ACTUALIDAD
8 DE OCTUBRE: ANIVERSARIO 40

El 1 de junio
siguiente, como parte del programa del día de la Marina en Cabo San Lucas, fue
entregada al titular del ejecutivo federal la petición popular de proponer dicha
conversión al Constituyente Permanente de la Unión las modificaciones relativas
de la Constitución General.
Tres meses
después, en su cuarto informe a la nación, el presidente Luis Echeverría
anunció que en el presente periodo de sesiones habría de enviar la iniciativa
para erigir a Baja California Sur y a Quintana Roo en estados de la federación
mexicana, lo cual hizo con fecha 2 de septiembre.
Aprobada por
la Cámara de Diputados el día 17, y por
la de Senadores el 24, así como por la mayoría de los congresos estatales del
país, el 8 de octubre apareció publicado el decreto correspondiente en el
número 26 del Diario Oficial del
gobierno de la República, que comprende de la primera a la séptima páginas.
Nacieron así
las nuevas entidades federadas mediante las reformas constitucionales a
dieciséis artículos, el principal de los cuales fue el 43, que habla de las
partes integrantes de la federación y las coloca en orden alfabético, de modo
que nuestro estado pasó a ocupar el tercer lugar de la lista después de
Aguascalientes y Baja California, a la que desde 1952 había sido adjudicado como
nombre propio el de toda la península.
Pudiéramos
preguntarnos si 40 años más tarde se han cumplido las expectativas que generó
la conversión política en la que fueron comprometidos los empeños históricos de
la sociedad sudcaliforniana para la felicidad de sus descendientes.
Cuarenta años después asumimos el deber y el derecho a intentar la búsqueda de resultados tangibles de los empeños de este pueblo encabezado, en cada etapa de su transcurrir, por nuestras figuras relevantes cuyos afanes constituyen ejemplos que no hemos aprendido o que hemos olvidado en la rutina, el apoltronamiento, el dejar hacer y el dejar pasar.
Cuarenta años después asumimos el deber y el derecho a intentar la búsqueda de resultados tangibles de los empeños de este pueblo encabezado, en cada etapa de su transcurrir, por nuestras figuras relevantes cuyos afanes constituyen ejemplos que no hemos aprendido o que hemos olvidado en la rutina, el apoltronamiento, el dejar hacer y el dejar pasar.
En el estricto
recuento que obliga a efectuar el presente aniversario cuarentenal, surge como
índice acusador la interrogante de qué hemos hecho después de que iniciamos los
sudcalifornianos la consolidación de la vida estatal mediante la creación de
instituciones con genuina visión de estado, con proyección trascendente, para
el desarrollo de la inteligencia, las capacidades, la creatividad, la
imaginación creadora y el trabajo productivo de los sudcalifornianos.
Y luego, el
extraordinario tesón que fue puesto en el arranque para un desarrollo regional
que parecía indetenible en todos los aspectos, fue trastocado en sólo confrontación
política de la que resultaron innumerables víctimas por el encono absurdo, el
desencuentro inútil y el retardo consecuente en el logro de las metas
ancestrales de este pueblo.
Sudcalifornia tocó
la puerta al siglo XXI pero quedó afuera, sin las provisiones que da la
conciencia histórica, carente por tanto de perspectiva definida hacia adelante
y de proyecto para edificar su futuro.
En los recientes
tres lustros, en estéril contemplación hemos visto administrar los asuntos
públicos y gastar –que no invertir— los escasos recursos propios y los que
aporta el gobierno federal, así como enajenar el patrimonio de todos, sin que
la suma resultante haya satisfecho en modo alguno las exigencias fundamentales
de esta sociedad, ayuna de objetivos a plazos más allá de la inmediatez, la
improvisación y la ocurrencia.
BCS sigue siendo
una carga económica para el resto de los mexicanos, por eso los viejos ideales
de esta tierra han concitado el propósito de ser autosuficientes, por lo menos
en los requerimientos básicos, y no se advierte desde hace quince años algún
plan que nos conduzca hacia allá, entretenidos en pequeñas obras que poco o
nada significan frente al cúmulo de insuficiencias que verdaderamente nos
apremian.
Pero lo que nos
urge sobre todo ello son guías que coordinen con espíritu resuelto y denodado,
acción decidida y pragmatismo resolvedor las potencialidades de los
sudcalifornianos y las encaminen a su propio progreso y, en lo posible, al
beneficio del país al que pertenecemos. Ya va siendo hora (a poco tiempo de
celebrar los funerales del presente cuatrienio estatal) de que los
sudcalifornianos empecemos a preguntarnos cuáles son los escenarios deseables
para el porvenir cercano y remoto de Baja California Sur, y cuáles las características
imprescindibles de su nueva administración ejecutiva, legislativa, judicial y municipal.
Hemos crecido
demográficamente mas no en la calidad de los factores que inciden de modo
sustancial en la convivencia colectiva: los niveles de paz y tranquilidad que
habíamos logrado y de los que teníamos orgullo legítimo, han venido a menos por
la ineficiencia, la corrupción y la impunidad.
Nuestra
sempiterna alianza con la naturaleza está ahora amagada por los riesgos de la
minería tóxica, que amenaza con envenenar nuestro medio ambiente, hasta hace
poco tiempo a salvo de tales peligros.
Al final del
camino de sus desventuras y búsquedas, nuestros antecesores hallaron en esta
California el paraíso, como se los anunció la leyenda, y aún lo sigue siendo,
en alguna medida, a pesar de todo. Por eso hay razones para ser optimistas.
Pero antes
tendremos que ajustar los procedimientos de control de los recursos y gastos de
la administración pública, ya que resultan evidentes los daños incalculables que
la rapiña, la desviación de fondos, la irresponsabilidad, el nepotismo y todos
los males que acarrea la corrupción, han causado a Baja California Sur.
De este
repertorio, esbozo apenas de las exigencias que pudieren advertirse para el
avance sudpeninsular, habría de derivarse un amplio espectro de tareas de
planeación, proyección, programación y ejecución que los nuevos equipos de
gobierno deberán estar en capacidad de
emprender.
Hace ya tiempo
que llegó la hora de entrar a la modernidad que significa nada menos que entrar
a la competencia, buscando ser competentes para lograr ser competitivos.
Significa estar dispuestos a la confrontación en calidad y en cantidad con
razonables probabilidades de resultar siendo los mejores; a medirnos con dignidad
frente a contrapartes de mayor vigor con el propósito de someter nuestras
deficiencias mediante la realización de esfuerzos necesariamente superiores.
En este proceso
no tienen cabida los torpes, acomodaticios, ignorantes y rutinarios: éstos
tienen sólo lugar en la retaguardia, para hacer bulto, con el fin de
proporcionar a la marcha un contrapeso dialéctico.
Modernización es
disciplina, orden, observación y cumplimiento a las reglas; si éstas no se
ajustan al empeño modernizador, habrá que cambiarlas. Pero después de
acordadas, acatadas, porque en el caos nada fructifica, y la modernización es
transcurso del que se esperan frutos, grandes y consistentes frutos.
Para recorrer
exitosamente el camino de la
modernización se requiere coordinación entre todos los factores participantes,
porque debe estar presente la armonía en la concertación y el consenso. Debe
tener el forzoso ingrediente de la planeación pues a tontas y a locas no se
llega a ninguna parte, y ha de sustentarse todo ello en la organización para
jerarquizar las acciones prioritarias y las importantes, administrar (que no
burocratizar), informar, evaluar y corregir.
Detrás de un
empuje de modernización debe estar, sin duda, la certidumbre de que se puede
triunfar sobre las propias fallas para mejorar, pero igualmente la convicción
de que habrá que ponerle muchas ganas al asunto. Seguramente implicará cancelar
hábitos y comodidades, modificar definiciones, conceptos, juicios e ideas, todo
con diáfana orientación a la eficacia y la productividad.
Ha de irse hacia
la modernidad con la conciencia puesta en el esencial valor que para ella tiene
la cultura, pues, como afirmaba Carlos Fuentes, “si algo ha revelado la crisis
actual, es que mientras los modelos políticos y socioeconómicos se han
derrumbado uno tras otro, sólo ha permanecido de pie lo que hemos hecho con
mayor seriedad, con mayor libertad y también con mayor alegría: nuestros
productos culturales...”
En la
modernización hay que ejercer la crítica, insoslayablemente, que tiene que ser,
ante todo, autocrítica, para conocer nuestras fuerzas, carencias y
posibilidades; para, en suma, caracterizar nuestra autenticidad, con vista a
alcanzar seguridad de lo que podemos y estamos dispuestos a lograr.
Que el proceso
de modernización, entonces, nos encuentre dispuestos al cambio en este
cuadragésimo aniversario estatal, preparados a administrar con ahínco nuestras
energías y potencialidad, facultades y fortaleza, sobre el cimiento firme de la
historia y el recurso invaluable de la cultura.
(Imagen: yourswallpaper.com/)
CRÓNICA HUÉSPED
IV INFORME DE GOBIERNO
(FRAGMENTO
ALUSIVO)
En los
territorios de Baja California Sur y Quintana Roo hemos desplegado sustanciales
esfuerzos para apoyar los de los propios habitantes a fin de que su
incrementada población cuente con las obras de infraestructura y los recursos
necesarios para sustentar su autogobierno. La carretera transpeninsular ha
vinculado definitivamente a Baja California al resto de la patria. En ese
territorio y en el de Quintana Roo se multiplican las actividades
agropecuarias, pesqueras, industriales y turísticas.
Durante
recientes visitas realizadas a estos dos extremos del país, los representantes
de sus más importantes sectores reiteraron vigorosamente que, en virtud de que
esas entidades cumplían ya con los requisitos establecidos por la fracción II
del artículo 73 de la Constitución, debía llevarse a cabo su transformación en
estados libres y soberanos.
Recogimos con la
mayor simpatía ese justo anhelo y, después de haber realizado los estudios
correspondientes, hoy podemos anunciar a los pueblos de ambos territorios —que
durante tantos años afrontaron el aislamiento físico del resto de la República,
respondiendo siempre con espíritu patriótico, ánimo esforzado y ejemplar
laboriosidad-- que durante el periodo
ordinario de sesiones del Congreso de la Unión que hoy se inicia, enviaremos la
iniciativa de reformas a la Constitución que, de ser aprobada, hará nacer los
estados de Baja California Sur y Quintana Roo.
Con esto no sólo
se satisface un viejo anhelo de los habitantes de estas regiones, sino también
un antiguo propósito nacional que hace culminar el proceso de integración
federalista iniciado en la primera Constitución Federal hace 150 años.
Los territorios
desaparecerán de nuestra realidad política, económica y social. México reafirma
su comunidad nacional basada en el concierto de entidades iguales y soberanas
[...]
Luis Echeverría
Álvarez,
Presidente de los
Estados Unidos Mexicanos.
México, D. F., 1 de
septiembre de 1974.
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