CRONISTAS
MUNICIPALES
El cronista ha
constituido, desde los tiempos más remotos de las culturas indígena y europea,
una figura imprescindible de la colectividad por su carácter de notario
histórico y asesor del ayuntamiento (particularmente en materia de nomenclatura
y de archivo histórico) y sus conciudadanos en relación al pasado lejano y
reciente de la vida comunitaria.
Sin embargo, sus
ocupaciones van más allá y de ningún modo consisten en publicar loas a la gente del poder (que para
ello son los boletines) sino a preservar y acrecentar el patrimonio intangible
de la colectividad: cultura, lengua, tradiciones y todo lo demás, que es
infinito.
El encuentro de
dos mundos, el nuevo y el antiguo, América y Europa, tuvo cronistas del lado de
los vencidos y del campo de los conquistadores. De manera que nuestro país
posee una larga tradición en este sentido, que ha hecho posible la custodia, conservación
y transmisión de los testimonios que luego servirán para escribir la historia.
Baja California Sur ha contado con cronistas
desde siempre; díganlo si no las pinturas rupestres y los glifos en piedras
diseminadas en todo su territorio; ahí están igualmente los diarios de los
navegantes y exploradores de los siglos XVI y XVII, los libros de los
misioneros del siglo XVIII, los documentos del XIX que se hallan en el Archivo
Histórico del Estado, en La Paz, y las muchas obras de la anterior y presente
centurias.
Hace ya 43 años
que fue reinstaurado en Sudcalifornia el régimen municipal, y es tiempo más que
razonable para pensar ya en la conveniencia de nombrar cronistas municipales, a
quienes espera, sin duda, una significativa tarea por realizar.