CRÓNICA HUÉSPED

SORPRESAS Y SECRETOS DE LA BAJA CALIFORNIA

En una parte de su estupenda y aleccionadora obra Carretera transpeninsular de la Baja California*, el ingeniero Ulises Irigiyen ofrece un texto con el título de esta crónica y que transcribimos a continuación:

“Para el lector que pasa sus ojos sobre las páginas de algún libro referente a la península [de Baja California], lo mismo que para el viajero que la recorre, hay sorpresas que se van desarrollando una tras otra; parecería que se levanta el telón de olvido y de indiferencia para dejar ver un inmenso panorama de posibilidades y de riquezas, de historias guerreras unas veces y las otras tan llenas de piedad y de amor que conmueven el espíritu y alientan la fe; hay campos ilimitados para el trabajo productivo, prosapia histórica y hasta leyenda floreciente y viva.

Eso es el Territorio de la Baja California, Pero nos asombra que no se haya intentado comprenderla lo suficiente, y que en lugar de ver en ella una enorme fuente de riqueza, se tenga como un pedazo de tierra indigno de atenciones, en veces hasta de legislaciones adecuadas como en el caso de la industria vinícola.

ELABANDONO DE CALIFORNIA

[Arthur W.] North pone en labios de don Porfirio, como su única obra en la Baja California, el haber dicho “Pobre Baja California”, no hizo nada por ella como no fuera rentar la bahía Magdalena para tiro al blanco de la escuadra americana, y después, asustado de su misma obra, rescindió el contrato de arrendamiento, y con ello originó su caída.

Durante los gobiernos de Santa Ana a Benito Juárez, de Porfirio Díaz hasta 1924, a ninguno preocupó el porvenir de la península; si hubieran leído la historia habrían encontrado ejemplo en los constantes esfuerzos que siempre hicieron por ella los reyes españoles, desde Felipe II hasta Felipe V, por colonizar, poblar y evangelizar la Baja California […]

SANTA ANNA

[Antonio López de] Santa Anna, a pesar de las grandes metidas de pata -de la única que le quedaba- dio orden a los comisionados de límites para que retuvieran a toda costa, para México, la desembocadura del [río] Colorado y la [península de] Baja California, y que si no la podían obtener  interrumpieran las negociaciones, y aunque se derramase más sangre y no obstante que el enemigo fuese más poderoso. Y gracias a que los comisionados mexicanos estaban mejor preparados que los americanos tanto en la geografía del país, en trazar mapas y formular tratados, lograron salvar esta región, pues se dice que en aquel entonces los americanos no sabían diferenciar un paralelo de latitud de un meridiano de longitud. Cierto que los Estados Unidos nunca se han distinguido en el campo diplomático y, además, en aquel entonces el sur no atraía mucho la codicia por su poco desarrollo y valor insignificante.

Al año siguiente, 1848, México volvía a tomar posesión de la [península de] Baja California, dividiéndose en dos distritos políticos [...]”


* Hace mucho tiempo que este volumen fundamental de la bibliografía californiana está en espera de una adecuada reedición.