la tarea del aula ha de ser irreparablemente abandonada. Pero hay más aún: los gastos que la familia debe efectuar a efecto de proveer a sus pupilos para el cumplimiento de esos fines.
Fines perfectamente prescindibles, al cabo.
Porque tales fiestas son primordialmente de índole familiar, no necesariamente del ámbito escolar.
Porque generalmente los festejados acuden al convite con desgano, ya que “siempre es lo mismo”, “igual que todos los años”, “pura perdedera de tiempo”, como se escucha opinar.
Porque los mismos organizadores acaban por hacerlos para cumplir un deber que impuso la costumbre, bajo el signo de la rutina, sin propósito de innovación.
Porque conllevan erogaciones innecesarias al presupuesto familiar.
Porque en su elaboración se dedica un tiempo que puede, debe ser dedicado mejor a cumplir los fines educativos, que es, de modo principal, para lo que docentes y discípulos se encuentran en la institución.
Porque, finalmente, la escuela se crea así una distorsionada imagen social de desperdicio de tiempo e incumplimiento de sus obligaciones fundamentales.

em_coronado@yahoo.com


HISTORIA


EFEMÉRIDES

MAYO

10 (1844). Se encargó del gobierno peninsular el coronel Francisco Palacios Miranda, de origen canario, quien cuatro años más tarde, luego de su defección a favor de los invasores norteamericanos en la guerra de 1846-1848, debió salir con éstos junto a trescientos colaboracionistas más.

13 (1744). Murió en San Francisco Javier Viggé-Biaundó el jesuita Jaime (o Santiago) Bravo. Fue sepultado en la iglesia de Loreto, que él mismo construyó.
Nació en Aragón, España, en 1684; ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en Toledo a los 16 años de edad, y en 1705 llegó a esta California como acompañante del padre Juan María de Salvatierra. Ordenado sacerdote en Guadalajara en 1719; un año después fundó la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz, junto con los también jesuitas Juan de Ugarte y Clemente Guillén. Quedó aquí como ministro y volvió a Loreto ocho años más tarde, donde fue rector y luego superior de las misiones californianas.


13. Caduaño festeja el día de su patrona la virgen de Fátima.

14 (1956). Murió en La Paz Fernando Jordán Juárez, de significativa producción periodística y literaria sobre Baja California Sur.
Nació en la ciudad de México el 26 de abril de 1920. Se inició en ingeniería, antropología y periodismo, donde se quedó a radicar. En Novedades fueron publicadas sus primicias: para la revista Mañana escribió luego una serie de reportajes sobre una expedición a las islas Revillagigedo. A poco tiempo de fundarse Impacto inició, a finales de 1950, un recorrido por toda la península bajacaliforniana, donde tuvo origen la colección de 25 artículos que tituló “La tierra incógnita” y que constituyeron el principio de su libro El otro México, texto ya clásico de la bibliografía californiana, editado por primera vez en 1951. Es autor, además, del poema “Calafia”, triunfador en los juegos florales de La Paz en 1955, y que fue elaborado veinticuatro antes de cerrarse el certamen; recibió por ello flor natural y quinientos pesos en efectivo.

15 (1914). “Salió el cabo [Leocadio] Fierro para La Ribera [del hoy municipio de Los Cabos], por cierto donde murió” [en duelo con Hilario Pérez, oficial de las fuerzas de Félix Ortega Aguilar, probable autor del corrido al cual pertenece el fragmento anterior]. Fierro, oficial de la gendarmería, pretendía interceptar un cargamento de armas proveniente de Sonora para los revolucionarios.

15. Celebra el día de su santo patrono el pueblo de San Isidro, cercano a La Purísima, en el municipio de Comondú.

LIBRERÍA



The Mexican War in Baja California, por Doyce B. Nunis, Jr., Dawson´s Book Shop (Baja California Travels Series, 39), Los Ángeles, 1977, 208 págs.

Importante publicación de documentos relativos a la invasión norteamericana a la península en los años 1846-1848, no sólo del capitán Halleck sino, en apéndices, el reporte sobre la batalla de Mulegé por el teniente Tunis A. M. Craven y el capitán Manuel Pineda; el del ayudante de pagador William R. Hutton y el teniente coronel Henry S. Burton acerca de la batalla de La Paz; de los sitios a San José del Cabo por el teniente Charles Heywood; de la batalla de San Vicente (en las cercanías de San José del Cabo) por el comandante Samuel F. Dupont; del rescate de norteamericanos prisioneros de guerra en San Antonio, por el capitán Seymour G. Steele; de la batalla de Todos Santos, por el mismo Burton y el capitán Henry M. Naglee; de la persecución a los defensores, también por Naglee; y una descripción de Baja California por Halleck.
Se ofrecen además informes muy valiosos e interesantes de los bajacalifornianos –algunos colocados del lado agresor- que participaron en las acciones militares, así como de los residentes que reclamaron pagos de daños ocasionados por la ocupación.
Ilustrativas de la época son las láminas que se reproducen de un pase de revista de la tripulación de la corbeta Dale, en La Paz, el 13 de octubre de 1847 (al día siguiente de su derrota en Mulegé); la lancha de ésta sorprendiendo a los mexicanos en la costa de Sonora el 11 de noviembre siguiente; el dibujo de un cactus de La Paz, por William Rich Hutton en enero de 1848; el plano de La Paz durante los ataques en noviembre y diciembre de 1848; una vista del mismo puerto; la entrada a su bahía; una escena de las operaciones de guerra por William Redmon Ryan; y 14 más con un mapa alusivo al final.
Todo el material proporciona un panorama muy completo, aun cuando desde el ángulo invasor, de los aspectos principales de la guerra que debió librarse contra los estadounidenses en la península.