ACTUALIDAD
SILVIA MOLINA EN
EL ÁGORA DE LA PAZ

Realizó
estudios de posgrado en Literatura Prehispánica y perteneció al seminario de
Traducción de Documentos en Náhuatl en el Instituto de Investigaciones
Históricas de la propia Universidad Nacional.
Fue
productora de libros especiales en editorial Promexa, directora editorial del
Centro de Información y Desarrollo de la Comunicación y la Literatura Infantil (CIDCLI)
y ediciones Corunda. Ha dirigido talleres de creación en Difusión Cultural y en
la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde impartió las materias de
Literatura Mexicana y Redacción durante varios años.

Una
nutrida asistencia disfrutó la amena charla de la expositora en el Ágora de La
Paz la noche de este viernes 8 de julio, al final de la cual hubo preguntas y
comentarios del público mayormente integrado por maestros, bibliotecarios,
promotores de lectura, padres de familia y en general personas interesadas en
la fértil tarea de sembrar en los niños el gusto por los libros.
HISTORIA
AQUEL DÍA NOS
QUEDAMOS SIN SOL

Alrededor
de este fenómeno estrictamente natural se produjo todo un movimiento cultural y
turístico. Si nos atenemos a la definición clásica de que “cultura es todo lo
que el hombre agrega a natura”, tuvimos que admitir como perteneciente al campo
cultural todo aquello que vimos suceder con motivo del fenómeno astronómico.
Habría
que empezar señalando que la concurrencia de la propia ciencia astronómica fue
de por sí uno de los ingredientes culturales del acontecimiento, posiblemente
el más relevante, con todo su acervo teórico, de científicos y aficionados e
instrumentos.
Participaron
lateralmente otras instancias culturales: el gobierno por conducto de sus
diversos sectores (turismo, educación, seguridad, servicios públicos, entre los
principales), los empresarios (hoteleros, restauranteros, comerciantes, etc.) y
la sociedad civil, de muy diversas maneras. Por su lado, la reorganización, la
coordinación y la administración constituyeron otros factores culturales
básicos en el asunto.

Por
su parte, la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM aceptó la
invitación del gobierno sudcaliforniano para llevar a cabo el proyecto “Siete
minutos sin Sol”, destinado a “resaltar el cúmulo de elementos estéticos que el
eclipse, por sí mismo, es capaz de generar”, considerando que de éste
“irradiarán imágenes que difícilmente serán reproducidas por los lineamientos
de la ciencia.”
El gobernador Víctor Manuel
Liceaga aludió al eclipse como “el más importante del siglo por la gran
cantidad de personas que podrán admirarlo. El estado de BCS, estadísticamente
tiene las mayores probabilidades de observación por su cielo despejado de nubes
en este tiempo. Nos interesa que el turismo que nos visite disfrute de su
estancia y se vaya con el deseo de regresar. La afluencia será en cantidad y en
calidad. Los más eminentes astrónomos, científicos y aficionados a la
observación solar estarán entre nosotros. Compartamos la hospitalidad
proverbial con la responsabilidad común...”

Aquel jueves 11 de julio de 1991, la Luna,
en su recorrido periódico alrededor de la Tierra, se colocó exactamente en
línea recta entre el Sol y nuestro planeta. Además, la Luna también estuvo casi
en el perigeo de su órbita alrededor de la Tierra, que es decir casi en su
distancia más cercana a nuestra morada en el sistema Solar.
En su recorrido por la República Mexicana,
la sombra de nuestro satélite natural pasó por 21 estados; BCS fue el primero y
Chiapas el último.
En la península bajacaliforniana, la sombra
lunar (la Umbra) entró a las 11:43 y 23 segundos y salió por Cabo Pulmo a las
11:57 con 12 segundos.
En la capital de BCS, la totalidad empezó a
las 11:47 y 26 segundos, y la duración total fue de 6:26 minutos.
Todo ello hizo memorable para siempre el
breve ocultamiento solar en Baja California Sur, y lo recordamos ahora, tantos
años después como si fuera ayer, que veinticinco años no es nada...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)