REVISTA SUDCALIFORNIANA PARA EL MUNDO

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HOMENAJE

DE LA ANTIGUA CALIFORNIA A MIGUEL LEÓN-PORTILLA

Por su obra y trayectoria como antropólogo, investigador de la filosofía e historiador cultural, el doctor Miguel León-Portilla, cuya obra más conocida es la “Visión de los vencidos”, multirreeditada y traducida a veinte idiomas por lo menos, recibió un vasto reconocimiento en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) al cumplir noventa años de edad el pasado 22 de febrero.

   Sus logros intelectuales le han merecido ya una considerable cantidad de premios y una quincena de doctorados Honoris Causa en México, los Estados Unidos, países de Europa y el estado de Israel. 
 
   Baja California Sur y su universidad, por su parte, deben también un homenaje amplio, cumplido y público al investigador emérito y egregio humanista por tantos, positivos y fructíferos servicios al conocimiento de esta parte de México, ya que el ilustre académico es un investigador que ha aportado muchos estudios y libros a la historia de nuestra California, lo que ha nutrido considerablemente la cantidad de títulos, en especial sobre Baja California Sur desde su prehistoria hasta la actualidad.

   De los muchos textos con que ha contribuido el maestro a la bibliografía sudcaliforniana pueden anotarse: Historia natural y crónica de la Antigua California, Testimonios sudcalifornianos, Historia de la Baja California 1850/1880, Documentos para la historia de Baja California, Cartografía y crónicas de la Antigua California, Hernán Cortés y la mar del Sur, La California mexicana: ensayos acerca de su historia, “Descripción y toponimia indígena de California”, “El ingenioso don Francisco de Ortega”, “Sobre la lengua pericú”, por citar solamente algunos, aparte de los muchos volúmenes que sobre el tema ha originado y prologado, todo ello con el loable empeño de ofrecer nuevas o renovadas luces sobre el pasado californiano.

   Digno de mención es también el hecho de haber sido el principal gestor del rescate de los papeles que pasaron a constituir lo que ahora es el fondo principal del Archivo Histórico “Pablo L. Martínez”, y de que fue ponente en buena parte de las once Semanas de Información Histórica que se efectuaron en la capital sudcaliforniana de 1981 a 1987.


   Estas y otras varias razones legitiman que los sudcalifornianos nos dispongamos a otorgar el testimonio merecido de admiración y gratitud al preclaro mexicano, como sabemos que lo están promoviendo la UABCS y el poder legislativo estatal.  

RECORDACIONES DE LA SEMANA

ABRIL

27 de abril de 1855. El presidente Antonio López de Santa Anna estableció “el cobro de un impuesto a la extracción de concha de perla o nácar en la Baja California, cuyos productos se destinarán a la instrucción pública en dicha península.”
28 de abril de 1855. Por decreto del presidente Antonio López de Santa Anna quedaron exentos de pago de aranceles las exportaciones de metales que no fueron beneficiados en la península de Baja California, lo cual resultó de grande utilidad a la minería pues fueron vendidos varios cargamentos a Francia.

30 de abril de 1772. El virrey Antonio María de Bucareli expidió un decreto que legalizó el convenio de dominicos y franciscanos, mediante el cual aquéllos se harían cargo de las misiones californianas peninsulares, y los segundos se quedaban definitivamente en la Alta o Nueva California.

MAYO

En mayo de 1960 quedó inaugurada la red de abastecimiento de agua potable de La Paz. En el parque Cuauhtémoc de la propia ciudad fue instalada la correspondiente placa conmemorativa.


1 de mayo de 1699. Salió de Loreto el jesuita Francisco María Píccolo al sitio denominado Viggé por los nativos, donde halló, según anotó después el padre Juan María de Salvatierra, “una cañada espaciosa, tan amena, tan llena de arboledas, que todos se llenaron de alegría”, y donde fue establecida la cabecera de la misión de San Francisco Javier, Vigeé Biaundó en lengua nativa.

PERSPECTIVA

ACTUALIDAD

LA INTELIGENCIA DE LOS SUDCALIFORNIANOS

Podemos empezar esta nota preguntándonos por qué, en el ámbito sociopolítico sudcaliforniano jamás se habla de la inteligencia de los sudcalifornianos, de lo necesario que resulta y los beneficios que traería consigo su promoción y adecuado aprovechamiento.

   En los procesos electorales y en el discurso oficial, los políticos, dirigentes sociales y funcionarios públicos tocan, con frecuencia, lugares tan comunes como ayudar a los económicamente pobres (con su eufemismo “los que menos tienen”), procurar el desarrollo económico, la salud, la educación (como ellos buenamente la conciben) y algunos otros, siempre en un plano paternalista, apapachador, dadivoso, donde la población desempeña, sin variación, un rol eminentemente pasivo.

   Evitan referirse a la inteligencia porque quizá les parece un concepto de poco impacto retórico, tal vez insultante para la multitud o, en el peor de los casos, vocablo sólo aplicable a un segmento de “refinados” y críticos naturalmente desafectos a los errores y desvíos del gobierno.  

   A los del poder les asusta referirse u oír hablar de la inteligencia individual y colectiva; nada hay que les horrorice más que tener que someter sus decisiones al cuestionamiento de los miembros pensantes de la población, por eso prefieren dialogar, cuando es insoslayable dialogar, con los “representantes” de la sociedad, que muchas veces no lo son tanto. Y si esos delegados son afines al régimen, mejor.

   La inteligencia individual queda, así, marginada de los mecanismos que determinan la convivencia comunitaria.

   La inteligencia ha sido característica de la personalidad de los sudcalifornianos desde los orígenes de su paulatina integración social, por eso es hora ya, aunque les pese a quienes pretenden manipular el desenvolvimiento de este pueblo, de que se acuda a ella para reconstruir a esta entidad desde hace varios años deteriorada en sus virtudes, alejada de sus principios esenciales y relegada a términos de masa abnegada, acrítica y obediente.

   En este 2015 se cumplieron poco más de tres lustros de que la vida estatal se halló lenta pero inexorablemente trastocada en sus valores tradicionales, a términos de vulgaridad, pésimo gusto, ausencia de respeto, facilismo y ambiciones rampantes. Se ha ido menoscabando, a más de nuestro patrimonio material, nuestro patrimonio moral, y ha sido confinada la inteligencia.

   Baja California Sur es construcción de siglos por el afán inteligente de quienes en sus diversas etapas la han constituido. No de sus caudillos sino de las mujeres y los hombres que han colaborado con talento en el empeño de edificar esta Sudcalifornia que tenemos ahora. No de sus gobernantes sino de la capacidad y el trabajo manual e intelectual de quienes han asumido su responsabilidad histórica en cada momento de su acontecer. De la política pero con su adjetivo “inteligente.”

   Entonces por qué no apelar a la proverbial capacidad de los sudcalifornianos en las actuales circunstancias en que resulta imprescindible volver a los antiguos preceptos de los que habíamos vivido orgullosos.


   A ejercer de nuevo, en fin, el ejercicio de la inteligencia.     

EFEMÉRIDES DE BCS

CONMEMORACIONES DE LA SEMANA

 
12 (2009). Murió el doctor Francisco Cardoza Carballo, profesor, médico y político de méritos sobresalientes en la historia de Baja California Sur por sus aportaciones al desarrollo de instituciones al servicio del pueblo sudcaliforniano.

Nació en 1913 en La Paz, Baja California Sur, donde cursó los estudios básicos y la carrera de docente de educación primaria, y en la escuela Nacional de Maestros de la ciudad de México terminó la especialidad de maestro de enseñanza superior el año 1933.

   En la misma capital de la República cursó el bachillerato y la carrera de Medicina, que culminó en 1940. En esa época, la morbilidad y mortalidad a causa de la tuberculosis era un grave problema de salud en nuestro país; ello lo llevó a insistir ante el gobierno territorial, una vez reintegrado a su tierra (de cuya Sociedad Médica fue fundador), para la edificación y operación de la unidad antituberculosa, así como del preventorio para hijos de las personas con ese padecimiento.

   Fue miembro protagónico del Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS) que en 1945 pugnó y logró que Baja California Sur fuese gobernada por un sudcaliforniano.

   Fundó y dirigió los servicios médicos del IMSS y del ISSSTE en su entidad nativa.
   Participó activamente también en una segunda y tercera etapas del FUS (1958 y 1964-1965) que exigió el nombramiento de gobernantes civiles para Baja California Sur y otros avances de beneficio colectivo. A la primera y varias de esas demandas accedió de inmediato el ejecutivo federal.

   Puso luego su experiencia e interés por el desarrollo regional en el movimiento “Loreto 70”, que propició el nombramiento de un gobernador nativo o con arraigo y civil.

   Fundó la clínica Nuestra Señora de La Paz, donde ejerció privadamente su profesión aún después de su haberse jubilado, y en la cual varias generaciones de médicos han tenido oportunidad de ofrecer atención a la salud.

13 de abril de 1847. Llegó a La Paz la corbeta Portsmouth para acordar con el gobernador Francisco Palacios Miranda los términos de la ocupación norteamericana.

13 de abril de 1973. Murió en La Paz el general sudcaliforniano Agustín Olachea Avilés.

  A muy temprana edad se contrató con dos de sus hermanos en la compañía El Boleo, de Santa Rosalía, BCS, y posteriormente en la de Cananea, Sonora. Ello permitió a los jóvenes mineros conocer las condiciones en que vivía el gremio, la grave explotación y acentuada desigualdad y marginación que padecían los trabajadores y sus familias.

   En 1913 se enlistó como soldado bajo las órdenes de Manuel M. Diéguez, lo cual significaría el inicio de su carrera militar.

  En total sumó 97 hechos de armas, por los que recibió diversos reconocimientos.

   En 1929 fue designado gobernante de su tierra, con cuyo carácter apoyó a obreros y campesinos, particularmente en la promoción de las primeras organizaciones gremiales e imponiendo las disposiciones de la ley federal del Trabajo.

   Pasó a fungir como jefe político del Distrito Norte de Baja California en 1931, una vez que fueron instituidos los territorios Norte y Sur de la península; duró en ese cargo hasta 1935.
 
   Diez años más tarde, el Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS) planteó al gobernador, Gral. Francisco J. Múgica, la aspiración de que la sociedad sudpeninsular fuese dirigida por uno de sus miembros; la propuesta fue enviada por el Constituyente, junto con su renuncia, al presidente Manuel Ávila Camacho, quien dispuso que su nuevo representante en la entidad fuese Agustín Olachea. Éste emprendió una importante promoción del desarrollo regional hasta 1956 en que entregó el mandato.

   Seguidamente fue presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional y secretario de la Defensa Nacional.

     Sus restos mortales fueron reinhumados en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres.


FRASE


CONMEMORACIÓN

SAN JOSÉ DEL CABO: ANIVERSARIO 286*

El 8 de abril de 1730 fue fundada en territorio pericú la misión de San José del Cabo, por el jesuita sevillano Nicolás Tamaral (1687-1734), quien previamente había fungido como ministro en La Purísima, junto con el padre visitador José Echeverría, cuya comisión se hallaba ejerciendo en California por esos días.

   El asentamiento original estuvo ubicado junto al estero, a pocos kilómetros de la costa, en el lugar que aún hoy es conocido como “La Misión”, pero hubo de ser cambiado, entre otras razones por la abundancia de mosquitos, a lo que ahora es el pueblo de San José Viejo; luego a Santa Rosa y finalmente a donde actualmente se halla la parroquia.

   “Al principio -dice el historiador josefino Pablo L. Martínez en su Historia de Baja California-, los indígenas se escondieron y no daban la cara a los recién llegados, no obstante que el capitán Esteban Rodríguez Lorenzo, en visita hecha al lugar el año anterior, había tenido oportunidad de ver gran cantidad de naturales.”

   Agrega que “inició el padre su obra de catequización en medio de mil esfuerzos y dificultades pues, como ya se ha hecho notar, estos pericúes de la región sur resultaron ser de los más renuentes a la penetración española.”

    El nombre de la nueva fundación fue impuesto en honor del marqués Joseph de la Puente y Peña, marqués de Villapuente, importante patrocinador de la obra jesuítica californiana, y se le añadió “del Cabo” para diferenciarla de San José de Comondú, que había sido erigida varios años antes.

   La misión de San José del Cabo adquirió enorme importancia estratégica ya que en ella era aprovisionado el galeón de Manila (o nao de China) de agua y alimentos frescos a casi al término de su travesía entre Filipinas y Acapulco con mercaderías de oriente.

   Motivo de disgusto permanente de la población indígena era la intromisión de la cultura euro-cristiana en sus hábitos, costumbres y tradiciones; uno de ellos era la poligamia, o sea el derecho de los hombres de convivir con dos o más mujeres. Por supuesto, la moral de la religión que se pretendía introducir era opuesta a tal práctica, y fue causa principal de la más vigorosa y larga insurrección de cuantas hubo durante toda la presencia extranjera en la Antigua California.

  Se inició el 1 de octubre de 1734 en la misión de Santiago donde se dio muerte al sacerdote poblano Lorenzo Carranco, y prosiguió a San José del Cabo antes de extenderse a todas las fundaciones californianas; en el segundo acto de ella fue sacrificado el padre Tamaral, dos días después, en Santa Rosa.


   La rebelión de los californios fue finalmente aplacada en 1736 con refuerzos yaquis traídos de Sonora al mando del capitán Bernardo Huidobro, a raíz de lo cual fueron construidos, en el sitio denominado Añuití en lengua indígena, el presidio o fortificación militar y el templo que conocemos en la actualidad, alrededor del cual creció la población josefina hasta nuestros días.

CRÓNICA HUÉSPED

EN BUSCA DE JOHN STEINBECK EN EL MAR DE CORTÉS
La falla de San Andrésdentro de miles de años separará a las tres Californias del área continental de México y Estados Unidos.”

Por Antimio Cruz*

En 1940, el escritor John Steinbeck y su amigo biólogo marino Edward Ricketts, rentaron el barco sardinero Western Flyer e iniciaron una expedición científica de seis semanas alrededor de la península de Baja California. Deseaban identificar seres vivos poco conocidos en Estados Unidos y hacer un libro. Recolectaron 600 especies marinas, pero cometieron un error que repetidamente lamentaron: no tomaron fotografías.

Setenta años después, el fotógrafo Raúl González Pérez inició una búsqueda de los sitios que visitaron Steinbeck y Ricketts. La travesía del mexicano fue diferente: le llevó dos años hacer varias expediciones en el
velero Anabaena para captar a los animales que los estadunidenses no pudieron registrar. Desde el 6 de mayo [2013], 56 de esas imágenes están en exhibición en el Museo de Historia Natural de San Diego, California [...]

LAS CALIFORNIAS SON UNA SOLA

Hoy las fronteras políticas dividen a esa gran región en tres fragmentos: California, en Estados Unidos, y Baja California y Baja California Sur, en México. No obstante, se trata de un solo ecosistema compartido y una misma base geólógica, atravesada por la falla de San Andrés, que finalmente dentro de miles de años separará a las tres Californias del área continental de México y Estados Unidos.

Esta unidad ecológica y geológica despertaba la curiosidad intelectual de John Steinbeck, nacido en Salinas, California, en 1902, y Premio Nobel de Literatura en 1962. El escritor ejerció el periodismo en su juventud y siempre se interesó en las singularidades de la zona donde creció. Su primer gran éxito literario y comercial fue el libro Tortilla Flat, sobre un grupo de paisanos mexicanos que recorrían California buscando trabajo en granjas. Este fue también tema de otro de sus libros más vendidos, “De hombres y ratones” —Of Mice and Men, llevado al cine en 1939 y en 1992—, que sólo ha sido superado en ventas por “Las uvas de la ira” [The grapes of wrath]. Fue gracias a esta fascinación que le producía California que Steinbeck cultivó una estrecha amistad con el biólogo marino Edward Ricketts, a quien conoció en el puerto de Pacific Grove.

Ricketts se dedicaba a investigar y documentar los seres vivos de las costas de California, por sus características únicas. A lo largo de 10 años de conversaciones, escritor y biólogo reflexionaron sobre la unidad ecológica y geológica de California y Baja California. De ahí surgió la idea de una expedición de seis semanas en barco, que planearían para marzo y abril de 1940 motivados por el éxito en ventas de Tortilla Flat, que le dio a Steinbeck la solvencia económica para financiar el viaje.


* En Emeequis, 13 de mayo de 2013, págs. 23-28 (http://www.m-x.com.mx/xml/pdf/302/22.pdf)