DEL JARDÍN
Tomado del CD Cuentos al atardecer, del grupo "Tejedores de
Fantasías", La Paz, BCS, 2014.
ACTUALIDAD
La “Expedición
Sagrada” que desde la Antigua hacia la Alta California emprendieron por mar y
tierra a principios de 1769 el franciscano Junípero Serra, el gobernador Gaspar
de Portolá y el capitán Francisco de Rivera y Moncada, estuvo sostenida con ganados,
granos, objetos del culto y todo lo demás aprovechable de las misiones de la
Antigua California, con lo cual éstas quedaron en peores condiciones de lo que
se hallaban luego de la salida de los jesuitas un año antes. Inclúyese a la
lista una embarcación decomisada al minero Manuel de Osio. Existen recibos que
comprometían al pago de tales adeudos, pero que nunca ocurrió.
La marcha
culminó el 1 de julio de aquel año, y el día 16 siguiente quedó fundada la
misión de San Diego Alcalá, primera de la California continental.
En aquel alevoso saqueo también hubo indios, cuya sangre ayudó a fertilizar las incipientes poblaciones altacalifornianas.
En aquel alevoso saqueo también hubo indios, cuya sangre ayudó a fertilizar las incipientes poblaciones altacalifornianas.
Ese contingente de origen sudcaliforniano
debió haber querido, sin duda, llevar hasta aquellas latitudes las
reminiscencias toponímicas de sus antiguos parajes: ¿Acaso no ha ocurrido así
con las denominaciones de “nueva” York, y “nueva” España, o “Guadalajara”, en
el caso del gallego Nuño Beltrán de Guzmán que decidió imponer el nombre de su
ciudad natal española a la por él fundada capital de la “nueva” Galicia, o la
colonia “nueva” Guelatao de nuestros compatriotas oaxaqueños en La Paz, por
citar sólo algunos de los que podrían ser muchos ejemplos mediante los cuales el
recién llegado pretende implantar en el suelo adoptivo algo de lo que tuvo
antes, como es algún nombre del terruño añorado?
Casi medio siglo antes, y como parte
de su penosa caminata desde Loreto a La Paz en 1720 para alcanzar a sus
hermanos de religión Juan de Ugarte y Jaime Bravo en el establecimiento de la
misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz (que ocurrió el 4 de noviembre),
el jesuita Clemente Guillén comentó en su diario
haber tocado, entre otros muchos, un lugar denominado San Andrés Tiguana (al que había dado nombre él
mismo en una marcha previa hacia la bahía magdalena), que algunos interesados
en el asunto sostenemos como origen auténtico del nombre de la ciudad de Tijuana. Veamos por qué.
En la “Expedición Sagrada” debieron haber
ido algunos aborígenes sudcalifornianos provenientes de San Andrés Tiguana, que dieron a alguna ranchería
ubicada en la zona donde actualmente se asienta la próspera ciudad
bajacaliforniana, el nombre evocador de sus orígenes, y le llamaron así, de tal
modo que ello invalidaría, en caso de aceptarse, supuestas oriundeces
como la del rancho de la tía Juana y otras producto más de la confusión y la
especulación que de la certeza documental.
En abonos a la cuenta, W. Michael Mathes,
David Piñera, Dean T. Conklin y el también muy acreditado estudioso Harry S.
Crosby suponen que el nombre “probablemente proceda de un sitio ubicado en Baja
California Sur llamado San Andrés Tiguana
y que [...] sea muy probable que proviene de una voz indígena que designaba una
ranchería con toponimia indígena situada en el sur de la península en el siglo
XVIII.”
Agregan
que es “probable que el nombre Tijuana
haya sido traído a la región por indígenas catequizados del sur de la península
que acompañaban a los soldados o frailes en sus recorridos por el Camino Real misionero,
siendo así una corrupción de la voz original Tiguana.”
El historiador bajacaliforniano Jorge Martínez Zepeda comprueba con documentos “que el primer registro de las variantes del nombre de Tijuana tanto en lengua aborigen como ya españolizado se localiza en documentos de 1806, 1808 y 1809, en el libro de registros bautismales de la misión de San Diego de Alcalá.”
Encontró que “primero el padre José Sánchez bautizó en 1806 a Ignacio Chischis de la ranchería Llantijuan, y en 1808 a Ayul de la ranchería Lla Tijuan, y luego el padre José Sánchez bautizó a un nativo llamado Antonio Maltas, procedente de la ranchería de “Tía Juana”
La información expresa que desde estos primeros registros “los topónimos se repetirán constantemente en varias ocasiones en los siguientes años, y que
la variante toponímica entre Tijuana y Tía Juana se puede explicar por una equivocación cometida por el padre, quien al escuchar la palabra ‘Tiguana’ en boca de algún acompañante del indígena recién bautizado, y al no tener familiaridad con el nombre lo escribió como mejor lo entendió, Tía Juana, registrándola de esta manera en el libro de bautizos.”
Martínez Zepeda, “tras una acuciosa revisión del libro de bautizos de la misión de San Diego", coincide con los autores antes mencionados en considerar que "hay bases bastante razonables para pensar que el vocablo Tijuana es de origen indígena, y que hubo un traslado del topónimo, de sur a norte de la península, lo que es usual en los procesos de migración.”
El historiador bajacaliforniano Jorge Martínez Zepeda comprueba con documentos “que el primer registro de las variantes del nombre de Tijuana tanto en lengua aborigen como ya españolizado se localiza en documentos de 1806, 1808 y 1809, en el libro de registros bautismales de la misión de San Diego de Alcalá.”
Encontró que “primero el padre José Sánchez bautizó en 1806 a Ignacio Chischis de la ranchería Llantijuan, y en 1808 a Ayul de la ranchería Lla Tijuan, y luego el padre José Sánchez bautizó a un nativo llamado Antonio Maltas, procedente de la ranchería de “Tía Juana”
La información expresa que desde estos primeros registros “los topónimos se repetirán constantemente en varias ocasiones en los siguientes años, y que
la variante toponímica entre Tijuana y Tía Juana se puede explicar por una equivocación cometida por el padre, quien al escuchar la palabra ‘Tiguana’ en boca de algún acompañante del indígena recién bautizado, y al no tener familiaridad con el nombre lo escribió como mejor lo entendió, Tía Juana, registrándola de esta manera en el libro de bautizos.”
Martínez Zepeda, “tras una acuciosa revisión del libro de bautizos de la misión de San Diego", coincide con los autores antes mencionados en considerar que "hay bases bastante razonables para pensar que el vocablo Tijuana es de origen indígena, y que hubo un traslado del topónimo, de sur a norte de la península, lo que es usual en los procesos de migración.”
CRÓNICA HUÉSPED
DESCUBRIMIENTO POR
TIERRA DEL PUERTO DE LA PAZ
(Selección, 2/2)
Por Clemente Guillén, S. J.

Salimos del
Pilar de La Paz bien aviados de bastimentos y proveídos con bastante regalo de
la caridad del padre Jayme Bravo. La carga, convidando a ello bahía de adentro,
se condujo por el mar en una canoa. Los soldados e indios amigos con las
bestias por tierra recorrieran parte de la bahía, y en un carrizal a sus
orillas hiceron algo, donde también llegó la carga felizmente. Se anduvieron
esta tarde 3 leguas. Se nos han quedado por enfermos algunos de los indios
amigos, a quienes el trabajo de algunas expediciones imposibilitó para la
vuelta por tierra., que habían de hacer a pie, irán dentro de pocos días en la
balandra con más comodidad; nos hacen grave falta para pasar por entre
rancherías, porque es poca la gente que ha quedado buena para la vuelta.
[...]
Día 19. Salimos
como a las cinco de la mañana del paraje, y a las 3 leguas pasamos no muy lejos
de una ranchería cerca de San Cosme Kodaraquí,
mas por estar extraviada no llegamos a ella, ahorrándoles a las bestias y gente
de a pie ese rodeo. Prosiguiendo el camino pasamos las rancherías de San Borja Cutuihue, y San Andrés Tiguana
–donde no hallamos gente--, que vimos cuando se entró a la [bahía] Magdalena
[...]
[...]
Día 23. Entramos
en San Juan Malibat, habiendo
caminado las 8 ó 9 leguas que hay, felizmente, y ha sido grande el júbilo del
pueblo: aquí hallamos, buenos ya, a los que quedaron enfermos en el Pilar de La
Paz, quienes, embarcados en la balandra Triunfo
de la Santa Cruz, arribaron con prosperidad a Loreto y se restituyeron a su
pueblo [...]
SUITE LA PAZ
(Empieza a los 20:35 minutos) De Jozef Olechowski (piano). Violín: Kazimierz Olechowski. Estreno en la Sala de Conciertos de la Escuela de Música de BCS, en La Paz: Amanecer, Raquel, Navegando, Encuentro con las ballenas (canto-romanza y danza-fantasía), La siesta, Atardecer, Canción de cuna para una niña guaycura y Nuestra canción por La Paz. Producción: Olatv.mx/
ACTUALIDAD
ANIVERSARIO DE LA MISIÓN DE LA PAZ
A este
acontecimiento se hallan relacionados por lo menos tres hechos también
significativos para nuestra historia regional: el de que la embarcación que
llamaron el Triunfo de la Cruz, en
que los dos primeros hicieron la travesía desde la capital loretana, fue la
primera construida enteramente en lo que hasta entonces era conocido como las
Californias (desde el cabo de San Lucas hasta San Francisco, al norte
continental), en la sierra de la misión de Guadalupe Guasinapí, con maderas de güéribo (Populus brandegeei),
mediante mano de obra indígena y bajo la dirección del mismo padre Ugarte.
El
establecimiento paceño, noveno en la lista de fundaciones jesuíticas, había
sido financiado por don José de la Puente y Peña, marqués de Villapuente, y se
extendió luego a las visitas de San Blas, Ángel de la Guarda y San Hilario.
Sirvieron como ministros en ella el mismo sacerdote Bravo (de origen español), William
Gordon (escocés) y Sigismundo Taraval (italiano), hasta que debió ser
abandonada debido a la hostilidad indígena que tuvo su momento más dramático en
la rebelión de 1734-1736 que se inició en el sur peninsular y se extendió hasta
los confines norteños.
Una segunda derivación notable de la fundación a que ahora nos referimos, es la
circunstancia de que, a partir del desarrollo minero de la región de San
Antonio (al sur de La Paz) por Manuel de Osio, cerca del poblado de Las Casitas
tuvieron lugar los trabajos en la mina a la cual fue dado el título de “El
Triunfo”, y que con el tiempo recibió la población que hoy conocemos con ese
nombre, en evocación a la pequeña balandra de Ugarte que condujo a la creación
misional de la actual capital de Baja California Sur.
Un tercer hecho
sobresaliente es el de que, como parte de su penosa caminata desde Loreto a La Paz,
Guillén comentó en su diario haber tocado, entre otros muchos, un lugar
denominado San Andrés Tiguana (al que había dado nombre él
mismo en una marcha previa hacia la bahía magdalena), que algunos sostenemos
como origen auténtico del nombre de la ciudad de Tijuana, lo que descarta supuestas
oriundeces como la del rancho de la tía Juana y otras producto más de la confusión
y la especulación que de la certeza documental. A ello podremos referirnos más detalladamente
en ocasión posterior.
CRÓNICA HUÉSPED
(Selección)
Por Clemente Guillén, S. J.
Lunes 11 de noviembre del año 1720. Salimos de San Juan Malibat y se llegó hasta Catechiguajá por mal camino; tiene éste
dos muy malas cuestas y un malo y pedregoso paso por orillas de la mar. Se
anduvo felizmente porque la mayor parte de la carga se condujo en una canoa.
Día 12. Llegamos
a Pucá; había como 5 leguas, casi
todo de camino pesado por cuestas y playas pedregosas. En esta ranchería acaba
la lengua de Malibat, ramo de la
laymona.
Día 13.
Esperamos a que se amansase el mar, por pasar la mayor parte de la carga en la canoa hasta Apaté; mas habiendo amanecido el día 14 enfurecido aún el mar, y
sin muestras de abonanzar presto, dejando el grande alivio de la canoa se
determinó transportar por tierra en las mulas toda la carga.
Día 14. Hicimos
el camino a Santa Daría Acuré por
cuestas y por lomas; se andarían 7 leguas. Aquí comienza el territorio de los
guaycuros, o nación cure.
Día 15. Entramos
en San Carlos Aripaqui, habiendo
caminado como 5 leguas. Se subieron las dos cuestas de Acuré y Aripaqui con
grandes desavíos de las cargas, de las cuales muchas rodaron varias veces, con grave
riesgo de matarse las mulas; otras se descomponían de modo que nos retardaron
el camino, y así se trabajó mucho en salir de estas cuestas. En una loma
cercana a Aripaquí halló el señor
cabo Ignacio de Rojas una veta de metal de fuego que, según él mismo y otros
que lo entienden, dicen tener buena ley de plata. Fuimos bien recibidos de la
gente de Aripaqui. Se trabajó bien en
abrir pozo o bateque para las bestias. Esta tarde se exploraron 2 leguas
adelante.
Día 16. Pasamos
a San Gregorio Atembavichi; se
andarían como 3 leguas de buen camino; en él hallamos un estero rodeado de
tequesquite, cosa que consoló mucho a nuestra gente por lo muy necesario del
género para la fábrica de jabón [...]
Día 17. Llegamos
a Santa Izabel Cuhue; se harían 7
leguas de camino, su primera parte por playas pedregosas, las otras dos por
arroyos y lomas muy bhien empastadas. Al llegar a Cuhue hay tres malos pasos. Hoy se exploraron como 2 leguas hasta
San Feliz Acui, ojo de agua pequeño.
[...]
Día 6 [de diciembre].
[...] Cuando divisamos la balandra en el puerto y las barrancas en tierra, fue
grande nuestro gozo porque todos, españoles e indios amigos se hallaban muy
quebrantados del gran trabajo de esta expedición [...] En esta nueva misión del
Pilar de La Paz fuimos todos los caminantes recibidos y regalados de los padres
[Ugarte y Bravo] con caritativa amplitud.
[...]
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