SINFONÍA EN EL MAR DE CORTÉS

ACTUALIDAD

SERVILLETARIO*

Resulta sorprendente la múltiple utilidad que podemos o solemos dar a las cosas. Un libro, por ejemplo, puede ser de más provecho que su sola lectura: es capaz de darnos sombra, golpear con su lomo a algún impertinente, fijar una mesa desequilibrada, cubrirnos la cara cuando queremos pasar desapercibidos, en fin...

   Gabriel García Márquez escribió sus conocidos 12 cuentos peregrinos en sendas servilletas que tenía a mano cuando le llegaba la idea de un texto en cualquier café o casa donde se hallara. Lo dijo en la parte introductoria de la primera edición. 

   Los dueños de restaurantes ya saben que los peores depredadores de servilletas son los niños, los escritores y los dibujantes, aparte de los griposos que muestran su consideración por los demás, usando servilletas a costillas de la empresa.

   Jesús Flores ni siquiera espera a que le llegue la luz del tema para empezar a hacer trazos en la pieza de papel de los comensales a su alcance, en tanto escucha las cosas que se expresan en la reunión. Buena manera de beneficiar el tiempo mientras se expresan cosas inteligentes o se dicen boberías, podemos añadir.

   Pero él mismo cuenta que esta grafomanía le viene desde sus tiempos estudiantiles; eso lo dirá mejor el autor de este Servilletario, que es resultado estético de un impulso vital y tal vez imprescindible, que para el movimiento artístico sudcaliforniano constituye una revelación afortunada.

   Pero eso lo dirán mejor ustedes con cuya generosa presencia inauguran la presente exposición que como cronista de La Paz me ha producido gran gusto promover con la complicidad del licenciado Flores Romero, la Alianza Francesa y este Centro Cultural Roger de Conynck, incluido todo su numeroso staff que integran Rubén Sandoval y Bonifacio Hernández.

   Que ustedes la disfruten.


* En la apertura de la exposición, el 25 de junio de 2015 en la Alianza Francesa de La Paz, BCS.

CRÓNICA HUÉSPED

SILUETAS REGIONALES

Por José Rogelio Olachea Arriola.*

Para nosotros, en particular, recordar sí es vivir. Traemos a colación los recuerdos de una ciudad de los años 1950-51, cuando un grupo de amigos gozábamos de la quietud conventual de la plaza Velasco, en torno al monumento a Juárez, al centro de la pileta. Ocupábamos las bancas de cemento de dos asientos.
   Una tarde de cada día, incluso los sábados y domingos, encaminábamos un perímetro romántico del jardín, atrás del viejo palacio de gobierno, para charlar con las chicas de la secundaria Morelos, e ir enseguida a la nevería de doña Ever de Román (Independencia y B. Domínguez) y bajar al cine Juárez a ver una película de Luis Aguilar, Jorge Negrete y Pedro Infante, con las estrellas María Félix y Dolores del Río, y al salir de la sala todos asistíamos al malecón a ver el crepúsculo...  
   Cuántos establecimientos comerciales recordamos,como la panadería El Paso, de doña Felícitas Sánchez, en la calle Ezquerro; Luciano Geraldo, en la avenida Revolución y Allende.
   La tienda de Rafael de la Peña, en 16 de Septiembre y Revolución, con su típica bomba de gasolina tubular. Allí adquiríamos mercancía y saludábamos a tantos dependientes: el Toño Flores Mendoza, la Chayola Salgado, Rogelio Salgado de la Peña, D. Loretito T., Ramón Pedrín...
   En la Serdán y 16 de Septiembre la tiendita de don Salomón Díaz, en donde daban el pilón clásico; La Voz del Pueblo, de don José Romero, en Degollado y Serdán, en la cuadra del cuartel Pineda, en donde observábamos el cambio de guardia del 5o. Batallón de línea. Nos mandaban a comprar leche fresca en el comercio de don Esteban Talamantes, en Altamirano 101, en donde llegaba el pan caliente de la tahona.
   En aquellos días operaba la línea aérea Aerovías Contreras, con aviones Douglas DC-3, para 24 y 21 pasajeros; su agente era don Guillermo Escudero.
   Allá en avenida Bravo operaba la tienda mixta de don Salomón Castro. No olvidamos La Palma, de don Isidoro Scholnick; La Ciudad de Viena, de don Salomón Tuchmann, en Zaragoza y Artesanos. El Ancla, de J. Rosario Castro; don Francisco Loubet vendía gas L. P., en hotel Palma en Ezquerro.
   Dentro del apacible ambiente, cuando caminábamos por la 16 rumbo a la playa, saludábamos a don Manuel Wong conversando con don Agustín Arriola, ganadero que fuera gobernador civil del Territorio de 1920 a 1924. Tenía sus oficinas por el rumbo, y su casa en avenida Ezquerro.
   También operaba la ruta de Aeronaves, con su agente Emilio Alcedo Arantxasti. Don Miguel L. Cornejo era comerciante en productos del rancho Las Aripas, con oficinas en A. Obregón 73, sur. Don Luis Unzón Cordero tenía la tienda La Triunfeña en B. Domínguez No. 29, mientras don Goyo Chávez M. vendía en Guillermo Prieto y 16 de Septiembre, los mejores licores. Don Antonio Cota Carrillo adquiría pieles de res para una tenería, en Ignacio Ramírez. La Agencia Von Borstel y Castro operaba los buques motores Araguán, Edna Rosa, Arturo y Blanco, en Lerdo y Álvaro Obregón. El hotel Los Arcos se iniciaba con su gerente Sabino Pereda.
   Rafael Leana Rojas operaba el cine California, en Revolución 68, en donde hoy está La Sirena.


* En revista Sudcalifornidad, dirección de Mercedes Acuña Peralta, núm. 11, agosto de 1991, pág. 16.