Testimonios sudcalifornianos. Nueva entrada y establecimiento en el puerto de La Paz, 1720, UNAM, 1970.
Con introducción y notas del Dr. Miguel León-Portilla, aparecieron la “Relación” de Jaime Bravo, la “Carta” de Juan de Ugarte y el “Diario” de Clemente Guillén, sacerdotes jesuitas a quienes se debe el establecimiento de la primera fundación permanente, después de múltiples tropiezos, en la hoy capital sudcaliforniana.
“El padre Bravo -se lee en la introducción a la obra-, cubre en su relato, con profusión de detalles, cuanto interesa conocer, desde la partida de Loreto hasta el establecimiento de las instalaciones misioneras y los sucesivos contactos con los nativos de la bahía y de las islas cercanas.
El famoso e incansable hondureño Juan de Ugarte, en su carta al virrey recuerda en forma resumida los hechos en los que él también participó.
Y el padre Guillén, jesuita zacatecano, a modo de diario escribe lo que fue su expedición desde San Juan Bautista Malibat hasta la bahía de La Paz. Había sido su propósito encontrar un camino por tierra para ligar también así a los dos puertos, Loreto y La Paz.
Desde la toma de posesión de la bahía y puerto de Santa Cruz por Hernán Cortés el 3 de mayo de 1535, hasta la fecha de llegada de los misioneros el 3 de noviembre de 1720, ningún intento de colonización había fructificado verdaderamente en esta parte de la península.
Casi dos siglos debieron transcurrir para que, a partir de su teórica integración a la corona de España, La Paz iniciara el desarrollo de un creciente núcleo poblacional.
Con introducción y notas del Dr. Miguel León-Portilla, aparecieron la “Relación” de Jaime Bravo, la “Carta” de Juan de Ugarte y el “Diario” de Clemente Guillén, sacerdotes jesuitas a quienes se debe el establecimiento de la primera fundación permanente, después de múltiples tropiezos, en la hoy capital sudcaliforniana.
“El padre Bravo -se lee en la introducción a la obra-, cubre en su relato, con profusión de detalles, cuanto interesa conocer, desde la partida de Loreto hasta el establecimiento de las instalaciones misioneras y los sucesivos contactos con los nativos de la bahía y de las islas cercanas.
El famoso e incansable hondureño Juan de Ugarte, en su carta al virrey recuerda en forma resumida los hechos en los que él también participó.
Y el padre Guillén, jesuita zacatecano, a modo de diario escribe lo que fue su expedición desde San Juan Bautista Malibat hasta la bahía de La Paz. Había sido su propósito encontrar un camino por tierra para ligar también así a los dos puertos, Loreto y La Paz.
Desde la toma de posesión de la bahía y puerto de Santa Cruz por Hernán Cortés el 3 de mayo de 1535, hasta la fecha de llegada de los misioneros el 3 de noviembre de 1720, ningún intento de colonización había fructificado verdaderamente en esta parte de la península.
Casi dos siglos debieron transcurrir para que, a partir de su teórica integración a la corona de España, La Paz iniciara el desarrollo de un creciente núcleo poblacional.