ACTUALIDAD
SOBRE CORRUPCIÓN
Lo que pasa es que el nuestro
fue, eso sí, de los primeros países en sacarla de las cloacas a la luz pública
y combatirla.
La corrupción no constituye --contrariamente
a lo que se piensa o se ha querido hacer pensar, por conveniencias específicas-- patrimonio privado de ninguna patria,
doctrina ideológica o religiosa, partido, etnia o clase social. En todos sus
nombres, formas y expresiones (cohecho, corruptela, chantaje, mordida,
peculado, soborno, etc.) es, inexorable y desafortunadamente, mal endémico de
la humanidad, pues se halla en algún gen del homo sapiens, ente zoológico finalmente.
Ello no la justifica, desde
luego, ni consuela saber que es mal de muchos. Pero conviene dar una revisada,
aunque sea somera, al asunto.
Buena cantidad de naciones del
planeta descubrió, no hace mucho tiempo, que entre sus ciudadanos, del ámbito
gubernamental y no, la corrupción es ejercicio cotidiano: Brasil, España,
Estados Unidos, Italia, Japón, Perú, Venezuela, Bolivia, en estos días
Guatemala casi al mismo tiempo que la asociación internacional de futbol (FIFA) y varias entidades más, iniciaron y llevan a cabo procesos contra personas
descubiertas en manejos ilegales de dinero.
Así, pues, en tales lugares la
corrupción no es propiamente novedad sino descubrimiento de una praxis cuyo
origen se pierde seguramente en la noche de los tiempos y en el pasado de todos
los pueblos.
No ha habido sistema económico
o de gobierno que se salve, ninguno, hasta ahora, de ese
género de contaminación ética que involucra tanto al corrupto o potencialmente
corruptible, como al transcurso corruptivo y, obviamente, al corruptor.
El mecanismo de contención
idónea a las nefastas consecuencias de tan execrable práctica resulta, al
parecer, la aprobación y la correspondiente aplicación de disposiciones
legislativas que impongan sanciones severas
a quienes sean incapaces de resistirse a las tentaciones de apropiación
de los bienes ajenos, del erario, de las empresas y del vecino. Es decir, reprimir
la impunidad.
El gobierno del presidente
Peña Nieto ha enviado al respecto una iniciativa que esperamos pronto ver
convertida en muro, freno o al menos limitación a un ejercicio que daña y
cuesta mucho a la sociedad. Un estudio reciente del Semáforo Económico Nacional
2014 indica que la corrupción se lleva el dos por ciento del producto interno
bruto mexicano, en lo que coincide la investigadora María Amparo Casar en
“México: anatomía de la corrupción”.
Y debemos lamentar que en el
ámbito sudcaliforniano haya registro evidente y cotidiano de casos de
enajenación ilícita, oficial y privada, que es preciso detener. Confiemos para
ello en las bondades y utilidad de la nueva ley, y de que nuestro voto el 7 de
junio próximo la hará practicable.
Sólo agregaría la advertencia
de evitar la mezcla o implicación del concepto de corrupción con el de
política, ya que son mutuamente excluyentes. La política es manera de servir,
no servirse, desde el poder público para lograr el bien general. La expresión
“político corrupto” carece de realidad y congruencia: el corrupto es un
delincuente, infractor, inmoral y antiético pero jamás llegará, por eso, a ser
un político. Como digo siempre: al final la política nos salvará.
Sea este párrafo último para
reiterar que la corrupción debe ser excluida de la lista de inventos mexicanos,
aunque nuestra república cuente --desde
ayer, ahora y en el porvenir, qué remedio--
con ejecutantes notables en todos los campos de su existencia.
CRÓNICA
CARRANZA, SU
ESCUELA Y BAJA CALIFORNIA SUR*

Vayamos por partes:
Cuando triunfó la Revolución Mexicana fue electo presidente de la República el
señor Francisco Ignacio Madero González, y gobernador del estado de Coahuila
Venustiano Carranza.
El señor Madero
nombró como ministro de Guerra y Marina al general Victoriano Huerta, quien una
vez con el poder militar se volvió contra el propio presidente, a quien mandó
quitar la vida el 22 de febrero de 1913 en la capital de México, y por medio de
artimañas legales logró que se le nombrara presidente de la República, para
ocupar el lugar del señor Madero.
Apenas un mes y
cuatro días después del crimen, el gobernador Carranza encabezó la firma del
plan de Guadalupe (llamado así porque fue redactado en la hacienda de
Guadalupe, del mismo estado de Coahuila), por el cual se llamaba a los
revolucionarios para volver a tomar las armas y quitar de la silla presidencial
al general Huerta.
A esa
convocatoria respondió desde Baja California Sur el abogado Félix Ortega
Aguilar, quien, junto con otros revolucionarios sudcalifornianos elaboró el
plan de Las Playitas (en un rancho a pocos kilómetros al sur de La Paz), y
combatieron a las tropas del gobierno huertista representado aquí por el cabo
de la gendarmería Leocadio Fierro. Precisamente sobre él y los orteguistas hay
una composición muy conocida, el corrido del cabo Fierro, que empieza diciendo:
“Fue el 15 de mayo, el 15 de mayo, cuando el caso sucedió...”, etc. Bueno, pues
esa composición habla de una batalla en La Ribera, del actual municipio de Los
Cabos, en esa fecha de 1914.
Como en BCS, la
lucha en todo el país logró que se rindiera Victoriano Huerta y se encargara de
la presidencia don Venustiano. Por instrucciones de éste, pronto se llevó a
cabo en la ciudad de Aguascalientes la reunión de los revolucionarios, llamada
“Convención de Aguascalientes”, para organizar la nueva situación del país,
pero terminó por desconocer como presidente al señor Carranza y nombrar en su
lugar a Eulalio Gutiérrez. Fue precisamente éste quien dio a Félix Ortega
-afiliado ya al villismo- el grado de general y lo nombró gobernador de su
tierra natal, donde llevó a cabo una ejemplar administración hasta que en medio
de los conflictos de esa etapa revolucionaria fue obligado a dejar la
gubernatura.
Por su parte, don
Venustiano Carranza se declaró en rebeldía y logró derrotar a los
convencionistas; enseguida convocó a un congreso que redactó una Constitución,
la de 1917 (que es la que tenemos hasta la actualidad), en base a la cual ganó
las elecciones presidenciales, pero su poder ya estaba en decadencia y fue
muerto en Puebla mientras se trasladaba con su gobierno a Veracruz, el 21 de
mayo de 1920, hace hoy 95 años.
Éste es el
resumen de la vida del coahuilense Venustiano Carranza, un gran mexicano que
respondió con valor y civismo a las exigencias de su tiempo y de su pueblo.
Ahora hablemos
un poco, también resumidamente, de esta escuela primaria que lleva el nombre
del personaje cuyo fallecimiento recordamos hoy. Con fundamento en que se
considera perteneciente al patrimonio nacional todo lo que administran las
iglesias, esta institución estuvo establecida primeramente en la parte
posterior de la catedral de La Paz, sobre la calle Aquiles Serdán. Cuando ese
espacio -donde apenas cabía- le fue requerido por las autoridades de la iglesia
Católica, los alumnos y maestros fueron cambiados temporalmente a una casa en
la esquina que forman las calles de Ignacio Ramírez y Miguel Hidalgo, y
finalmente quedó en su propio y nuevo edificio donde nos encontramos ahora,
recordando a un gran mexicano y celebrando que en la geografía escolar de
nuestra querida ciudad de La Paz esté incluida una gran institución: la escuela
primaria “Venustiano Carranza”.
Por estos espacios han pasado muchas generaciones de niños
que ahora son mujeres y hombres de bien, y maestros que han honrado su
profesión entregando lo mejor de sus servicios a la educación sudcaliforniana.
Podemos
felicitarnos de tener una escuela de rica historia, con un nombre de enorme
prestigio, todo lo cual debe llenarnos de auténtico orgullo.
* Discurso en la escuela primaria que lleva el nombre del
personaje, el 21 de mayo de 2015.
ESPACIOS (PARTE I)
Nota pertinente: En la parte que corresponde al Palacio de Gobierno debe decir "ya cumplió el primer medio siglo..."
ACTUALIDAD
APOSTAR A LA
EDUCACIÓN

El estado de Chihuahua es modelo que plantea con
resultados objetivos la relación directamente proporcional entre crecimiento
educativo y rezago criminalístico.
El gobernador
chihuahuense César Duarte, quien acompañó en un momento de su campaña al
candidato Ricardo Barroso, ha expresado que, en su entidad, la apuesta al
desenvolvimiento educativo y la consecuente baja criminal ya registrada permitirán
hacer de su estado “una potencia mundial, y eso se debe a la gran inversión en
la educación”.
Es de creerse
que dicho empleo creciente de recursos al sistema educativo estatal comprende
un espectro muy amplio de factores, en vez de constreñirse, digamos, a la
construcción de aulas y techumbres, regalar uniformes escolares o a empastar
campos deportivos y contratar profesores compensados.
Esto
último soluciona de inmediato una necesidad pero se convierte a la larga en
polvorín que tarde o temprano requiere sólo el detonador de la impaciencia para
estallar, pues los temporales trabajadores del aula se contratan bajo la
expectativa de lograr la correspondiente plaza de base en un periodo razonable,
lo que suele ocurrir en parte, como acaba de serlo aquí, cuando la precariedad salarial
es ya insostenible.
La inversión
educativa ha de ser destinada, además de satisfacer necesidades
infraestructurales, a ampliar el horizonte de oportunidades a los niños y
jóvenes, más los adultos que pretendan crecimiento profesional y laboral;
mediante el apoyo a la investigación científica y académica, la concurrencia de
estudiantes a universidades de países desarrollados y la invitación, con
otorgamiento de facilidades, a instituciones de nombradía inobjetable para
radicarse localmente, la operación eficaz y suficiente de polos estratégicos de
enseñanza-aprendizaje a distancia, multiplicación de centros de capacitación
para el trabajo, acreditación de capacidades prácticas para el desempeño de
oficios, diseño de programas permanentes de residencias de académicos, científicos,
escritores, artistas, gente sobresaliente del ámbito universal, de prestigios
que nos prestigien, y tantas cosas que se pueden hacer con más imaginación y
espíritu creativo que los que han sido puestos hasta ahora al servicio de la
educación sudcaliforniana, carentes de objetivos inscritos en el sentido de
pertenencia e identidad regional.
Todo ello, como
hemos dicho, con definido propósito innovador y voluntad de transitar como
triunfadores el siglo XXI, y finalidades claras que nos incorporen al primer
mundo lo más pronto posible.
Lo cual habrá de
restituirse, claro está, con el mejoramiento de las condiciones generales de
vida de los habitantes de Baja California Sur, el incremento de la
productividad, el empleo y las percepciones de la población económicamente
activa, el bienestar colectivo y, ¿por qué no?, la felicidad que es el fin
último de la política y de las políticas.
¿Que estamos
hartos de enfrentar infructuosamente a la delincuencia? Apostémosle a la
educación, y en vez de aplicar los exiguos recursos a aumentar la nómina y el equipo
policiacos y penitenciarios, hagámoslo para una causa más elevada y de
resultados mayormente positivos, como se ha demostrado.
(Imagen: Foto de niña sudcaliforniana, por Pedro R. González Hirales.)
CRÓNICA HUÉSPED
ROBINSON CRUSOE:
EL PRESTIGIO DE LA LEYENDA
Por Ulises Irigoyen*

Los relatos de
las misiones tienen aspectos arrebatadores si se ven desde el punto de vista de
lo que es el espíritu humano capaz de realizar inspirado por el afán
constructivo y una férrea creencia; aquellos jesuitas levantaron un mundo nuevo
y una fe en donde no existían sino desiertos crudos, única cosa que vio el
padre Baegert; y hasta su misma morfología geográfica y geológica brindan
sorpresas grandiosas como en la enorme bahía de la Magdalena y toda esa serie
de bahías naturales que parecen ser, desde la distancia, las pupilas azules del
continente que miran hacia el Pacífico.
Y como si fuera
poco todo ese cúmulo de maravillas, la leyenda también se asienta en sus playas
largas y ásperas, pues la interesante historia que fue nuestro encanto de la
niñez, impulso de nuestros sueños en los albores de la juventud y que persiste
en las imaginaciones y en las memorias de los niños y de los hombres de todo el
mundo: las aventuras de Robinson Crusoe, se realizaron cerca de las arenosas
costas de la Baja California, precisamente en una llamada isla [de Juan] Fernández,
la cual bien puede ser que, por descuido de los historiadores y geógrafos, que
no han visto en esto mayor importancia, colocan otra isla [de Juan] Fernández
arbitrariamente en la república de Chile, misma equivocación que presenta en
sus páginas la enciclopedia Espasa. ¡En aquel remoto tiempo todas eran islas
[de Juan] Fernández.
Fue el capitán
Woodes Rogers, por el año de 1709, quien halló a Alexander Selkirk al aparecer
en el cabo de San Lucas, a quien empleó como contramaestre en su propia
embarcación. Después, al ser conocido el náufrago por el escritor Daniel Defoe,
procuró su amistad y de los relatos que Selkirk le hizo escribió su famosa
novela convirtiéndolo en el personaje central a quien puso el nombre de
Robinson Crusoe.
En la primera
edición hecha en 1719 de Robinson Crusoe,
aparece todavía la Baja California como una isla.
Rogers penetró
con sus bergantines hasta la bahía de San Bernabé y capturó, después de una
lucha ruda y desesperada, el velero Nuestra
Señora de la Encarnación de Singano con un cargamento valuado en más de dos
millones de dólares. Rogers escribió una amplia narración sobre las tribus,
ornamentos y collares de perlas de la Baja California, y en algunos pasajes se
apoya el padre Baegert para difamar a la maravillosa península.
La península de
la Baja California, además de las muchas cosas que le dan prestigio y valor
inestimables entre todas las regiones del mundo, tiene ya ganado un lugar en la
leyenda y en la historia.
* En Carretera
transpeninsular de la Baja California, editorial América, 1943, México,
págs. 397-398.
ACTUALIDAD
EL CONFLICTO
SNTE-GOBIERNO DE BCS

La situación que
en este sentido se hallan enfrentando los trabajadores de la educación en Baja
California Sur sólo tiene un origen: el uso indebido que ha hecho el gobierno
estatal de los fondos que son retenidos de sus cheques quincenales a los
maestros y el personal de apoyo a la educación.
Es decir que
esas aportaciones, que deberían ser enteradas puntualmente a las instancias que
otorgan a éstos diversas prestaciones (vivienda, seguros y los propios ahorros
sindicales, entre las principales), han sido dispuestas por la administración
pública local para otros fines, de manera que cuando los trabajadores pretenden
hacer uso de los servicios a que tienen legítimo derecho (porque pagan por
ellos), se encuentran con que están impedidos de hacerlo pues el patrón ha
tomado ese dinero para efectuar sus propios gastos.
Eso tiene en la
ley el nombre genérico de malversación de fondos, que significa desviación de
recursos hacia destinos diferentes, sin que de primera intención haga
referencia a hurto, aunque tampoco sea descartado una vez que se detecta la
sustracción indebida a efecto de que sea aplicada la sanción correspondiente.
Luego de
establecido el diálogo de las partes laboral y gubernamental para dirimir el
conflicto derivado de la sustracción ejercida por éste y la suspensión de los
beneficios sufrida por aquélla, la administración estatal convino con el
sindicato el pago correspondiente en un plazo que llegó a su término sin que la
parte afectada viese cumplido el compromiso.
La comunidad
sudcaliforniana tiene muchas y repetidas pruebas de la responsabilidad laboral de
profesores y empleados de la SEP, y a todos consta que son los primeros en
lamentar el malestar que producen las acciones que su organización sindical ha debido tomar para
la satisfacción de sus reclamos, aunque hay segmentos de la población que
ignoran la causa de ellas y concluyen en que quienes exigen sus derechos lo
hacen simplemente porque encontraron un pretexto para negarse a trabajar.
Ha habido
incluso miembros del personal de algunas escuelas que, ante el apremio de los
padres de familia han optado por presentarse a trabajar; lamentablemente adquieren
por eso el feo estigma de esquiroles.
El gobierno
federal se ha negado con toda razón a resolver económicamente el problema, pues
ello está fuera de sus atribuciones, aunque el secretario del ramo haya accedido
a tomarse la foto con el ejecutivo de la entidad perturbada por los hechos
referidos, lo cual de ninguna manera significa que el erario nacional vaya a
financiar la deuda que se pretende endosarle.
Se ha sugerido
que la secretaría de Haciende sufragase la reestructuración de la deuda en
cuestión, pero eso significaría el incremento del ya enorme débito que traspasará
la presente administración a la que sigue, y que al final de cuentas sería
pagada, como siempre, con nuestras contribuciones.
Así las cosas, los
trabajadores de la educación merecen la comprensión y el apoyo de la sociedad
sudcaliforniana por procurar la resolución de un brete que ellos están lejos de
haber originado, y que la parte verdaderamente causante asuma a plenitud la
responsabilidad que le toca.
POEMA HUÉSPED
Filemón C. Piñeda nació en La Paz, Baja California Sur,
el 22 de noviembre de 1868. Al final de una vida nutrida por la poesía, murió
en la misma ca
pital sudcaliforniana un 17 de mayo hace 93 años. De él es este
TRIUNFO DE LO
NEGRO
Me dirigí a los ojos de las niñas
pidiéndoles color para mis versos,
y las niñas me dieron de sus ojos
el azul más hermoso de los cielos,
el verde más profundo de los mares,
el café de los rostros habaneros,
el castaño más puro del castaño
y el negro de luctuosos pensamientos.
Pero el negro sublime de tus ojos
darme nunca pudieron, ¡son tan negros!,
tan negros como el reino de la Duda,
como el plúmeo ropaje de los cuervos,
que llora en el santuario del Recuerdo.
Ojos negros, etíopes dormitando
sobre un lecho de nardos;
ojos negros: si el Sol es dibujante de paisajes,
la noche es una artista que hace versos;
si aquél muestra sus lienzos, los celajes,
ésta brinda sus trovas: los luceros.
Celebremos el triunfo de la noche,
celebremos el triunfo de lo negro,
celebremos el triunfo de tus ojos,
¡esos negros artistas que hacen versos!
ACTUALIDAD
ANIVERSARIO PACEÑO
Luego tomó la denominación de La Paz que le dio el navegante Sebastián
Vizcaíno en 1596 por el buen trato que le dieron los nativos.
Algunos años más tarde, la expedición del
gobernador de Sinaloa Isidro de Atondo y Antillón y el cosmógrafo jesuita
Eusebio Francisco Kino la bautizó como real
de Nuestra Señora de Guadalupe, en 1683, que debió ser levantado por la
escasez de agua y la hostilidad de los naturales que razonablemente disputaban
a los extranjeros ese recurso.
Los misioneros Jaime Bravo y Juan de Ugarte
la pusieron bajo la advocación de la virgen
del Pilar en 1720, empeño misionero que más tarde se vio interrumpido por
la sublevación indígena de 1734-1736 y las epidemias que aniquilaron a sus
pobladores.
El gobernador José Mariano Monterde logró
finalmente el propósito oficial de asentar en 1830 los poderes provinciales en
la que es desde entonces capital sudcaliforniana, luego de que lo fue Loreto
durante 132 años, y el núcleo minero de San Antonio durante un año.
Treinta y tres años después, con la llegada
de los franciscanos y del primer gobernador Gaspar de Portolá, el visitador
Joseph de Gálvez dispuso reubicar en la misión de Santa Rosa de Todos Santos a
los pocos naturales que habitaban La Paz, a donde se trasladaron con su
arraigada devoción por la virgen del Pilar, que fue adoptada en la nueva
comunidad guaycura-pericú.
En 1811, el soldado José Espinoza recibió
como gratificación a sus servicios la concesión de ocupar el olvidado puerto de
La Paz, a cambio de que cumpliese la tarea de proveer de agua a las
embarcaciones que ahí anclaban para el embarque de productos originarios de las
minas del sur. Espinoza incumplió su compromiso con la consecuente queja de las
tripulaciones que arribaban al puerto.
El nacimiento de la ciudad pudiere
atribuirse al señor Juan García, quien obtuvo el primer permiso de los
otorgados por el gobernador José Manuel Ruiz en 1823 para poblar aquel paraje
con gente del sur peninsular. García construyó así la casa en la cual hizo un
preliminar acopio de mercancías, lo cual puede considerarse el origen de la
vida comercial en esta región.
Aquello reinició el interés económico de la
escala paceña al grado de que en 1829, la Junta de Fomento de las Californias
decretó el establecimiento de una aduana en cada una de éstas; por lo que toca
a la parte meridional, quedó instalada en la antigua Santa Cruz, ya con
aproximadamente cuatro centenas de habitantes.
El gobernador José Mariano Monterde, a quien
correspondió reubicar la capital del distrito en La Paz en 1830, al año
siguiente instaló el primer ayuntamiento, el cual adquirió desde el principio
tanta beligerancia que apenas dos años después desconoció la autoridad del jefe
político interino.
A través de un proceso paulatino de
crecimiento demográfico, económico y cultural, los paceños, como toda la
sociedad sudcaliforniana, debieron enfrentar de 1846 a 1848 los lamentables sucesos
ocasionados por la intervención norteamericana, y más tarde la incursión
filibustera de William Walker en 1853-1854.
Hacia 1877, la vida de nuestra ciudad se
incorporaba al largo periodo porfiriano, que de muchos y variados modos
anunciaba la conformación del ser social, y de todos sus componentes -como el arquitectónico, del que aún se
conservan testimonios-, de la capital sudcaliforniana de nuestros días, con sus
secciones de El Zacatal, La Huerta, San Hilario y San Luis.
En 1881, los paceños vieron acrecentado su
patrimonio con la edificación de la Casa de Gobierno, frente al nuevo jardín
Velasco en el centro histórico de la ciudad, que fue sede de la autoridad hasta
que fue derruido y sustituido por el nuevo palacio en 1962.
Una descripción de la época informó que en
1895, La Paz contaba ya con 5184 habitantes. También habían abierto sus
operaciones los más importantes negocios mercantiles, estaba en apogeo la
pesquería de perlas, la navegación de cabotaje y varias otras actividades económicas
que alentaron el crecimiento local.
En cuatro años más fueron iniciadas las
obras de construcción del palacio municipal, que la población vio inaugurado
antes de su terminación, como parte del programa de festejos con que celebró el
primer centenario del inicio del movimiento independentista nacional, al mismo
tiempo que el teatro Juárez. Otros
actos conmemorativos consistieron en juegos florales, tareas de embellecimiento
de la imagen urbana, kermés en el jardín Velasco así como develación en éste del
busto de don Benito Juárez que ahí permaneció durante mucho tiempo y hasta hoy
se conserva en el atrio de la logia masónica Los fieles obreros de la Baja California, construcción también
decimonónica.
La Paz se incorporó al nuevo siglo, siempre
un poco demoradamente por lo limitado de los transportes y comunicación de toda
Baja California Sur; participó en actividades revolucionarias y continuó la
vida en el alborozo de sus carnavales, su proverbial afán en los quehaceres de
la educación y la cultura, con el estímulo de la zona libre, los primeros
servicios de la aviación comercial, el extraordinario auge que provocó el
servicio del transbordador La Paz en
1964 y las embarcaciones similares que operaron posteriormente, la
reinstauración de la vida municipal hace 43 años, inauguración de la carretera
transpeninsular a finales de 1973 así como la conversión del territorio en
estado, que atrajeron inusitada atención y fondos cuantiosos del gobierno
federal a la entidad sudpeninsular.
Es ésta, grosso
modo, la tesonera existencia de una ciudad nutrida con las perlas de sus
mares, el oro y la plata de las minas del sur, la otra plata y el otro oro del prodigioso
valle de Santo Domingo, pero primordialmente con la savia de sus propios
empeños, traspiés y aciertos.
Carecemos de una historia de bronce pues la
heroicidad de los sudcalifornianos, lejos de expresarse en hechos guerreros de
sangre y fuego (que no han faltado), se halla en la cotidianidad de su
empecinamiento de enfrentar exitosamente la mezquindad del cielo y las cuitas
del aislamiento.
Todo eso y más nos queda de su larga y rica
historia, llena de ejemplos y lecciones que es necesario repasar por lo menos
en días de celebración como éstos del nuevo aniversario de nuestra casa. (Imagen: Fuente de la Fundación de La Paz.)
CRÓNICA HUÉSPED
RONDAS INFANTILES A LA LUZ DE LOS FAROLES
Por Rogelio Olachea Arriola*

“El Milano”, “El
Botellón”, “La Momita”, “El Gato", “Al Canicani”, con perfiles de inocencia,
eran esas rondas. Entonces no había pandillas de jovencitos rebeldes porque, a
las nueve, el toque de silencio indicaba que todo [el] mundo debía irse a
dormir. Se escuchaba el ruido del galope de las acémilas de los gendarmes y el
silbato de los serenos que gritaban la hora a partir de las 11:00 P. M.
En el cuartel se
dejaba oír el
- ¡Centinela!
¡Alerta uno!
- ¡Centinela!
¡Alerta dos!
Y así, en
números sucesivos.
Los borrachitos
eran escurridizos a la policía montada, y los bizarros gendarmes de a pie
aplicaban su fuerza hercúlea para llevar a “chirona” a los escandalosos.
Imponían respeto.
La cárcel estaba
situada en el perímetro actual de la escuela primaria “18 de Marzo” (16 de
Septiembre y Carlos M. Ezquerro), y la comandancia de la gendarmería en la
esquina actual de Independencia y Belisario Domínguez.
¡Qué tiempos
aquellos, señor don Simón!
Noche a noche los
vecinos despertaban al escuchar el romántico vals o la alegre polka
interpretados por la orquesta de don Juan Nava, donde tocaban “El Guancho”,
“Chamustreta”, el “Negrito” Rosales y José Manríquez.
Si usted llevaba
serenata a su Dulcinea, le cobraban diez pesos desde las 8 de la noche hasta
las 4 de la mañana, y le tocaban, de pilón, “Adiós Mamá Carlota”.
* En revista Antigua
California, núm. 16, La Paz, BCS, noviembre de 1974, p. 39.
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