HOMENAJE
El 3 de mayo de 2016, CDLXXXI aniversario de la fundación de La Paz, murió Chayito Morales, autora de la canción "Puerto de ilusión", dedicada a la capital sudcaliforniana. El presente constituye un reconocimiento póstumo a la eximia jalisciense.
REFLEXIÓN
BAJAR LA HISTORIA

Mas no sólo porque es modo de corresponder a quienes con su trabajo en
otros campos sustentan las tareas de los historiadores, sino porque es la gente
el elemento fundamental (lo que está en el fondo) de los hechos y fenómenos que
nutren al recuento del pasado y constituyen la base del acontecer colectivo (de
la humanidad, del país, de la aldea).

Los otros reinos de la naturaleza sólo tienen la historia que les ha
creado el hombre; únicamente éste tiene la historia que ha construido por y
para sí mismo y la afirmación propia en su tiempo y espacio.

DISCURSO HUÉSPED
24
DE MAYO DE 2014

El
maestro Vallarino tal vez fue el último médico de nuestra entidad que ejerció
la medicina general y luego se dedicó a una especialidad con la calidad de
líder en ambas ocupaciones de la misma profesión, y considero que sería
insuficiente leer un listado curricular para referirme a la cálida y positiva
trayectoria de este hombre que nació en el D.F. en 1928, recibiéndose en la
Facultad Nacional de Medicina (UNAM) en 1955.
Su
amor por Baja California Sur fue un amor a primera vista: Según él lo relató,
en mayo de 1956 vino a la paz de vacaciones en viaje por mar en “El Blanco”,
barco de grandes recuerdos para los sudcalifornianos, y refiriéndonos a su
propia expresión “quedó cautivado” con la sola contemplación de la ciudad desde
el mar en el arribo, y más gratamente impresionado al desembarcar, con el
contacto hospitalario de los paceños de hace medio siglo.
Desde
ese momento decidió que viviría en La Paz, y solamente regresó por sus efectos
personales y a arreglar rápidamente unos asuntos a la ciudad de México,
llegando de nuevo a nuestro puerto el 2 de Julio; según su versión “a mitad del
verano y de traje y corbata”.
Inmediatamente
rentó un consultorio, en el barrio del Manglito, y empezó esa labor paciente,
afectuosa y eficiente de clínico-cirujano que siempre lo caracterizó y que hizo
que hasta fechas relativamente recientes su consultorio estuviese concurrido de
pacientes no sólo del estado sino en ocasiones de estados vecinos que
encontraron en él, el apoyo necesario para la recuperación de la salud.
Durante
7 años asistió y trabajo intensamente según su costumbre, aunque sin percibir
salario, o sea como honorario, en el hospital Salvatierra, entonces en la calle
Madero; y en 1962, al muy poco tiempo de iniciarse el I.S.S.S.T.E. en el
Estado, a la sazón dirigido por el Dr. Guillermo Corssen Luna, acepto una plaza
de médico general, encargándose de toda la cirugía, arte y ciencia en la que ya
para entonces tenia una muy bien ganada fama de eficiente y responsable.
Desde
entonces, no podemos saber cuantas veces, el Dr. Vallarino acudió con su
destreza, con su bisturí y con su sapiencia clínica en apoyo de Leonarda
Rivera, quien para entonces era la enfermera partera del I.S.S.S.T.E. y, a la
jubilación de ésta, en apoyo de su sucesora, la enfermera Adelina Flores.
Tampoco
podemos saber cuantas noches fue despertado al ser solicitada su asistencia por
el interno de turno para que resolviera algún problema grave, o por otro colega
que solicitó su ayuda, ni cuántas veces fue arrancado del juego con sus hijos o
de la cálida reunión familiar o de la alegre fiesta para ser consultado, para
operar o simplemente para tranquilizar a nuestros frecuentemente angustiados
pacientes o a sus familiares.
Guillermo
Vallarino, en la Ciudad de La Paz desde 1956, salvó muchas vidas, aplicando
innumerables tratamientos exitosos y debe, lógicamente, haber sufrido algunos
fracasos de los que solamente tienen los médicos que trabajan entre “el pus y
la sangre”, como decía Ambrosio Paré; sabemos que es imposible encontrar
dolorosos fracasos entre los medianos, éstos solo se ven entre los que vuelan
alto, entre los que ayudan mucho, entre los que arriesgan por ir adelante; por
ello sabemos que Guillermo Vallarino debe haberlos pasado algunas veces entre
tan florida actividad bienhechora e innovadora, porque entre nosotros fue un innovador
en muchos aspectos; fue el primero que aplicó procedimientos quirúrgicos a las
fracturas de codo y que aplicó clavos en las fracturas de cadera. Antes de la
llegada de los cirujanos plásticos, reunió una casuística de más de 80 casos
reconstruidos de lo que entonces se llamaba “labio leporino”; hizo un programa
de cirugía correctiva de “pie both” también con muy buenos resultados, y no
fueron pocos los pacientes intervenidos en cráneo para descompresión, así como
de columna vertebral.
También
realizo muy satisfactoriamente cirugías de muy alto riesgo y con alto grado de
dificultad como atresias intestinales en recién nacidos.
Su
ingenio nos proporcionó la posibilidad de aplicar instrumental especial para
algunos procedimientos, en otros usos muy diferentes y útiles como su técnica
de minilaparatomía con la aplicación de anoscopio desechable, y lo vimos entrar
al mundo moderno de la microcirugía utilizando sus lupas para resolver
problemas de fertilidad.
Toda
esa obra aquí rápidamente relatada implica una vida de entrega a la profesión,
a la sociedad, a nosotros sus alumnos quienes nos hemos estimulado con sus
deseos de progreso, su permanente actualización, su paciencia y serenidad,
entre otras cualidades, además del trato gentil y siempre caballeroso.
Al
analizar la trayectoria del maestro Guillermo Vallarino, resalta su capacidad
de adaptación a los nuevos tiempos, los tiempos de los especialistas, y en 1972,
mediante un examen, el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia lo
certificó como especialista; en 1973, por sus múltiples y parcialmente ya
relatados méritos fue admitido en el Colegio Americano de Cirujanos, y en 1976
el Consejo Mexicano de Cirugía General lo certificó también como especialista.
Es
fundador del Colegio Medico de La Paz, del cual fue presidente, así como de la
Asociación Sudcaliforniana de Ginecología y Obstetricia. Fue el coordinador de
aquellas primeras Jornadas Médicas Sudcalifornianas; conferenciante en
innumerables eventos académicos y asiduo participante en Congresos Nacionales e
Internacionales.
Estamos
seguros de que esta brillante trayectoria tuvo su soporte en el medio de la
vida familiar, en el seno de la familia, que formó con su inolvidable Yolanda y
sus hijos Yolita, Guillermo, Lilia Elena, Adriana, Cinthia y Carlos, así como
ahora once nietos.
Aún
con toda esta actividad, se dio tiempo para desempeñar el cargo por elección de
secretario general de la sección sindical de trabajadores de la secretaría de
Salubridad y Asistencia.
Como
docente, su trayectoria fue brillante: Guillermo Vallarino es vivo ejemplo de
lo que ahora se quiere explicar en Educación Médica como “curriculum oculto”, y
que se refiere a lo que se enseña con el actuar tanto en el aula como al pie de
la cama del paciente, en el consultorio, en el quirófano, en la sala de partos,
en el pasillo y hasta en la calle; su presencia y apoyo han sido indispensables
en la formación de nuevos ginecólogos que ahora ejercemos en diferentes partes
de México.
Imposible
que esta obra escape al reconocimiento de las autoridades, de las instituciones,
de los colegas, de los pacientes y sobre todo de la sociedad en su conjunto,
que aparte de agradecer en todo lo que vale la actuación profesional del doctor
Guillermo Vallarino, sin duda siempre le manifestará su reconocimiento tan
merecido.
A
nombre de todos, maestro Vallarino, muchas gracias por su apoyo, por su afecto
y, sobre todo, por su ejemplo, Usted nunca se ha ido; mientras se trate de
evocar un trato gentil y una actuación profesional de excelencia, usted
continuará presente.
Que
haya paz en el camino: Gustavo Farías Noyola.
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