ACTUALIDAD
PRESENTACIÓN EXCEPCIONAL
El
domingo 24 de este julio terminal, en San Antonio (a sesenta kilómetros al sur de
la capital sudcaliforniana, de casi 500 habitantes), fue presentado el libro "¡Que van a cerrar las minas!", de Rubén
Veytia Taylor, en edición de autor, lo que constituyó, a más de un acto
extraordinario en la antigua comunidad realeña, un hecho inusual en la ya larga
historia de actos de tal naturaleza en Baja California Sur.
La función comenzó con dos públicos: uno
interior integrado por la nutrida asistencia de invitados y personas
interesadas en el asunto, y el otro por una decena de ciudadanos que desde el
exterior, apoyados en los amplios ventanales enrejados de la Casa de la
Cultura, expresaban su inconformidad por el acontecimiento que realizaba gente llegada
de fuera, presumiblemente opuesta a los trabajos mineros, actividad histórica y
básica en la región.
Era evidente que se habían dejado llevar por
el título del texto y particularmente por dos opiniones acerca de la misma
obra, insertas en la cuarta de forros (o contraportada) del volumen: la primera
es un equilibrado tratamiento del tema, y la segunda abiertamente contraria al
tipo de minería que pone en riesgo la salud humana y de su entorno.
Atendidos oportunamente por la mesa
principal que formaban el autor, el comentarista Raúl Antonio Cota y el
conductor del programa, los hombres y mujeres apostados en las rejas recibieron
invitación respetuosa a decir su verdad dentro de la sala; algunos accedieron y
se formó entonces un diálogo de lo más interesante, que arrojó como conclusión
que a todos hacía falta mayor información sobre el tema, ya que el libro se
limita a plantear una serie de imaginarias entrevistas a un agricultor, un
ingeniero, un comerciante e individuos de otros oficios y profesiones, de todo lo cual
resulta un conjunto comedidamente ponderado respecto a esa polémica cuestión.
Se dijo entonces que los sanantonianos
tienen muchas razones para sentirse orgullosos de su historia, pues en su
región (Santa Ana, precisamente) tuvo lugar el primer registro, en todas las
Californias (comprendidas desde cabo San Lucas hasta Alaska), de esa actividad
exclusivamente humana que es el trabajo, ya que éste tiene como requisitos la
libertad, la voluntad más la debida retribución, y eso únicamente se dio a
partir de las labores que llevó a cabo aquí la empresa minera de los hermanos
Manuel y Antonio de Ocio, totalmente fuera de la jurisdicción misionera, que
jamás permitió el trabajo propiamente dicho de los neófitos, al margen de las
tareas que obligadamente debían efectuar.
En esta zona, el visitador Joseph de Gálvez
y el franciscano Junípero Serra (santificado hace poco tiempo por el Vaticano) planearon en 1769 la “Expedición Sagrada” hacia
el poblamiento de la Alta California, que en el mismo año cubrió su primera
etapa con el establecimiento de la misión de San Diego de Alcalá, a
base de múltiples elementos sustraídos a las misiones peninsulares y una embarcación
decomisada a los hermanos Ocio.
Fue también aquí donde se creó el primer sitio
de carácter civil de las Californias, pues antes de él todo estuvo administrado
por el régimen jesuítico, de contenido, objetivos y autoridad obviamente teocráticos.
HISTORIA
EFEMÉRIDES DEL 1
AL 7 DE AGOSTO EN BCS
El 1 de agosto de 1769. Murió
el científico francés Chappé d’Auteroche en San José del Cabo, donde fue
sepultado. (Dibujo de Alexander-Jean Nöel.)
Había encabezado la expedición que viajó de Europa al sur peninsular
para observar el tránsito de Venus por el disco solar, que había ocurrido el 3
de junio anterior.
El
2 de agosto de 1721. El jesuita Clemente Guillén estableció la misión de
Nuestra Señora de los Dolores, en sustitución de la de San Juan Malibat (o Ligüí), que había quedado despoblada principalmente por epidemias,
falta de agua y conflictos intertribales.
El 3 de agosto de 1913. Llegó Félix Ortega Aguilar a La Ribera, donde -como
lo expresa en un documento- procedió a organizar sus fuerzas, dividiéndolas en
dos columnas, una bajo su mando directo y la otra bajo el del mayor Benito
Estrada, segundo jefe del movimiento. (Fotos en sepia del libro La Revolución en BCS, de Felipe Ojeda Castro.)
De La Ribera continuaron hacia el sur a
efecto de hacerse de cabalgaduras y más elementos; llegaron al rancho de La
Trinidad el 5 del mismo mes, y de allí mandó emisarios a distintos rumbos a
reclutar gente. El 6 en la mañana avistaron una columna de caballería de 50
hombres mandada por el comandante de la gendarmería Carlos González y el 2o.
comandante Leocadio Fierro. La tropa de Ortega contaba con 59 hombres mal
armados y sin ninguna experiencia en la guerra; después de consultar a sus
oficiales, le manifestaron que toda la tropa estaba en perfecto estado
y deseosa de entrar en combate.
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