HOMENAJE



El 3 de mayo de 2016, CDLXXXI aniversario de la fundación de La Paz, murió Chayito Morales, autora de la canción "Puerto de ilusión", dedicada a la capital sudcaliforniana. El presente constituye un reconocimiento póstumo a la eximia jalisciense.

REFLEXIÓN

BAJAR LA HISTORIA

La producción historiográfica que se convierte en libros, aplausos (y pequeños celos, a veces) de los colegas, así como incrementos del currículum (incluidas las percepciones pecuniarias, como resulta justo), es del todo necesario que llegue a quienes desde su modestia la hacen posible: los contribuyentes, y de la manera más clara.

   Mas no sólo porque es modo de corresponder a quienes con su trabajo en otros campos sustentan las tareas de los historiadores, sino porque es la gente el elemento fundamental (lo que está en el fondo) de los hechos y fenómenos que nutren al recuento del pasado y constituyen la base del acontecer colectivo (de la humanidad, del país, de la aldea).

   Existen otras formas de animar la vida comunitaria, sin duda, pero la información histórica tiene significación privilegiada, porque obtenerla  permite un ejercicio inmejorable de autoconocimiento, aporta asideros para los emprendimientos presentes y otorga fortalezas para lo que viene.

   Los otros reinos de la naturaleza sólo tienen la historia que les ha creado el hombre; únicamente éste tiene la historia que ha construido por y para sí mismo y la afirmación propia en su tiempo y espacio.


   Por tanto habrá que creer que el empeño del indagador debiera descender, como la luz, de los parnasos a la tierra llana en prácticas constantes que conduzcan a compartir el saber histórico con los jóvenes, agrupaciones gremiales, organismos de toda índole, con el propósito claro de comunicar lo que se sabe para enriquecer el espíritu público y alentar el orgullo cívico, más que para promover el saber por el saber mismo, que la sabiduría es semilla fértil cuando se esparce adecuada y generosamente.


 

DISCURSO HUÉSPED

24 DE MAYO DE 2014

Hoy no perdemos solamente a una persona, estamos asistiendo a la pérdida de un emblema cultural de la profesión, de la sociedad y del espíritu humanista en general.

El maestro Vallarino tal vez fue el último médico de nuestra entidad que ejerció la medicina general y luego se dedicó a una especialidad con la calidad de líder en ambas ocupaciones de la misma profesión, y considero que sería insuficiente leer un listado curricular para referirme a la cálida y positiva trayectoria de este hombre que nació en el D.F. en 1928, recibiéndose en la Facultad Nacional de Medicina (UNAM) en 1955.

Su amor por Baja California Sur fue un amor a primera vista: Según él lo relató, en mayo de 1956 vino a la paz de vacaciones en viaje por mar en “El Blanco”, barco de grandes recuerdos para los sudcalifornianos, y refiriéndonos a su propia expresión “quedó cautivado” con la sola contemplación de la ciudad desde el mar en el arribo, y más gratamente impresionado al desembarcar, con el contacto hospitalario de los paceños de hace medio siglo.

Desde ese momento decidió que viviría en La Paz, y solamente regresó por sus efectos personales y a arreglar rápidamente unos asuntos a la ciudad de México, llegando de nuevo a nuestro puerto el 2 de Julio; según su versión “a mitad del verano y de traje y corbata”.

Inmediatamente rentó un consultorio, en el barrio del Manglito, y empezó esa labor paciente, afectuosa y eficiente de clínico-cirujano que siempre lo caracterizó y que hizo que hasta fechas relativamente recientes su consultorio estuviese concurrido de pacientes no sólo del estado sino en ocasiones de estados vecinos que encontraron en él, el apoyo necesario para la recuperación de la salud.

Durante 7 años asistió y trabajo intensamente según su costumbre, aunque sin percibir salario, o sea como honorario, en el hospital Salvatierra, entonces en la calle Madero; y en 1962, al muy poco tiempo de iniciarse el I.S.S.S.T.E. en el Estado, a la sazón dirigido por el Dr. Guillermo Corssen Luna, acepto una plaza de médico general, encargándose de toda la cirugía, arte y ciencia en la que ya para entonces tenia una muy bien ganada fama de eficiente y responsable.

Desde entonces, no podemos saber cuantas veces, el Dr. Vallarino acudió con su destreza, con su bisturí y con su sapiencia clínica en apoyo de Leonarda Rivera, quien para entonces era la enfermera partera del I.S.S.S.T.E. y, a la jubilación de ésta, en apoyo de su sucesora, la enfermera Adelina Flores.

Tampoco podemos saber cuantas noches fue despertado al ser solicitada su asistencia por el interno de turno para que resolviera algún problema grave, o por otro colega que solicitó su ayuda, ni cuántas veces fue arrancado del juego con sus hijos o de la cálida reunión familiar o de la alegre fiesta para ser consultado, para operar o simplemente para tranquilizar a nuestros frecuentemente angustiados pacientes o a sus familiares.

Guillermo Vallarino, en la Ciudad de La Paz desde 1956, salvó muchas vidas, aplicando innumerables tratamientos exitosos y debe, lógicamente, haber sufrido algunos fracasos de los que solamente tienen los médicos que trabajan entre “el pus y la sangre”, como decía Ambrosio Paré; sabemos que es imposible encontrar dolorosos fracasos entre los medianos, éstos solo se ven entre los que vuelan alto, entre los que ayudan mucho, entre los que arriesgan por ir adelante; por ello sabemos que Guillermo Vallarino debe haberlos pasado algunas veces entre tan florida actividad bienhechora e innovadora, porque entre nosotros fue un innovador en muchos aspectos; fue el primero que aplicó procedimientos quirúrgicos a las fracturas de codo y que aplicó clavos en las fracturas de cadera. Antes de la llegada de los cirujanos plásticos, reunió una casuística de más de 80 casos reconstruidos de lo que entonces se llamaba “labio leporino”; hizo un programa de cirugía correctiva de “pie both” también con muy buenos resultados, y no fueron pocos los pacientes intervenidos en cráneo para descompresión, así como de columna vertebral.

También realizo muy satisfactoriamente cirugías de muy alto riesgo y con alto grado de dificultad como atresias intestinales en recién nacidos.

Su ingenio nos proporcionó la posibilidad de aplicar instrumental especial para algunos procedimientos, en otros usos muy diferentes y útiles como su técnica de minilaparatomía con la aplicación de anoscopio desechable, y lo vimos entrar al mundo moderno de la microcirugía utilizando sus lupas para resolver problemas de fertilidad.

Toda esa obra aquí rápidamente relatada implica una vida de entrega a la profesión, a la sociedad, a nosotros sus alumnos quienes nos hemos estimulado con sus deseos de progreso, su permanente actualización, su paciencia y serenidad, entre otras cualidades, además del trato gentil y siempre caballeroso.

Al analizar la trayectoria del maestro Guillermo Vallarino, resalta su capacidad de adaptación a los nuevos tiempos, los tiempos de los especialistas, y en 1972, mediante un examen, el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia lo certificó como especialista; en 1973, por sus múltiples y parcialmente ya relatados méritos fue admitido en el Colegio Americano de Cirujanos, y en 1976 el Consejo Mexicano de Cirugía General lo certificó también como especialista.

Es fundador del Colegio Medico de La Paz, del cual fue presidente, así como de la Asociación Sudcaliforniana de Ginecología y Obstetricia. Fue el coordinador de aquellas primeras Jornadas Médicas Sudcalifornianas; conferenciante en innumerables eventos académicos y asiduo participante en Congresos Nacionales e Internacionales.

Estamos seguros de que esta brillante trayectoria tuvo su soporte en el medio de la vida familiar, en el seno de la familia, que formó con su inolvidable Yolanda y sus hijos Yolita, Guillermo, Lilia Elena, Adriana, Cinthia y Carlos, así como ahora once nietos.

Aún con toda esta actividad, se dio tiempo para desempeñar el cargo por elección de secretario general de la sección sindical de trabajadores de la secretaría de Salubridad y Asistencia.

Como docente, su trayectoria fue brillante: Guillermo Vallarino es vivo ejemplo de lo que ahora se quiere explicar en Educación Médica como “curriculum oculto”, y que se refiere a lo que se enseña con el actuar tanto en el aula como al pie de la cama del paciente, en el consultorio, en el quirófano, en la sala de partos, en el pasillo y hasta en la calle; su presencia y apoyo han sido indispensables en la formación de nuevos ginecólogos que ahora ejercemos en diferentes partes de México.

Imposible que esta obra escape al reconocimiento de las autoridades, de las instituciones, de los colegas, de los pacientes y sobre todo de la sociedad en su conjunto, que aparte de agradecer en todo lo que vale la actuación profesional del doctor Guillermo Vallarino, sin duda siempre le manifestará su reconocimiento tan merecido.
 
A nombre de todos, maestro Vallarino, muchas gracias por su apoyo, por su afecto y, sobre todo, por su ejemplo, Usted nunca se ha ido; mientras se trate de evocar un trato gentil y una actuación profesional de excelencia, usted continuará presente.


Que haya paz en el camino: Gustavo Farías Noyola.