CORAZÓN VAQUERO

ACTUALIDAD

8 DE OCTUBRE: ANIVERSARIO 40

La noticia fue conocida por el pueblo sudcaliforniano aquel 10 de mayo de 1974, por conducto del gobernador Félix Agramont, en conferencia de prensa al regreso de uno de sus viajes de trabajo a la ciudad de México: La presidencia de la República consideraba que ya estaban dadas las condiciones para la transformación política del Territorio de Baja California Sur, y esperaba la opinión favorable de sus habitantes para iniciar el proceso respectivo.
   El 1 de junio siguiente, como parte del programa del día de la Marina en Cabo San Lucas, fue entregada al titular del ejecutivo federal la petición popular de proponer dicha conversión al Constituyente Permanente de la Unión las modificaciones relativas de la Constitución General.
   Tres meses después, en su cuarto informe a la nación, el presidente Luis Echeverría anunció que en el presente periodo de sesiones habría de enviar la iniciativa para erigir a Baja California Sur y a Quintana Roo en estados de la federación mexicana, lo cual hizo con fecha 2 de septiembre.
   Aprobada por la  Cámara de Diputados el día 17, y por la de Senadores el 24, así como por la mayoría de los congresos estatales del país, el 8 de octubre apareció publicado el decreto correspondiente en el número 26 del Diario Oficial del gobierno de la República, que comprende de la primera a la séptima páginas.
    Nacieron así las nuevas entidades federadas mediante las reformas constitucionales a dieciséis artículos, el principal de los cuales fue el 43, que habla de las partes integrantes de la federación y las coloca en orden alfabético, de modo que nuestro estado pasó a ocupar el tercer lugar de la lista después de Aguascalientes y Baja California, a la que desde 1952 había sido adjudicado como nombre propio el de toda la península.
   Pudiéramos preguntarnos si 40 años más tarde se han cumplido las expectativas que generó la conversión política en la que fueron comprometidos los empeños históricos de la sociedad sudcaliforniana para la felicidad de sus descendientes.
   Cuarenta años después asumimos el deber y el derecho a intentar la búsqueda de resultados tangibles de los empeños de este pueblo encabezado, en cada etapa de su transcurrir, por nuestras figuras relevantes cuyos afanes constituyen ejemplos que no hemos aprendido o que hemos olvidado en la rutina, el apoltronamiento, el dejar hacer y el dejar pasar.
   En el estricto recuento que obliga a efectuar el presente aniversario cuarentenal, surge como índice acusador la interrogante de qué hemos hecho después de que iniciamos los sudcalifornianos la consolidación de la vida estatal mediante la creación de instituciones con genuina visión de estado, con proyección trascendente, para el desarrollo de la inteligencia, las capacidades, la creatividad, la imaginación creadora y el trabajo productivo de los sudcalifornianos.
   Y luego, el extraordinario tesón que fue puesto en el arranque para un desarrollo regional que parecía indetenible en todos los aspectos, fue trastocado en sólo confrontación política de la que resultaron innumerables víctimas por el encono absurdo, el desencuentro inútil y el retardo consecuente en el logro de las metas ancestrales de este pueblo.
   Sudcalifornia tocó la puerta al siglo XXI pero quedó afuera, sin las provisiones que da la conciencia histórica, carente por tanto de perspectiva definida hacia adelante y de proyecto para edificar su futuro.
   En los recientes tres lustros, en estéril contemplación hemos visto administrar los asuntos públicos y gastar –que no invertir— los escasos recursos propios y los que aporta el gobierno federal, así como enajenar el patrimonio de todos, sin que la suma resultante haya satisfecho en modo alguno las exigencias fundamentales de esta sociedad, ayuna de objetivos a plazos más allá de la inmediatez, la improvisación y la ocurrencia.
   BCS sigue siendo una carga económica para el resto de los mexicanos, por eso los viejos ideales de esta tierra han concitado el propósito de ser autosuficientes, por lo menos en los requerimientos básicos, y no se advierte desde hace quince años algún plan que nos conduzca hacia allá, entretenidos en pequeñas obras que poco o nada significan frente al cúmulo de insuficiencias que verdaderamente nos apremian.           
   Pero lo que nos urge sobre todo ello son guías que coordinen con espíritu resuelto y denodado, acción decidida y pragmatismo resolvedor las potencialidades de los sudcalifornianos y las encaminen a su propio progreso y, en lo posible, al beneficio del país al que pertenecemos. Ya va siendo hora (a poco tiempo de celebrar los funerales del presente cuatrienio estatal) de que los sudcalifornianos empecemos a preguntarnos cuáles son los escenarios deseables para el porvenir cercano y remoto de Baja California Sur, y cuáles las características imprescindibles de su nueva administración ejecutiva, legislativa, judicial y municipal.
   Hemos crecido demográficamente mas no en la calidad de los factores que inciden de modo sustancial en la convivencia colectiva: los niveles de paz y tranquilidad que habíamos logrado y de los que teníamos orgullo legítimo, han venido a menos por la ineficiencia, la corrupción y la impunidad.
   Nuestra sempiterna alianza con la naturaleza está ahora amagada por los riesgos de la minería tóxica, que amenaza con envenenar nuestro medio ambiente, hasta hace poco tiempo a salvo de tales peligros.
   Al final del camino de sus desventuras y búsquedas, nuestros antecesores hallaron en esta California el paraíso, como se los anunció la leyenda, y aún lo sigue siendo, en alguna medida, a pesar de todo. Por eso hay razones para ser optimistas.
   Pero antes tendremos que ajustar los procedimientos de control de los recursos y gastos de la administración pública, ya que resultan evidentes los daños incalculables que la rapiña, la desviación de fondos, la irresponsabilidad, el nepotismo y todos los males que acarrea la corrupción, han causado a Baja California Sur.  
   De este repertorio, esbozo apenas de las exigencias que pudieren advertirse para el avance sudpeninsular, habría de derivarse un amplio espectro de tareas de planeación, proyección, programación y ejecución que los nuevos equipos de gobierno deberán estar en capacidad de  emprender.
   Hace ya tiempo que llegó la hora de entrar a la modernidad que significa nada menos que entrar a la competencia, buscando ser competentes para lograr ser competitivos. Significa estar dispuestos a la confrontación en calidad y en cantidad con razonables probabilidades de resultar siendo los mejores; a medirnos con dignidad frente a contrapartes de mayor vigor con el propósito de someter nuestras deficiencias mediante la realización de esfuerzos necesariamente superiores.
   En este proceso no tienen cabida los torpes, acomodaticios, ignorantes y rutinarios: éstos tienen sólo lugar en la retaguardia, para hacer bulto, con el fin de proporcionar a la marcha un contrapeso dialéctico.
   Modernización es disciplina, orden, observación y cumplimiento a las reglas; si éstas no se ajustan al empeño modernizador, habrá que cambiarlas. Pero después de acordadas, acatadas, porque en el caos nada fructifica, y la modernización es transcurso del que se esperan frutos, grandes y consistentes frutos.
   Para recorrer exitosamente  el camino de la modernización se requiere coordinación entre todos los factores participantes, porque debe estar presente la armonía en la concertación y el consenso. Debe tener el forzoso ingrediente de la planeación pues a tontas y a locas no se llega a ninguna parte, y ha de sustentarse todo ello en la organización para jerarquizar las acciones prioritarias y las importantes, administrar (que no burocratizar), informar, evaluar y corregir.  
   Detrás de un empuje de modernización debe estar, sin duda, la certidumbre de que se puede triunfar sobre las propias fallas para mejorar, pero igualmente la convicción de que habrá que ponerle muchas ganas al asunto. Seguramente implicará cancelar hábitos y comodidades, modificar definiciones, conceptos, juicios e ideas, todo con diáfana orientación a la eficacia y la productividad.
   Ha de irse hacia la modernidad con la conciencia puesta en el esencial valor que para ella tiene la cultura, pues, como afirmaba Carlos Fuentes, “si algo ha revelado la crisis actual, es que mientras los modelos políticos y socioeconómicos se han derrumbado uno tras otro, sólo ha permanecido de pie lo que hemos hecho con mayor seriedad, con mayor libertad y también con mayor alegría: nuestros productos culturales...”
   En la modernización hay que ejercer la crítica, insoslayablemente, que tiene que ser, ante todo, autocrítica, para conocer nuestras fuerzas, carencias y posibilidades; para, en suma, caracterizar nuestra autenticidad, con vista a alcanzar seguridad de lo que podemos y estamos dispuestos a lograr.
   Que el proceso de modernización, entonces, nos encuentre dispuestos al cambio en este cuadragésimo aniversario estatal, preparados a administrar con ahínco nuestras energías y potencialidad, facultades y fortaleza, sobre el cimiento firme de la historia y el recurso invaluable de la cultura.


(Imagen: yourswallpaper.com/)

CRÓNICA HUÉSPED

IV INFORME DE GOBIERNO
(FRAGMENTO ALUSIVO)

En este año, México conmemora los 150 años del establecimiento de la República Federal [...]
   En los territorios de Baja California Sur y Quintana Roo hemos desplegado sustanciales esfuerzos para apoyar los de los propios habitantes a fin de que su incrementada población cuente con las obras de infraestructura y los recursos necesarios para sustentar su autogobierno. La carretera transpeninsular ha vinculado definitivamente a Baja California al resto de la patria. En ese territorio y en el de Quintana Roo se multiplican las actividades agropecuarias, pesqueras, industriales y turísticas.
   Durante recientes visitas realizadas a estos dos extremos del país, los representantes de sus más importantes sectores reiteraron vigorosamente que, en virtud de que esas entidades cumplían ya con los requisitos establecidos por la fracción II del artículo 73 de la Constitución, debía llevarse a cabo su transformación en estados libres y soberanos.
   Recogimos con la mayor simpatía ese justo anhelo y, después de haber realizado los estudios correspondientes, hoy podemos anunciar a los pueblos de ambos territorios —que durante tantos años afrontaron el aislamiento físico del resto de la República, respondiendo siempre con espíritu patriótico, ánimo esforzado y ejemplar laboriosidad--  que durante el periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión que hoy se inicia, enviaremos la iniciativa de reformas a la Constitución que, de ser aprobada, hará nacer los estados de Baja California Sur y Quintana Roo.
   Con esto no sólo se satisface un viejo anhelo de los habitantes de estas regiones, sino también un antiguo propósito nacional que hace culminar el proceso de integración federalista iniciado en la primera Constitución Federal hace 150 años.
   Los territorios desaparecerán de nuestra realidad política, económica y social. México reafirma su comunidad nacional basada en el concierto de entidades iguales y soberanas [...]

Luis Echeverría Álvarez,
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

México, D. F., 1 de septiembre de 1974.