ACTUALIDAD


QUITAR MÁS QUE EL NOMBRE

De pronto, con un golpe artero e inesperado, el poder ejecutivo federal nos hizo saber la nula significación que para él tiene la soberanía de uno de los estados que integran a la federación mexicana.
Tal vez supuso que el único efecto de tal aberración sería la modificación señalada por el acuerdo publicado el pasado 17 de noviembre; pero no: el atropello infligido a los sudcalifornianos con el cambio de nombre de una de sus islas, resulta más que eso...
Porque junto al riesgo de perder un elemento imprescindible de la nomenclatura regional, estamos perdiendo también respetabilidad a la figura presidencial, a la del secretario de Gobernación y a un organismo como el Inegi, que quizá piensen que la cantidad de habitantes de Baja California Sur debe estar en razón directamente proporcional al respeto que merecen sus valores y dignidad.
Si bien la secretaría de Gobernación es la “dependencia encargada de administrar las islas de jurisdicción federal”, y suponiendo, sin conceder, que la de Cerralvo se halla entre ellas, habría que establecer con claridad si “administrar” (del latín ad-ministrare: servir), aparte de dirigir y regir incluye la facultad de modificar, en este caso el nombre de un bien bajo su administración.
Con esa acción insólita, sin nosotros deberla ni temerla, el régimen nacional no sólo se inmiscuyó en la soberanía estatal, sino en las múltiples significaciones de nuestra historia, en nuestros mitos, creencias, fortalezas e identidad.
De un plumazo agredió, hasta ahora impunemente, la autoestima de una sociedad que se siente aún más desamparada cuando ve que su gobernante demora una semana en reaccionar públicamente a la felonía, mediante un boletín de prensa donde anuncia que enviará un extrañamiento al presidente y demás involucrados en ella, no por el hecho mismo de pretender la modificación toponímica, sino por no haber efectuado una consulta previa a su gobierno y a la población afectada.
Tenemos la certeza de que ello, más que un extrañamiento, merece el inicio de una acción de inconstitucionalidad. Pero sabemos que ello no ocurrirá mientras la cautela política prime sobre el decoro colectivo.
El congreso local y el ayuntamiento de La Paz se hallan aún lejos de exigir la revocación del nefasto acuerdo, a pesar de que la isla Cerralvo y su nombre pertenecen al territorio cuya integridad tienen el compromiso de salvaguardar.
Y, hasta este momento, las voces de nuestras dos legisladoras y ambos senadores son las únicas que se han hecho oír en las cámaras del Congreso de la Unión.
Con quitar el nombre de nuestra isla, los sudcalifornianos estamos perdiendo asimismo la certidumbre de la autonomía que se requiere para vivir en libertad, en paz y democracia.
Intentan así cancelar igualmente la confianza de esta comunidad en su propia valía; la inhabilitan y cancelan el derecho elemental de poseer, amar y cuidar sus propias designaciones: ya ha ocurrido con las de California (“baja”, “baja sur”), Loreto (“loreto bay”), Ensenada de Muertos (“bahía de los sueños”) y El Mogote (“paraíso del mar”), por citar algunos pocos ejemplos de la serie de agresiones que nuestra entidad está recibiendo desde hace tiempo, en la procuración infame de eliminar lo suyo para imponerle lo ajeno.
Tal vez estemos aún a tiempo de contenerla con la defensa insobornable y el fortalecimiento de los valores que han constituido a esta parte de México, que desde siempre ha decidido serlo pese a muestras de incomprensión como la que ahora nos ocupa, y, mediante el vigor de la historia común, impedir más embates y fisuras al espíritu sudcaliforniano.
¿No basta ya?
¡Sí, basta ya!
Por lo pronto, el presidente de la República, el secretario de Gobernación, el presidente del Inegi y el director de Geografía y Medio Ambiente de este instituto deben una disculpa y la debida retractación del acuerdo al pueblo de Baja California Sur.
Las esperamos.

Correo e: em_coronado@yahoo.com

HISTORIA


EFEMÉRIDES

DICIEMBRE

17 (1736). Las fuerzas coloniales sofocaron en definitiva la rebelión de los pericúes, que se había iniciado el 1 de octubre de 1734.

”El domingo 16 [de 1736] empezaron a venir los de Todos Santos, a quienes dije de boca lo que ya les había enviado a decir. Todos se mostraron obedientes, prontos y contentos en todo lo que se les decía. Mas cuando podía esto causar alguna alegría, la apagaba totalmente la falta de víveres, el no tener qué dar, y el ver, así a los indios auxiliares como a los que iban viniendo, todos hambrientos, pues aunque éstos, mientras están en los montes no les falta, en viniendo a la misión nada tienen si el padre no se lo suministra. Fuera de esta congoja se atravesaban, o iba el demonio atravesando otras no pequeñas y no de menor monta que paso en silencio por justas causas, puede sí suceder que se atraviesen de suerte las circunstancias en que pueda apuntarlas. El común enemigo [Satanás] se veía ya casi del todo vencido y echaba por todas partes el resto por no perder tanta presa que ya juzgaba y contaba por suya, tenía ya abiertas brechas por todos lados y ponía en todos montes de dificultades fantásticas con qué atajar al que no las conociese, y por otra parte no dejaba piedra por mover para que se tuviesen por verdaderas. Siempre había yo juzgado que el plantar la cruz era empresa que costaba congojas y muchas, pero jamás pensé que tantas, tan grandes y tan continuas.

El día 17 por la tarde volvió el teniente con las escuadras que habían salido en solicitud de los apóstatas de la misión de San Joseph. Habíanse recogido muchos a la sierra pero no les valió el asilo, porque habiendo enviado el teniente espías, descubrieron las lumbradas y luego el teniente con todos dirigió para ellos el rumbo. Antes de llegar mandó que todos quitasen a los caballos sus sillas para que no hiciesen ruido en lo espeso del bosque; así anduvieron en pelo más de una legua y por camino tal que después de vuelta no pudieron andar. Acercados ya ellos mandó que todos desmontaran, dejaran los caballos y fuesen a pie rodeando a los apóstatas. Dispúsose todo y al romper el nombre dieron en ellos; aunque dispararon los contrarios algunas flechas no pudieron lograr el que no se cerrasen todos los nuestros; consiguieron con todo el huir algunos, y los otros quedaron en el campo. Fue la facción en sábado y día de la octava de la Concepción Purísima y a vista de la misión de San Joseph en donde habían cometido tantos insultos y sacrilegios.

Este lance, en que consistió no sólo el logro y la victoria, mas también la restauración, fue por todos lados maravilloso. Lo primero por encontrar con el mayor número. Lo segundo, por conseguirse en la sierra. Lo tercero, porque habiéndose antes malogrado otro, no fueron avisados -como suelen-, y más estando tan cerca. Lo cuarto, porque se hizo lumbre en donde podían descubrir a los nuestros. Lo quinto, el no dispararse ya estando cerca una escopeta, encendiéndose casualmente el cebo, que con el disparo todos se hubieran huido, perdido la victoria, el trabajo y se hubiera detenido y hecho más difícil la restauración.

Quedaron de los nuestros heridos cuatro indios auxiliares, aunque ninguno de muerte, ni aun de riesgo, si no es uno que luego lo sacó la señora [virgen María] de él -a quien devotamente invocó-, quedando por manos de otros el agresor en el tiro. La herida fue en la parte peligrosa, pues fue en el lado del corazón, y la flecha tanto prodigio fue el que no llegara al corazón como el que de la herida que hizo quedara sin riesgo. Con esta facción fue más confirmado en lo que había prometido el capitán de Anicá, y los otros temiendo más se mostraron y vieron cada día más humildes y obedientes...”

Tomado de La rebelión de los californios, 1734-1736, por Sigismundo Taraval, edición de Emc, Editorial Doce Calles, Aranjuez (Madrid), 1996.

LIBRERÍA


La rebelión de los californios, 1734-1736, por Sigismundo Taraval, edición de Eligio Moisés Coronado, Editorial Doce Calles, Aranjuez (Madrid), 1996.

Documento debido al misionero jesuita que atestiguó la insurrección de los pericúes durante el periodo que indica el título.
La obra consta de 196 páginas y contiene además un erudito ensayo, a modo de presentación, del doctor Salvador Bernabéu Albert, quien opina que:
“En vísperas del tercer centeneario de la fundación de Loreto (1697), la aparición de esta obra inédita... no sólo vendrá a llenar un vacío en las bibliotecas californianas, sino que enriquecerá el estudio del pasado con una de las miradas más desconocidas y desconcertantes del periodo colonial.”
El documento original se encuentra en la biblioteca Newberry, de Chicago, a donde fue a parar después de bastante tiempo de pasar por varias manos. Es informe rico en muchos sentidos, no sólo por lo que atañe a la descripción detallada de los sucesos relativos a la sublevación indígena... Ahí se proporcionan también importantes noticias etnográficas, demográficas, geográficas, económicas y de interés en otros muy diversos órdenes.
A Baja California Sur llegó sólo una corta cantidad de ejemplares que fueron colocados en las bibliotecas públicas del estado, pero puede adquirirse todavía en la dirección: http://www.docecalles.com/b2c/index.php?page=pp_producto.php&md=0&codp=1084.