ACTUALIDAD
HACIA LA MODERNIDAD
Modernización ha de
ser avance con impulso de contemporaneidad: ello exige arrojar lastres, superar
rezagos, reemplazar rutinas por actividades y pensamientos nuevos, renunciar a
conformismos y autocomplacencias, sacudir la indolencia, abatir negligencias y
vencer neofobias.
Quiere decir
abrirse al mundo con energía, generosidad y optimismo objetivo, emprender tanto
los proyectos tenidos por imposibles como los guardados para mejor ocasión.
La ocasión ha
llegado: Entrar a la modernización es entrar, consecuentemente, a la
competencia, buscando ser competentes para lograr ser competitivos. Significa
estar dispuestos a la confrontación en calidad y en cantidad con razonables
probabilidades de resultar siendo los mejores; a medirnos con dignidad frente a
contrapartes de mayor vigor con el propósito de someter nuestras deficiencias
mediante la realización de esfuerzos necesariamente superiores.
En este proceso
no tienen cabida los torpes, acomodaticios, mediocres y rutinarios: éstos
tienen sólo lugar en la retaguardia, para hacer bulto, con el fin de
proporcionar a la marcha un contrapeso dialéctico.
Modernización es
disciplina, orden, observación y cumplimiento a las reglas; si éstas no se
ajustan al empeño modernizador, habrá que cambiarlas. Pero después de
acordadas, acatadas, porque en el caos nada fructifica, y la modernización es
un transcurso del que se esperan frutos, grandes y consistentes frutos.
Para recorrer
exitosamente el camino de la
modernización se requiere coordinación entre todos los factores participantes,
porque debe estar presente la armonía en la concertación y el consenso. Debe
tener el forzoso ingrediente de la planeación pues a tontas y a locas no se
llega a ninguna parte, y ha de sustentarse todo ello en la organización para
jerarquizar las acciones prioritarias y las importantes, administrar (que no
burocratizar), informar, evaluar y corregir.
Ahora, ¿qué hay
detrás de un empuje de modernización? Sin duda, la certidumbre de que se halla
uno en desventaja respecto a muchos otros, la certeza de de que se puede
triunfar sobre las propias fallas para mejorar, pero igualmente la convicción
de que habrá que ponerle muchas ganas al asunto. Seguramente implicará cancelar
hábitos y comodidades, modificar definiciones, conceptos, juicios e ideas, todo
con diáfana orientación a la eficiencia y la productividad.
Ha de irse hacia
la modernidad con la conciencia puesta en el esencial valor que para ella tiene
la cultura, pues, como afirmaba Carlos Fuentes, “si algo ha revelado la crisis
actual, es que mientras los modelos políticos y socioeconómicos se han
derrumbado uno tras otro, sólo ha permanecido de pie lo que hemos hecho con
mayor seriedad, con mayor libertad y también con mayor alegría: nuestros
productos culturales...”
En la
modernización hay que ejercer la crítica, insoslayablemente, que tiene que ser,
ante todo, autocrítica, para conocer nuestras fuerzas, carencias y posibilidades,
para, en suma, caracterizar nuestra autenticidad, con vista a alcanzar
seguridad de lo que queremos, podemos y estar dispuestos a lograr, renunciando
a la imitación servil de esquemas que nada más abonan nuestra dependencia de la
voluntad ajena y nos condenan a recoger los mendrugos del banquete de la
civilización, según expresión de don Alfonso Reyes.
Al asumir el
carácter de presidente electo, Enrique Peña Nieto convocó, en los dos últimos
párrafos de su discurso, a que “por encima de
nuestras diferencias, hagamos realidad la gran hazaña: la de transformar a
México.
Es momento -acentuó- de ver hacia adelante.
Es momento ya, de escribir un nuevo capítulo de éxito en la historia nacional.”
Que el proceso
modernizar, entonces, nos encuentre dispuestos al cambio, preparados no a
administrar la escasez o la abundancia (según se presenten o anuncien los
tiempos), sino nuestras energías y potencialidad, facultades y fortaleza, sobre
el cimiento firme de la historia y el recurso invaluable de la cultura.
(Imagen: rt.com/)
HISTORIA
EFEMÉRIDES
SEPTIEMBRE
24 (1965). Apareció en
la portada de la revista Life la
fotografía del sur de la península de Baja California, tomada desde la nave
espacial Géminis V a cien millas de
altitud.
26 (1902). Agustín Sanginés tomó posesión del
gobierno del distrito Sur de Baja California, hasta el 29 de julio de 1911. Fue
el último jefe político del porfiriato y el primero de la etapa revolucionaria
sudcaliforniana.
26 (1961). Inició
labores la escuela secundaria “Constitución”, en la población del mismo nombre,
primera institución de ese nivel en el valle de Santo Domingo. Fue su promotor
y primer director el maestro Ricardo Fiol Manríquez.
27 (1821). Fecha de
consumación de la Independencia Nacional, que es celebrada como fiesta anual en
Ciudad Insurgentes.

29. El pueblo de San
Miguel de Comondú festeja el día del santo homónimo en el calendario católico.
29 (1865). Félix Gibert, gobernador
territorial de Baja California, decretó el sometimiento de la entidad al
imperio de Maximiliano.
PERSONAJES
Fue su cuna la ciudad de Medellín, de la actual comunidad
autónoma de Extremadura, España, en 1485. Estudió leyes en Salamanca, cuya
carrera dejó inconclusa por las búsquedas de fama y fortuna que por entonces generaban
la ambición de buena parte de la juventud ibérica. Con 19 años de edad se
embarcó para la isla Española, que ahora ocupan la República Dominicana y
Haití. Se estableció ahí como dueño de una plantación y funcionario colonial.
Con
Diego Velázquez participó en 1511 en la conquista de Cuba, y luego
le fue
confiada una de las expediciones a Yucatán, en la cercana costa
continental,
con 600 hombres. En esa península halló a Gerónimo de Aguilar y
Gonzalo
Guerrero, sobrevivientes de dos expediciones anteriores enviadas por
Velázquez;
luchó contra los tabasqueños, y a su triunfo le fue entregada
Malitzin o Malinche, luego bautizada
como Marina. Siguiendo la costa fundó el primer ayuntamiento al que llamóVilla
Rica de la Vera Cruz.
Una vez en
Tenochtitlan, Cortés venció a los aztecas con apoyo del ejército integrado por
los pueblos indígenas sometidos a aquéllos, que eran sujetos a tributos y entrega
periódica de prisioneros para sacrificar a sus dioses.
Luego de una
serie de circunstancias, el extremeño se asentó en la costa del Pacífico, y en
la cuarta de sus Cartas de Relación
(1524) informó al rey Carlos tener noticia de una isla situada en ese océano, y
hacía referencia a las amazonas, el oro y las perlas que ahí existían; para
ello envió a su costo varias expediciones al noroeste, una de las cuales llegó
a lo que hoy es La Paz, como resultado del motín que encabezó el piloto Fortún
Jiménez. Éste y su gente tuvieron dificultades con los nativos, sufrieron
varias bajas y debieron huir nuevamente a la costa sinaloense donde fueron
capturados por Nuño Beltrán de Guzmán, enemigo de Cortés. Enterado de ello, éste
dispuso el viaje encabezado por él mismo a esa parte extrema recién
descubierta.
Llegó a su
destino el 3 de mayo de 1535, día de la santa Cruz en el calendario cristiano,
y le dio ese nombre. Como consecuencia de ello, la tierra fue incorporada a la
historia y la geografía universales, y le quedó desde entonces el nombre mítico
de California, a partir de la Relación de Francisco Preciado, integrante de la expedición de
Francisco de Ulloa, efectuada también con el patrocinio del extremeño.
En su memoria
fue impuesto el nombre de mar de Cortés al golfo californiano.
El Conquistador
murió en Sevilla el 2 de diciembre de 1547, a los 62 años de edad.
(Imagen:
monumento a Cortés en Medellín de Extremadura, España.)
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