HOMENAJE
DE
LA ANTIGUA CALIFORNIA A MIGUEL LEÓN-PORTILLA

Sus logros intelectuales le han merecido ya una considerable cantidad de
premios y una quincena de doctorados Honoris
Causa en México, los Estados Unidos, países de Europa y el estado de
Israel.



Estas y otras varias razones legitiman que los sudcalifornianos nos dispongamos
a otorgar el testimonio merecido de admiración y gratitud al preclaro mexicano,
como sabemos que lo están promoviendo la UABCS y el poder legislativo estatal.
RECORDACIONES DE LA SEMANA
ABRIL



MAYO


ACTUALIDAD
LA INTELIGENCIA DE LOS
SUDCALIFORNIANOS

En los procesos electorales y
en el discurso oficial, los políticos, dirigentes sociales y funcionarios
públicos tocan, con frecuencia, lugares tan comunes como ayudar a los económicamente
pobres (con su eufemismo “los que menos tienen”), procurar el desarrollo
económico, la salud, la educación (como ellos buenamente la conciben) y algunos
otros, siempre en un plano paternalista, apapachador, dadivoso, donde la
población desempeña, sin variación, un rol eminentemente pasivo.
Evitan referirse a la
inteligencia porque quizá les parece un concepto de poco impacto retórico, tal
vez insultante para la multitud o, en el peor de los casos, vocablo sólo aplicable
a un segmento de “refinados” y críticos naturalmente desafectos a los errores y
desvíos del gobierno.
A los del poder les asusta referirse u oír hablar de la inteligencia individual
y colectiva; nada hay que les horrorice más que tener que someter sus
decisiones al cuestionamiento de los miembros pensantes de la población, por
eso prefieren dialogar, cuando es insoslayable dialogar, con los
“representantes” de la sociedad, que muchas veces no lo son tanto. Y si esos delegados
son afines al régimen, mejor.
La inteligencia individual
queda, así, marginada de los mecanismos que determinan la convivencia
comunitaria.
La inteligencia ha sido
característica de la personalidad de los sudcalifornianos desde los orígenes de
su paulatina integración social, por eso es hora ya, aunque les pese a quienes
pretenden manipular el desenvolvimiento de este pueblo, de que se acuda a ella
para reconstruir a esta entidad desde hace varios años deteriorada en sus
virtudes, alejada de sus principios esenciales y relegada a términos de masa abnegada,
acrítica y obediente.
En este 2015 se cumplieron poco
más de tres lustros de que la vida estatal se halló lenta pero inexorablemente
trastocada en sus valores tradicionales, a términos de vulgaridad, pésimo gusto,
ausencia de respeto, facilismo y ambiciones rampantes. Se ha ido menoscabando,
a más de nuestro patrimonio material, nuestro patrimonio moral, y ha sido
confinada la inteligencia.
Baja California Sur es
construcción de siglos por el afán inteligente de quienes en sus diversas
etapas la han constituido. No de sus caudillos sino de las mujeres y los
hombres que han colaborado con talento en el empeño de edificar esta
Sudcalifornia que tenemos ahora. No de sus gobernantes sino de la capacidad y
el trabajo manual e intelectual de quienes han asumido su responsabilidad
histórica en cada momento de su acontecer. De la política pero con su adjetivo
“inteligente.”
Entonces por qué no apelar a la
proverbial capacidad de los sudcalifornianos en las actuales circunstancias en
que resulta imprescindible volver a los antiguos preceptos de los que habíamos
vivido orgullosos.
A ejercer de nuevo, en fin, el
ejercicio de la inteligencia.
EFEMÉRIDES DE BCS
CONMEMORACIONES DE LA SEMANA
12 (2009). Murió el doctor Francisco Cardoza Carballo, profesor, médico y
político de méritos sobresalientes en la historia de Baja California Sur por
sus aportaciones al desarrollo de instituciones al servicio del pueblo
sudcaliforniano.
Nació en 1913 en La Paz, Baja
California Sur, donde cursó los estudios básicos y la carrera de docente de
educación primaria, y en la escuela Nacional de Maestros de la ciudad de México
terminó la especialidad de maestro de enseñanza superior el año 1933.
En la misma capital de la República cursó el
bachillerato y la carrera de Medicina, que culminó en 1940. En esa época, la
morbilidad y mortalidad a causa de la tuberculosis era un grave problema de
salud en nuestro país; ello lo llevó a insistir ante el gobierno territorial,
una vez reintegrado a su tierra (de cuya Sociedad Médica fue fundador), para la
edificación y operación de la unidad antituberculosa, así como del preventorio
para hijos de las personas con ese padecimiento.

Fundó y dirigió los servicios médicos del
IMSS y del ISSSTE en su entidad nativa.
Participó activamente también en una segunda
y tercera etapas del FUS (1958 y 1964-1965) que exigió el nombramiento de
gobernantes civiles para Baja California Sur y otros avances de beneficio
colectivo. A la primera y varias de esas demandas accedió de inmediato el
ejecutivo federal.
Puso luego su experiencia e interés por el
desarrollo regional en el movimiento “Loreto 70”, que propició el nombramiento
de un gobernador nativo o con arraigo y civil.


A muy temprana edad se contrató con dos de sus
hermanos en la compañía El Boleo, de Santa Rosalía, BCS, y posteriormente en la
de Cananea, Sonora. Ello permitió a los jóvenes mineros conocer las condiciones
en que vivía el gremio, la grave explotación y acentuada desigualdad y
marginación que padecían los trabajadores y sus familias.
En 1913 se enlistó como soldado bajo las
órdenes de Manuel M. Diéguez, lo cual significaría el inicio de su carrera
militar.
En total sumó 97 hechos de armas, por los que
recibió diversos reconocimientos.
En 1929 fue designado gobernante de su tierra, con cuyo
carácter apoyó a obreros y campesinos, particularmente en la promoción de las
primeras organizaciones gremiales e imponiendo las disposiciones de la ley
federal del Trabajo.
Pasó a fungir como jefe político del
Distrito Norte de Baja California en 1931, una vez que fueron instituidos los
territorios Norte y Sur de la península; duró en ese cargo hasta 1935.
Diez años más tarde, el Frente de Unificación
Sudcaliforniano (FUS) planteó al gobernador, Gral. Francisco J. Múgica, la
aspiración de que la sociedad sudpeninsular fuese dirigida por uno de sus
miembros; la propuesta fue enviada por el Constituyente, junto con su renuncia,
al presidente Manuel Ávila Camacho, quien dispuso que su nuevo representante en
la entidad fuese Agustín Olachea. Éste emprendió una
importante promoción del desarrollo regional hasta 1956 en que entregó el
mandato.

Sus restos mortales fueron
reinhumados en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres.
CONMEMORACIÓN
SAN JOSÉ DEL CABO: ANIVERSARIO
286*

El asentamiento original estuvo ubicado junto al estero, a pocos
kilómetros de la costa, en el lugar que aún hoy es conocido como “La Misión”,
pero hubo de ser cambiado, entre otras razones por la abundancia de mosquitos,
a lo que ahora es el pueblo de San José Viejo; luego a Santa Rosa y finalmente
a donde actualmente se halla la parroquia.
“Al principio -dice el historiador josefino Pablo L. Martínez en su Historia de Baja California-, los
indígenas se escondieron y no daban la cara a los recién llegados, no obstante
que el capitán Esteban Rodríguez Lorenzo, en visita hecha al lugar el año
anterior, había tenido oportunidad de ver gran cantidad de naturales.”
Agrega que “inició el padre su obra de catequización en medio de mil
esfuerzos y dificultades pues, como ya se ha hecho notar, estos pericúes de la
región sur resultaron ser de los más renuentes a la penetración española.”
El nombre de la nueva fundación fue impuesto
en honor del marqués Joseph de la Puente y Peña, marqués de Villapuente,
importante patrocinador de la obra jesuítica californiana, y se le añadió “del
Cabo” para diferenciarla de San José de Comondú, que había sido erigida varios
años antes.
La misión de San José del Cabo adquirió enorme importancia estratégica
ya que en ella era aprovisionado el galeón de Manila (o nao de China) de agua y
alimentos frescos a casi al término de su travesía entre Filipinas y Acapulco
con mercaderías de oriente.
Motivo de disgusto permanente de la población indígena era la
intromisión de la cultura euro-cristiana en sus hábitos, costumbres y
tradiciones; uno de ellos era la poligamia, o sea el derecho de los hombres de
convivir con dos o más mujeres. Por supuesto, la moral de la religión que se
pretendía introducir era opuesta a tal práctica, y fue causa principal de la
más vigorosa y larga insurrección de cuantas hubo durante toda la presencia
extranjera en la Antigua California.
Se
inició el 1 de octubre de 1734 en la misión de Santiago donde se dio muerte al sacerdote
poblano Lorenzo Carranco, y prosiguió a San José del Cabo antes de extenderse a
todas las fundaciones californianas; en el segundo acto de ella fue sacrificado
el padre Tamaral, dos días después, en Santa Rosa.
La rebelión de los californios fue finalmente aplacada en 1736 con
refuerzos yaquis traídos de Sonora al mando del capitán Bernardo Huidobro, a
raíz de lo cual fueron construidos, en el sitio denominado Añuití en lengua indígena, el presidio o fortificación militar y el
templo que conocemos en la actualidad, alrededor del cual creció la población
josefina hasta nuestros días.
CRÓNICA HUÉSPED
EN BUSCA DE JOHN STEINBECK EN EL MAR DE CORTÉS
La
falla de San Andrés “dentro de miles
de años separará a las tres Californias del área continental de México y
Estados Unidos.”
Por
Antimio Cruz*
Setenta
años después, el fotógrafo Raúl González Pérez inició una búsqueda
de los sitios que visitaron Steinbeck y Ricketts. La travesía del mexicano
fue diferente: le llevó dos años hacer varias expediciones en el
velero
Anabaena para captar a los animales
que los estadunidenses no pudieron
registrar. Desde el 6 de mayo [2013], 56 de esas imágenes están en exhibición en
el Museo de Historia Natural de San Diego, California [...]
LAS
CALIFORNIAS SON UNA SOLA
Hoy
las fronteras políticas dividen a esa gran región en tres fragmentos:
California, en Estados Unidos, y Baja California y Baja California Sur, en
México. No obstante, se trata de un solo ecosistema compartido y una misma base
geólógica, atravesada por la falla de San Andrés, que finalmente dentro de
miles de años separará a las tres Californias del área continental de México y
Estados Unidos.
Esta
unidad ecológica y geológica despertaba la curiosidad intelectual de John
Steinbeck, nacido en Salinas, California, en 1902, y Premio Nobel de Literatura
en 1962. El escritor ejerció el periodismo en su juventud y siempre se interesó
en las singularidades de la zona donde creció. Su primer gran éxito literario y
comercial fue el libro Tortilla Flat,
sobre un grupo de paisanos mexicanos que recorrían California buscando trabajo
en granjas. Este fue también tema de otro de sus libros más vendidos, “De
hombres y ratones” —Of Mice and Men,
llevado al cine en 1939 y en 1992—, que sólo ha sido superado en ventas por “Las
uvas de la ira” [The grapes of wrath].
Fue gracias a esta fascinación que le producía California que Steinbeck cultivó
una estrecha amistad con el biólogo marino Edward Ricketts, a quien conoció en
el puerto de Pacific Grove.
Ricketts
se dedicaba a investigar y documentar los seres vivos de las costas de
California, por sus características únicas. A lo largo de 10 años de
conversaciones, escritor y biólogo reflexionaron sobre la unidad ecológica y
geológica de California y Baja California. De ahí surgió la idea de una
expedición de seis semanas en barco, que planearían para marzo y abril de 1940
motivados por el éxito en ventas de Tortilla
Flat, que le dio a Steinbeck la solvencia económica para financiar el
viaje.
*
En Emeequis, 13 de mayo de 2013,
págs. 23-28 (http://www.m-x.com.mx/xml/pdf/302/22.pdf)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)