ACTUALIDAD
LA INTELIGENCIA DE LOS
SUDCALIFORNIANOS

En los procesos electorales y
en el discurso oficial, los políticos, dirigentes sociales y funcionarios
públicos tocan, con frecuencia, lugares tan comunes como ayudar a los económicamente
pobres (con su eufemismo “los que menos tienen”), procurar el desarrollo
económico, la salud, la educación (como ellos buenamente la conciben) y algunos
otros, siempre en un plano paternalista, apapachador, dadivoso, donde la
población desempeña, sin variación, un rol eminentemente pasivo.
Evitan referirse a la
inteligencia porque quizá les parece un concepto de poco impacto retórico, tal
vez insultante para la multitud o, en el peor de los casos, vocablo sólo aplicable
a un segmento de “refinados” y críticos naturalmente desafectos a los errores y
desvíos del gobierno.
A los del poder les asusta referirse u oír hablar de la inteligencia individual
y colectiva; nada hay que les horrorice más que tener que someter sus
decisiones al cuestionamiento de los miembros pensantes de la población, por
eso prefieren dialogar, cuando es insoslayable dialogar, con los
“representantes” de la sociedad, que muchas veces no lo son tanto. Y si esos delegados
son afines al régimen, mejor.
La inteligencia individual
queda, así, marginada de los mecanismos que determinan la convivencia
comunitaria.
La inteligencia ha sido
característica de la personalidad de los sudcalifornianos desde los orígenes de
su paulatina integración social, por eso es hora ya, aunque les pese a quienes
pretenden manipular el desenvolvimiento de este pueblo, de que se acuda a ella
para reconstruir a esta entidad desde hace varios años deteriorada en sus
virtudes, alejada de sus principios esenciales y relegada a términos de masa abnegada,
acrítica y obediente.
En este 2015 se cumplieron poco
más de tres lustros de que la vida estatal se halló lenta pero inexorablemente
trastocada en sus valores tradicionales, a términos de vulgaridad, pésimo gusto,
ausencia de respeto, facilismo y ambiciones rampantes. Se ha ido menoscabando,
a más de nuestro patrimonio material, nuestro patrimonio moral, y ha sido
confinada la inteligencia.
Baja California Sur es
construcción de siglos por el afán inteligente de quienes en sus diversas
etapas la han constituido. No de sus caudillos sino de las mujeres y los
hombres que han colaborado con talento en el empeño de edificar esta
Sudcalifornia que tenemos ahora. No de sus gobernantes sino de la capacidad y
el trabajo manual e intelectual de quienes han asumido su responsabilidad
histórica en cada momento de su acontecer. De la política pero con su adjetivo
“inteligente.”
Entonces por qué no apelar a la
proverbial capacidad de los sudcalifornianos en las actuales circunstancias en
que resulta imprescindible volver a los antiguos preceptos de los que habíamos
vivido orgullosos.
A ejercer de nuevo, en fin, el
ejercicio de la inteligencia.
EFEMÉRIDES DE BCS
CONMEMORACIONES DE LA SEMANA
12 (2009). Murió el doctor Francisco Cardoza Carballo, profesor, médico y
político de méritos sobresalientes en la historia de Baja California Sur por
sus aportaciones al desarrollo de instituciones al servicio del pueblo
sudcaliforniano.
Nació en 1913 en La Paz, Baja
California Sur, donde cursó los estudios básicos y la carrera de docente de
educación primaria, y en la escuela Nacional de Maestros de la ciudad de México
terminó la especialidad de maestro de enseñanza superior el año 1933.
En la misma capital de la República cursó el
bachillerato y la carrera de Medicina, que culminó en 1940. En esa época, la
morbilidad y mortalidad a causa de la tuberculosis era un grave problema de
salud en nuestro país; ello lo llevó a insistir ante el gobierno territorial,
una vez reintegrado a su tierra (de cuya Sociedad Médica fue fundador), para la
edificación y operación de la unidad antituberculosa, así como del preventorio
para hijos de las personas con ese padecimiento.

Fundó y dirigió los servicios médicos del
IMSS y del ISSSTE en su entidad nativa.
Participó activamente también en una segunda
y tercera etapas del FUS (1958 y 1964-1965) que exigió el nombramiento de
gobernantes civiles para Baja California Sur y otros avances de beneficio
colectivo. A la primera y varias de esas demandas accedió de inmediato el
ejecutivo federal.
Puso luego su experiencia e interés por el
desarrollo regional en el movimiento “Loreto 70”, que propició el nombramiento
de un gobernador nativo o con arraigo y civil.


A muy temprana edad se contrató con dos de sus
hermanos en la compañía El Boleo, de Santa Rosalía, BCS, y posteriormente en la
de Cananea, Sonora. Ello permitió a los jóvenes mineros conocer las condiciones
en que vivía el gremio, la grave explotación y acentuada desigualdad y
marginación que padecían los trabajadores y sus familias.
En 1913 se enlistó como soldado bajo las
órdenes de Manuel M. Diéguez, lo cual significaría el inicio de su carrera
militar.
En total sumó 97 hechos de armas, por los que
recibió diversos reconocimientos.
En 1929 fue designado gobernante de su tierra, con cuyo
carácter apoyó a obreros y campesinos, particularmente en la promoción de las
primeras organizaciones gremiales e imponiendo las disposiciones de la ley
federal del Trabajo.
Pasó a fungir como jefe político del
Distrito Norte de Baja California en 1931, una vez que fueron instituidos los
territorios Norte y Sur de la península; duró en ese cargo hasta 1935.
Diez años más tarde, el Frente de Unificación
Sudcaliforniano (FUS) planteó al gobernador, Gral. Francisco J. Múgica, la
aspiración de que la sociedad sudpeninsular fuese dirigida por uno de sus
miembros; la propuesta fue enviada por el Constituyente, junto con su renuncia,
al presidente Manuel Ávila Camacho, quien dispuso que su nuevo representante en
la entidad fuese Agustín Olachea. Éste emprendió una
importante promoción del desarrollo regional hasta 1956 en que entregó el
mandato.

Sus restos mortales fueron
reinhumados en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres.
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