NAVIDAD Y CENSOS
Es
notable que en las celebraciones navideñas de cada año quedan en el olvido dos
asuntos inseparablemente relacionados con ellas: el primero, que se trata del
festejo por otro aniversario de la na(ti)vidad de Jesús de Galilea y, el
segundo, que este personaje fundamental del cristianismo nació en Belén debido a
la realización de un censo demográfico.
En
el primer caso ha venido a sustituirlo un monigote adiposo y absurdo cuya
figura proviene de las tradiciones nórdicas y ha tomado naturaleza en la
civilización occidental por conducto de los anglosajones; algo, pues, que
carece de vínculo alguno con la cultura latinoamericana, la nuestra, y se ha
convertido en elemento sustancial de la mercadotecnia y el consumismo de estas
fechas.
Respecto
a lo que sigue, el médico sirio Lucas (san Lucas, en el panteón católico) informa, en el capítulo segundo de su
evangelio, que, por entonces, "el emperador dictó una ley que ordenaba
hacer un censo en todo el imperio." Agrega que tal censo (el primero,
según afirma) fue hecho cuando Quirino era gobernador de Siria.
Los
judíos constituían una pequeña nación dominada por el imperio romano, al igual
que muchos otros pueblos, y ejercía su autoridad mediante gobernadores. El de
esa región era Quirino, como quedó dicho, y fue el encargado de hacer cumplir
el decreto que ordenaba efectuar ese primer recuento poblacional.
"Todos
iban a inscribirse a sus respectivas ciudades", añade Lucas. En vista de
que José "era descendiente de David, salió de la ciudad de Nazaret de
Galilea y subió a Judea, a la ciudad de David llamada Belén, para inscribirse
con María, su esposa, que estaba embarazada."
Informa
también el evangelista que en esta población "le llegó el día en que debía
tener un hijo. Y dio a luz su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó
en una pesebrera (cajón en que comen las bestias) porque no había lugar para
ellos en la sala común."
Al
respecto, el comentarista de la edición que consultamos para sustentar el
presente trabajo, expresa que tal vez José tenía parientes en Belén, y el
alumbramiento ocurrió en la casa de alguno de ellos, pero el espacio en la
"sala común" no alcanzó para los visitantes, así que "se
acomodaron en la parte donde están los animales, la pieza más rústica."
Era
lo más natural, por entonces, la convivencia humana con la fauna doméstica (lo
cual aún suele ocurrir), y las normas higiénicas eran absolutamente
desconocidas.
De
manera que el tierno y musical ir y venir de los peregrinos en busca de posada
no es más que un bello mito que se originó en las representaciones teatrales de
los misioneros que, muchos siglos más tarde, en la Nueva España buscaban
introducir los pasajes bíblicos como éste en la conciencia de la población
nativa de los territorios americanos conquistados. Así, las "posadas", por ejemplo,
han quedado en el acervo de las tradiciones que interesa (y deseamos)
conservar, independientemente de la rigurosidad histórica a que se quiera
someterlas.
De
todas formas, el pueblo mexicano les ha dado, finalmente, el sentido de fiesta
familiar y convivio amiguero con que son celebradas cada año.