BAJAR LA HISTORIA
En la última sesión del sexto encuentro de Historia y
Antropología de Baja California Sur, realizado recientemente en la capital de
esta entidad, se tuvo oportunidad de escuchar la exposición del doctor Rubén
Salmerón, de la UABCS, en que planteó el requerimiento de que la información
obtenida por los investigadores “baje” a la gente común para que fructifique en
conocimiento, concienciación y fortalecimiento de su identidad.
Citó a Enrique
Florescano (La función social de la
historia) y a Luis González y González (Invitación
a la microhistoria), adalides de preocupaciones como ésta.
Porque la
producción historiográfica que se convierte en libros, aplausos (y pequeños
celos, a veces) de los colegas e incrementos del currículum (incluidas las
percepciones pecuniarias, como resulta justo), es del todo necesario que llegue
a quienes desde su modestia la hacen posible: los contribuyentes, y de la
manera más clara.
Mas no sólo
porque es modo de corresponder a quienes con su trabajo en otros campos
sustentan las tareas de los historiadores, sino porque es la gente el elemento
fundamental (lo que está en el fondo) de los hechos y fenómenos que nutren al
recuento del pasado y constituyen la base del acontecer colectivo (de la humanidad,
del país, de la aldea).
Existen otras
formas de animar la vida comunitaria, sin duda, pero la información histórica
tiene significación privilegiada, porque obtenerla permite un ejercicio inmejorable de
autoconocimiento, aporta asideros para los emprendimientos presentes y otorga
fortalezas para lo que viene.
Los otros reinos
de la naturaleza sólo tienen la historia que les ha creado el hombre;
únicamente éste tiene la historia que ha construido por y para sí mismo y la
afirmación propia en su tiempo y espacio.
Por tanto habrá
que creer, con Salmerón y sus autores, que el empeño del indagador debiera
descender, como la luz, de los parnasos a la tierra llana en prácticas
constantes que conduzcan a compartir el saber histórico con los jóvenes,
agrupaciones gremiales, organismos de toda índole, con el propósito claro de
comunicar lo que se sabe para enriquecer el espíritu público y alentar el
orgullo cívico más que para promover el saber por el saber mismo, que la sabiduría
es semilla fértil cuando se esparce adecuada y generosamente.
El catedrático tuvo
a su cargo en ese acto la presentación del libro La Independencia y la Revolución Mexicana en la península de Baja
California, de Edith González y Francisco Altable.