ESPACIOS NÚM. 7


                              La serie Sudcalifornia: nuestra historia, puede verse en 
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ACTUALIDAD

FALTA INJUSTIFICADA


   En su reunión de trabajo del miércoles 7 de marzo de 2012, el grupo “Reflexión” dio su asenso al texto de la carta que acordó hacer llegar al por entonces titular del ejecutivo de Baja California Sur, a fin de expresarle la preocupación porque de 1999 hasta entonces se había carecido, entre los colaboradores de ese poder, de un cronista que tuviese a su cargo la difusión de los asuntos de la historia y el presente de esta media península que, como se sabe, nutren el saber y la pertenencia de nuestra sociedad.

   Agrega el documento que, en esa virtud, y debido a los evidentes servicios que tal ocupación cumple en las tareas para vigorizar los valores culturales y cívicos de la población, es que el mencionado colectivo tomó la decisión de manifestarle su interés por la significación que tiene para la administración pública la asesoría, el estudio y la promoción de una persona con esa materia de trabajo.

      Cronista es, según el diccionario de la Academia, el “autor de una crónica, persona que tiene por oficio escribirla”, pero como esto no deja muy claro el asunto, se puede acudir a otra fuente como Wikipedia, que explica el término en relación al “escritor que compila y redacta hechos históricos o de actualidad. Hasta la época de la Ilustración era un equivalente de historiador, y ocupaba un cargo oficial para desempeñar estas funciones.” (http://es.wikipedia.org/wiki/Cronista)

   Concluía la carta expresando al gobernante la confianza de que, coincidiendo con tales inquietudes, dispondría que en un plazo breve fuese  reiniciado el importante quehacer a que se hace referencia, lo cual quedó sin ocurrir por razones fácilmente entendibles, de ningún modo justificables.

   La loable costumbre de que esta entidad cuente con un cronista oficial (porque ha tenido muchos sin ese puesto en todas sus épocas) arranca desde hace más de cuarenta años cuando el gobernador Félix Agramont Cota nombró con ese carácter al profesor Jesús Castro Agúndez, a quien sucedieron el doctor Francisco Javier Carballo, don Alejandro D. Martínez y el autor este artículo, que tuvo tal responsabilidad estatal y la continuó ejerciendo en el ámbito paceño desde junio de 2011 por invitación de la presidenta municipal Esthela Ponce Beltrán.

  A este respecto quiero adelantar la mejor disposición de compartir la experiencia de tres lustros adquirida en esos menesteres y colaborar, si así se requiere, con quien reciba la designación según recomendó atinadamente la mencionada agrupación ciudadana.

CRÓNICA HUÉSPED

VINO CALIFORNIANO

Por Miguel del Barco*

“Ya que en este lugar hemos referido el modo de recibir y abastecer en la California al galeón de Filipinas, advertiremos también a los lectores que no extrañen el que no se haya hecho mención alguna de vino entre las provisiones que se les entregaban, no obstante saberse que en la California se hace bastante de este género.

   Es verdad que se hace algún vino, mas no en todas las misiones, y particularmente en el sur no se hace vino porque, aunque se ha intentado, sale tan malo que con dificultad se puede beber.

   Tampoco hay vino en las misiones que se siguen caminando hacia el norte, que son las de la nación guaycura, porque no tienen agua para el riego que necesita una viña o un parral, como todo cuanto se planta o se siembra en toda esta península.

   Solamente en las misiones de la nación cochimí, desde Loreto para el norte, en las más de las misiones que son San Javier, San José de Comondú, La Purísima Concepción, San Ignacio y Santa Gertrudis han probado bien las parras y suele salir el vino bueno, aunque mucho se pierde y avinagra.

   Los padres de estas últimas naciones envían algún vino de regalo o de limosna a los otros padres que no lo tienen; mas como las distancias son tan grandes, especialmente respecto de los del sur, y pocas veces se logra embarcación que haya de llegar allí y con que se pueda proveer a los padres de este licor, sucede frecuentemente que hay temporadas en que apenas tienen vino para decir misa.

   Y por esta razón está tan lejos el misionero de San José del Cabo, o de Santiago, de entregar vino a los navegantes que, algunos años, del vino que traen en el galeón para misa recibe de ellos por favor algunas botellas para poder el mismo padre celebrar, ínterin le viene nuevo socorro de las misiones del norte […]”


* Historia natural y crónica de la Antigua California, edición de Miguel León-Portilla, UNAM, 1973, pág. 250.