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EL POPULISMO ES EL CAMINO A LA DICTADURA


La frase que da título a la presente nota es de Beatriz Becerra, eurodiputada de la ALDE (Alianza de Liberales y Demócratas por Europa) y vicepresidente de la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, durante una reciente intervención en la tribuna de este organismo para referirse a la actual crisis de Venezuela, que al propio tiempo advierte acerca del populismo, realidad inobjetable en nuestro continente: https://youtu.be/yS8Qz2CBhC0.        

Los regímenes surgidos de la autodenominada “izquierda” en América Latina, han resultado de procesos democráticos cuyos dirigentes, una vez en el poder,  se entronizan en dictaduras que paulatinamente van eliminando las libertades individuales y públicas fundamentales de sus respectivos pueblos, y al mismo tiempo intentan perpetuarse en el poder; así Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela; Cuba estaría en primerísimo lugar pero el castrismo se cuenta aparte pues llegó al poder mediante una revolución que devino asimismo dictadura que ya tiene 58 años y medio de impedir democracia, desarrollo, libertades y derechos humanos en esa nación.

Argentina y Brasil son casos ya superados, aunque Daniel Ortega en Nicaragua y Nicolás Maduro en Venezuela han logrado mantenerse en el mando… hasta ahora, y este último con la lumbre en los aparejos.

Gloria Álvarez, inteligente y valerosa activista ha alertado al mundo desde la tribuna contra el populismo, que una vez en el gobierno se encarga de “desmantelar instituciones, reescribir constituciones para poderlas acomodar a los antojos de los diferentes líderes corruptos que tenemos en Latinoamérica.” (https://www.youtube.com/watch?v=_04ZS7b43eU.)

Pero algo más resulta incuestionable, y es que la corrupción y la ineficacia en ámbitos gubernamentales de nuestros países han hecho que el voto popular se incline a favor del discurso vociferante, cargado de odio contra el adversario y prometedor de soluciones inmediatistas carentes de sustento real.

Los mexicanos habremos de tomar una grave decisión electoral en 2018. Si nos equivocamos cediendo a las tentaciones de la oferta populista, tendremos por lo menos seis largos años para arrepentirnos. Pero pudiere ocurrir que la causa originaria del arrepentimiento se prolongue por mucho tiempo más… Quién sabe.