ACTUALIDAD
EN MIS RATOS DE SOLEDAD

La primera publicación la llevó a cabo el propio autor
en la ciudad de México, al regreso de su exilio, cinco años antes de morir. La
segunda (1977) estuvo a cargo del Patronato del Estudiante Sudcaliforniano, que
dirigía Jesús Murillo Aguilar, con prólogo de José Alberto Peláez Trasviña.
Personaje emblemático de la Sudcalifornidad principalmente
por las circunstancias guerreras que emprendió, Márquez de León se ofrece en
esta obra como un pensador: “Consagrado desde mis primeros años al servicio de
la patria –expresa en el ‘discurso preliminar’ del libro-, todos mis esfuerzos
se han encaminado siempre a un fin preferido, a su felicidad; y como me ha
tocado en suerte vivir en una época desgraciada, donde la virtud no es
favorablemente acogida por la generalidad de mis compatriotas, he tenido que
sufrir mucho.
Continúa: “Frecuentemente me han tratado de visionario
y loco todos aquellos que sólo saben rendir culto al interés privado. Nada he
podido adelantar en la vida política, porque son muy pocos los que quieren
seguir una bandera que lleve por lema desprendimiento...”
Y explica: “Persuadido de que el origen de los males
que pesan sobre mi país es la corrupción, ese veneno que mata la dignidad y
envilece a las naciones, me he propuesto combatirlo con la pluma, ya que contra
un enemigo tan temible por su ruindad, poco sirve la espada.”
Dice que “Las virtudes cívicas son la base única sobre
que los pueblos pueden levantar el edificio de su grandeza...”
Y como si tuviera visión anticipada de la Sudcalifornia
de nuestros días, afirma que “es necesario tener en cuenta el poco escrúpulo
con que hoy se oculta la verdad y se sacrifica el bien público al mezquino
egoísmo.”
Sostiene, al final de este preámbulo, que “he dado en
la manía de amar a mi patria con desinterés, de trabajar por ella de buena fe,
y acepto el calificativo de loco; y de un loco bastante raro en estos tiempos,
cuando es tan difícil que tal locura exista.”
Consta
de dos partes: la primera de siete capítulos, y la segunda, de siete también,
con un discurso final y cinco cartas, más tres adiciones sobre tratamientos de
otras preocupaciones de la época (finales del siglo XIX).
Así,
Manuel Márquez de León se nos entrega en este libro como hombre interesado en
los problemas de su tiempo, con una queja fundamental: “Las desgracias de mi
patria, a que nunca he podido ser indiferente, me han lacerado el corazón. Ella
ha sido víctima de la poca virtud e ilustración de sus gobernantes...”
Casi
un retrato de nuestro presente.
CRÓNICA HUÉSPED
CRÓNICA DE TEATRO
(Última parte)
Por Aníbal Angulo

En la segunda parte se presentaba Donde está la señal de la Cruz, de
Eugenio
O’Neill, en la que participaba también Bonita
Campillo.
Las funciones eran los martes, jueves y sábados
a las 20 horas.
Nacho del Río era el maestro de teatro [...]
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