INUSITADO ANIVERSARIO
En la mañana de este domingo 21 de marzo tuvo lugar en la plaza de la Reforma (explanada de palacio de gobierno, en La Paz) una desacostumbrada conmemoración del natalicio del presidente Juárez.
Al principio todo pareció de rutina: datos biográficos del Benemérito, exaltación de su defensa de la República y la separación del estado respecto a las iglesias, su rectitud y modestia, apego irrestricto a la ley y a las instituciones democráticas.
Pero lo que nadie esperaba es que, de los varios que hicieron uso de la palabra, por lo menos tres retrotrajeran del ideario y el actuar del gran mexicano, lecciones para el presente; y no sólo para el presente nacional sino para la actualidad sudcaliforniana.
Como debiera ser siempre, las lecciones de la historia adquirieron vigencia en nuestra cotidianidad.
Luego de la participación de los primeros disertantes, entre ellos un niño y un adolescente premiados en certámenes de oratoria (cuyos maestros continúan creyendo en la grandilocuente retórica decimonónica), la representante de los oaxaqueños radicados en Baja California Sur hizo apuntamientos severos al olvido oficial de los preceptos juaristas y al notorio incumplimiento de la ley en el seno de nuestra comunidad.
Enseguida, Alfredo González González sostuvo que, en actos como el que nos ocupa, “no venimos a realizar homenajes fúnebres porque Juárez está vivo en la vida y la conciencia de los mexicanos, de los sudcalifornianos.”
Y frente a la mesa principal con un representante del gobernador en mangas de camisa del color del partido político al que está sirviendo, y con un orondo símbolo religioso pendiente de medio tórax, el orador preguntó cómo se puede “hablar de un Juárez en términos luctuosos cuando recientemente la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión aprobó la iniciativa de añadir a la definición de nuestro país como una república laica, que nos ayudará a contener los empeños medievales de la reacción...”
Y el acto empezó a elevar la temperatura cuando el periodista afirmó que “desde las lecciones de su cátedra sabemos que es más poderosa la virtud que el vicio, la honradez que la corrupción, y que la delincuencia no puede someter a la ley pese a la impunidad solapada por intereses económicos, familiares y de pandillas en el poder público.”
Fueron entonces planteadas por el profesor las circunstancias actuales de nuestra sociedad y sus necesarias relaciones con las persistentes violaciones al estado de derecho en estos días.
Como si no hubiera sido suficiente para producir la notoria incomodidad de las autoridades del presidium, y ante un público visiblemente emocionado y aplaudidor de las exposiciones, llegó a la tribuna José Aurelio Martínez Sepúlveda para recordarnos que “de poco sirve reunirnos un puñado de soñadores cada 21 de Marzo frente al busto de Benito Juárez si sólo lo hacemos para releer una reseña de su vida y de su obra. De muy poco también vale reunirnos cada año si durante los otros 364 días nos olvidamos de su ideal, de su pensamiento, de su legado. De nada vale quejarnos por la inasistencia de los que creemos que deberían de estar aquí este día y no están; quizá no merecen estar presentes.”
Prefirieron no estar, podría decirse...
Luego de referencias a las graves anomalías de la vida nacional, se dolió de que “vemos a los gobernadores de los estados como verdaderos señores feudales, con un poder que no les corresponde y al que no honran, teniendo el descaro de retar, de una manera por demás vulgar, al pueblo que representan y tienen la obligación de servir...”
Recordó que recientemente fuimos “testigos de la captura de delincuentes que vivían plácidamente en nuestra comunidad seguramente al cobijo y protección de alguien con poder político..., hemos sido testigos del brutal y cobarde asesinato de un joven a manos de jóvenes delincuentes protegidos por las relaciones consanguíneas o de compadrazgo de sus padres, y lo peor es que hemos sido testigos de la traición artera y cobarde de la autoridad que juró velar por nuestra protección y justicia, al facilitar la huida del ejecutor sin que por esto dicha autoridad haya sido apresada y puesta en custodia para seguírsele proceso por encubrimiento.”
Fueron evidentes las muestras de aprobación de buena parte, la no oficial, del auditorio, que vio así colmadas sus expectativas de asistencia a una recordación que estuvo llena de conceptos lúcidos y consistentes, de aplicaciones prácticas de la historia, de señalamientos que todos quieren hacer y que deben ser hechos.
Porque vivimos en una democracia y ejercemos la libertad de expresión como facultad que ningún régimen puede impedir o cancelar, la tribuna juarista de esta efeméride fue voz social, denuncia pública, testimonio de inconformidad, acusación y demanda.
Nos congratulamos de haber estado ahí.
Y sólo por abundar un poco más en el ideario de don Benito, copiamos:
“Nada de contemporizaciones con los hombres viciados y con los que se han acostumbrado a hacer su voluntad como moros sin señor."
"Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas [el erario] sin responsabilidad”.
"No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No se pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala".
"Los hombres no son nada, los principios lo son todo".
em_coronado@yahoo.com
En la mañana de este domingo 21 de marzo tuvo lugar en la plaza de la Reforma (explanada de palacio de gobierno, en La Paz) una desacostumbrada conmemoración del natalicio del presidente Juárez.
Al principio todo pareció de rutina: datos biográficos del Benemérito, exaltación de su defensa de la República y la separación del estado respecto a las iglesias, su rectitud y modestia, apego irrestricto a la ley y a las instituciones democráticas.
Pero lo que nadie esperaba es que, de los varios que hicieron uso de la palabra, por lo menos tres retrotrajeran del ideario y el actuar del gran mexicano, lecciones para el presente; y no sólo para el presente nacional sino para la actualidad sudcaliforniana.
Como debiera ser siempre, las lecciones de la historia adquirieron vigencia en nuestra cotidianidad.
Luego de la participación de los primeros disertantes, entre ellos un niño y un adolescente premiados en certámenes de oratoria (cuyos maestros continúan creyendo en la grandilocuente retórica decimonónica), la representante de los oaxaqueños radicados en Baja California Sur hizo apuntamientos severos al olvido oficial de los preceptos juaristas y al notorio incumplimiento de la ley en el seno de nuestra comunidad.
Enseguida, Alfredo González González sostuvo que, en actos como el que nos ocupa, “no venimos a realizar homenajes fúnebres porque Juárez está vivo en la vida y la conciencia de los mexicanos, de los sudcalifornianos.”
Y frente a la mesa principal con un representante del gobernador en mangas de camisa del color del partido político al que está sirviendo, y con un orondo símbolo religioso pendiente de medio tórax, el orador preguntó cómo se puede “hablar de un Juárez en términos luctuosos cuando recientemente la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión aprobó la iniciativa de añadir a la definición de nuestro país como una república laica, que nos ayudará a contener los empeños medievales de la reacción...”
Y el acto empezó a elevar la temperatura cuando el periodista afirmó que “desde las lecciones de su cátedra sabemos que es más poderosa la virtud que el vicio, la honradez que la corrupción, y que la delincuencia no puede someter a la ley pese a la impunidad solapada por intereses económicos, familiares y de pandillas en el poder público.”
Fueron entonces planteadas por el profesor las circunstancias actuales de nuestra sociedad y sus necesarias relaciones con las persistentes violaciones al estado de derecho en estos días.
Como si no hubiera sido suficiente para producir la notoria incomodidad de las autoridades del presidium, y ante un público visiblemente emocionado y aplaudidor de las exposiciones, llegó a la tribuna José Aurelio Martínez Sepúlveda para recordarnos que “de poco sirve reunirnos un puñado de soñadores cada 21 de Marzo frente al busto de Benito Juárez si sólo lo hacemos para releer una reseña de su vida y de su obra. De muy poco también vale reunirnos cada año si durante los otros 364 días nos olvidamos de su ideal, de su pensamiento, de su legado. De nada vale quejarnos por la inasistencia de los que creemos que deberían de estar aquí este día y no están; quizá no merecen estar presentes.”
Prefirieron no estar, podría decirse...
Luego de referencias a las graves anomalías de la vida nacional, se dolió de que “vemos a los gobernadores de los estados como verdaderos señores feudales, con un poder que no les corresponde y al que no honran, teniendo el descaro de retar, de una manera por demás vulgar, al pueblo que representan y tienen la obligación de servir...”
Recordó que recientemente fuimos “testigos de la captura de delincuentes que vivían plácidamente en nuestra comunidad seguramente al cobijo y protección de alguien con poder político..., hemos sido testigos del brutal y cobarde asesinato de un joven a manos de jóvenes delincuentes protegidos por las relaciones consanguíneas o de compadrazgo de sus padres, y lo peor es que hemos sido testigos de la traición artera y cobarde de la autoridad que juró velar por nuestra protección y justicia, al facilitar la huida del ejecutor sin que por esto dicha autoridad haya sido apresada y puesta en custodia para seguírsele proceso por encubrimiento.”
Fueron evidentes las muestras de aprobación de buena parte, la no oficial, del auditorio, que vio así colmadas sus expectativas de asistencia a una recordación que estuvo llena de conceptos lúcidos y consistentes, de aplicaciones prácticas de la historia, de señalamientos que todos quieren hacer y que deben ser hechos.
Porque vivimos en una democracia y ejercemos la libertad de expresión como facultad que ningún régimen puede impedir o cancelar, la tribuna juarista de esta efeméride fue voz social, denuncia pública, testimonio de inconformidad, acusación y demanda.
Nos congratulamos de haber estado ahí.
Y sólo por abundar un poco más en el ideario de don Benito, copiamos:
“Nada de contemporizaciones con los hombres viciados y con los que se han acostumbrado a hacer su voluntad como moros sin señor."
"Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas [el erario] sin responsabilidad”.
"No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No se pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala".
"Los hombres no son nada, los principios lo son todo".
em_coronado@yahoo.com