ACTUALIDAD
LA JUSTICIA EN
BCS: 2016
Agregaba que “la
administración de justicia se encuentra inmersa en un laberinto de
complejidades, complicidades y compromisos de grupo, que hacen inalcanzable el
anhelo de justicia para el ciudadano medio.”
El sistema de administración
de justicia sudcaliforniano -decía- “es el único en toda Latinoamérica que
carece de un Consejo de la Judicatura
o equivalente; es decir que a la administración de justicia le falta un órgano
autónomo de evaluación, supervisión, capacitación y, en su caso, sanción en el
seno de la institución misma, lo que deviene sistema anárquico donde los
magistrados, siete en total, resuelven de manera discrecional aspectos
administrativos, disciplinarios, escalafonarios y de control interno. Son, al
interior, jueces y partes.”
Hasta donde se sabe, nadie opuso
objeción pública alguna al respecto.

Como suele ocurrir, la
propuesta presentada en sesión pública, esta vez por la comisión de Puntos
Constitucionales y de Justicia, obtuvo la aprobación unísona de los diputados
sin analizarla en asamblea y sin tomar en consideración las opiniones de la
sociedad civil organizada. Si ésta debió esperar treinta años para ello, tenía
derecho incuestionable a opinar y debatir en foros públicos, antes de su presentación
parlamentaria, el contenido de un documento de importancia y significación para
la convivencia de los sudcalifornianos.
Contrariamente a ello, el
dictamen comisional fue dado a conocer en primera lectura durante la sesión del
jueves 23 de junio de este 2016, y aprobado sin mayor trámite en la del martes
28 siguiente.
En el decreto se hallan premisas
opuestas a todo sentido de transparencia; en el siglo en que el avance
democrático exige luz para todas las acciones de gobierno, resulta inaudito que
nuestros empleados los legisladores, cuyas acciones tienen consecuencias para
cada uno de nosotros, se arroguen la facultad de establecer mecanismos de
operación inaceptablemente secretos.
Otro absurdo es que, de
acuerdo con el artículo 87 de la Constitución ahora nuevamente reformada, estarán
a cargo del Consejo de la Judicatura “La administración, vigilancia y
disciplina del Poder Judicial del Estado, con excepción del Tribunal Superior
de Justicia y del Tribunal Estatal Electoral (sic), lo cual evidencia la clara intención de desvincular al nuevo
organismo de las acciones de inconformidad de carácter comicial que se
originen; da, pues, en qué pensar sobre lo que se previene para las elecciones
por venir.
Si bien “Los Consejeros no
representan a quien los designa, por lo que en ejercicio de su función deberán proceder con independencia e
imparcialidad”, nótese que el Consejo estará integrado por el presidente del
TSJ, dos jueces de primera instancia, un ciudadano electo por el Congreso
estatal y otro designado por el gobernador. O sea...
En fin, se trató de un nuevo y
sorpresivo golpe legislativo, con el beneplácito inclusive de la oposición, antes de irse los diputados a vacaciones, en cuyo
procedimiento estuvo ausente el análisis sustancial de la comisión legislativa (que
sólo hizo adecuaciones accesorias) y el debate por parte de los congresistas,
donde se descartó absolutamente el escrutinio público así como la voz de la
colectividad y la opinión del colegio y los profesionales del derecho que
obviamente habrían puesto severos reparos a la opacidad contenida en la
propuesta gubernamental.

CRÓNICA HUÉSPED
ENTRE
LA LITERATURA Y EL PERIODISMO (3/3)

OBJETIVIDAD
La vida depara misterios insondables: el aguacate ya rebanado que entra
con todo y hueso al refrigerador dura más. Algo parecido ocurre con la ética
del cronista. Cuando pretende ofrecer los hechos con incontrovertible pureza,
es decir, sin el hueso incomible que suele acompañarlos (las sospechas, las
vacilaciones, los informes contradictorios), es menos convincente que cuando
explicita las limitaciones de su punto de vista narrativo.
Una pregunta esencial del lector de crónicas: ¿con qué grado de
aproximación y conocimiento se escribe el texto? El almuerzo desnudo, de
William S. Burroughs, depende de la intoxicación y la alteración de los
sentidos en la misma medida en que Entre los vándalos, de Bill Buford, depende
de percibir con distanciada sobriedad la intoxicación ajena.
El tipo de acceso que se tiene a los hechos determina la lectura que
debe hacerse de ellos. Definir la distancia que se guarda respecto al objetivo
autoriza a contar como insider, outsider, curioso de ocasión. A este pacto
entre el cronista y su lector podemos llamarlo "objetividad".
Siguiendo usos de la ficción, la crónica también narra lo que no
ocurrió, las oportunidades perdidas que afectan a los protagonistas, las
conjeturas, los sueños, las ilusiones que permiten definirlos.
Hace unos meses leí la historia de un explorador inglés que logró
caminar sobre los hielos árticos hasta llegar al Polo Norte. ¿Qué lleva a
alguien a asumir tamaños riesgos y fatigas? La crónica evidente de los hechos,
en clave National Geographic, permite conocer los detalles externos de la
epopeya: ¿qué comía el explorador, cuáles eran sus desafíos físicos, qué rutas
alternas tenía en mente, cómo fue su trato con los vientos? Sin embargo, la
crónica que aspira a perdurar como literatura depende de otros resortes: ¿qué
se le perdió a ese hombre para buscar a pie el Artico?, ¿qué extravío de
infancia lo hizo seguir la brújula al modo del Capitán Hatteras, que incluso en
el manicomio avanzaba al norte? Tal vez se trate de una pregunta inútil.
La rica vida exterior de un hombre de acción rara vez pasa por las
cavernas emocionales que le atribuimos los sedentarios: los exploradores suelen
ser inexplorables. Con todo, el cronista no puede dejar de ensayar ese vínculo
de sentido, buscar el talismán que una la precariedad íntima con la manera épica
de compensarla.
La realidad, que ocurre sin pedir permiso, no tiene por qué parecer
auténtica. Uno de los mayores retos del cronista consiste en narrar lo real
como un relato cerrado (lo que ocurre está "completo") sin que eso
parezca artificial. ¿Cómo otorgar coherencia a los copiosos absurdos de la
vida? Con frecuencia, las crónicas pierden fuerza al exhibir las desmesuras de
la realidad. Como las cantantes de ópera que mueren de tuberculosis a pesar de
su sobrepeso (y lo hacen cantando), ciertas verdades piden ser desdramatizadas
para ser creídas.
A propósito del uso de la emoción en la poesía, Paz recordaba que la
madera seca arde mejor. Ante la inflamable materia de los hechos, conviene que
el cronista use un solo fósforo.

Cronistas de la más diversa índole han descubierto su vocación ante el
fuego: Ángel Fernández, máximo narrador del fútbol mexicano, recibió su rito de
paso en el incendio del Parque Asturias, y Elias Canetti el suyo durante la
quema del Palacio de Justicia de Viena.
Sí, el cronista debe ser ahorrativo con los efectos que arden; entre
otras cosas, porque a la realidad siempre le sobran los fósforos.
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