EN LA SEMANA DE HISTORIA DEL GRUPO CAHEL, A. C.

EL ENCUENTRO DE DOS MUNDOS EN LAS CALIFORNIAS*


El 3 de mayo de 1535 fue el día en que se abrió al saber de otra cultura y al quehacer de otra historia la tierra californiana. Fue la fecha en que llegó a su encuentro Hernán Cortés, el conquistador de Tenochtitlan.

            Ahí estaba el marqués del Valle de Oaxaca comandando su quinta y penúltima empresa por el océano Pacífico, en busca de la supuesta isla a la que la leyenda impondría poco después el mágico nombre de California.

            Aquí habían arribado un año y medio antes los tripulantes del barco La Concepción, enviados por Cortés y amotinados contra su jefe Diego Becerra, al que asesinaron encabezados por el piloto Fortún Jiménez. En su huida hallaron accidentalmente la península después llamada de la Antigua o Baja California, donde habitaron por poco tiempo en lo que hoy es La Paz, hasta que los abusos de los extranjeros produjeron la impaciencia de los indígenas, quienes quitaron finalmente la vida al propio Jiménez y a una veintena de sus compañeros.

            Los pocos que quedaron debieron abordar su nave y escapar; llegaron a tierras del actual estado de Sinaloa donde dieron a conocer la gran riqueza de perlas que poseía la tierra recién vista por ojos europeos. Esas noticias y la idea de rescatar su embarcación decidieron al Extremeño a viajar hasta este punto de la mar del Sur.

            Tres barcos constituyeron la expedición: San Lázaro, Santa Águeda y Santo Tomás, bien abastecidos de provisiones y gente, entre la que se contaban carpinteros, herreros, marinos, médicos, religiosos y soldados. Mandó las naves desde Acapulco hasta el litoral de Sinaloa, y él con algunos de sus hombres marchó por tierra. Parte del contingente y los bastimentos quedaron en la misma costa sinaloense, y la flota se echó al mar el 15 de abril de 1535 con rumbo al poniente.

            Dieciocho días más tarde, después de haber avistado el extremo sur de la península (que luego recibió el nombre de cabo de San Lucas: Yenecamú en lengua pericú) y penetrado por el golfo, estaban dentro de esta bahía el capitán general de la Nueva España y su gente.


            El 3 de mayo es todavía, en el calendario cristiano, el día de la Santa Cruz; por ello recibió esta denominación la tierra que recién ponía Cortés bajo el dominio de Carlos I, y que Sebastián Vizcaíno rebautizaría en 1596 como La Paz, topónimo que prevaleció en definitiva.

            Nada similar era aquello al mundo de maravillas que todos esperaban. El paisaje físico poco pudiera alentar a quienes venían en busca de riquezas fáciles, y el humano sólo les ofrecía agrupamientos espontáneos en dura lucha por la supervivencia en un medio difícil, y cuya evolución, por este motivo, había quedado detenida en la recolección de frutos, la caza y la pesca.

            En el informe de Francisco Preciado, integrante de la expedición de Francisco de Ulloa (1539-1540), también costeada por Cortés, se comenzó a dar el nombre de California a esta tierra, principalmente en referencia a cabo San Lucas.

            Luego de conocerse su existencia por el resto del mundo, su atractivo aumentaría por la posibilidad que para España representaba de plantar defensas contra la piratería, así como puntos estratégicos de expansión hacia el norte y el oriente. Para las órdenes religiosas significaba atraer más almas a la fe cristiana. Y por lo que toca a las ambiciones particulares, la probabilidad de obtener grandes ganancias en la pesquería de perlas, por citar sólo algunos aspectos sobresalientes del irresistible “llamado de California”.

            Ahí permaneció casi dos años el conquistador, afanándose por hacer progresar la fundación. No obstante que en persona procuró socorros a los colonos poniéndose él mismo a punto de perecer, y a pesar de que recorrió la costa en busca de mejor sitio, tuvo al cabo que volverse a México-Tenochtitlan, dejando el provecho de los conocimientos geográficos obtenidos. Desde esos acontecimientos, el golfo recibió los nombres de California y de mar de Cortés, que todavía conserva.

            El puerto y bahía de Santa Cruz, en la primera California de todas, quedó así incorporada para siempre a la historia y la geografía universales.

* Primera de 5 partes leída en la Universidad Lasalle campus Cancún, dentro del XL Congreso Nacional de Cronistas Mexicanos y I Internacional de la Crónica, el 
6 de septiembre de 2017. El texto in extenso aparecerá en el vol. II de la memoria respectiva.

SAN FRANCISCO JAVIER VIGGÉ-BIAUNDÓ