MANUEL CLEMENTE ROJO
Exiliado de su Perú natal llegó a México en 1849, a la
edad de 26 años, con estudios de Derecho y formado en el pensamiento liberal de
su tiempo y de su patria. Un poco después vivió en Los Ángeles, Alta
California, donde colaboró en un despacho jurídico y en el periódico Star.
Hacia 1854 se
encontraba en la ciudad de México participando en el derrocamiento de Antonio López
de Santa Ana. Al año siguiente, el presidente Ignacio Comonfort le dio nombramiento
de juez constitucional de La Paz. Luego fue juez de segunda instancia en Todos
Santos.
En este periodo
comenzó para Rojo un intenso interés por el pasado reciente de su tierra
adoptiva; escribió y entrevistó a varias personas significadas en acontecimientos
relevantes de la sociedad sudcaliforniana, a las que solicitó hacerle relato de
hechos que hubiesen atestiguado. El jurista limeño fue así continuador de la
afanosa tarea de redactar las noticias con que lo nutrían sus informantes,
oralmente y por escrito.
Fue enseguida
secretario de Gobierno de la jefatura política de Gerónimo Amador, luego jefe
político interino, poco después encargado por el nuevo gobernador, Teodoro
Riveroll, para elaborar los nuevos programas de impulso educativo de la entidad.
Adquirió el
rancho de la ex misión de San Vicente Ferrer, en el norte peninsular. Recibió
más tarde el cargo de juez de primera instancia con cabecera en Santo Tomás, y
en 1869 la subprefectura del Partido Norte por disposición del gobernador Bibiano
Dávalos.
En esta
responsabilidad desalojó a setenta norteamericanos que habían tomado posesión
clandestina de la isla de Guadalupe y se dedicaban a sacrificar las cabras que
ahí se habían reproducido abundantemente. Logró establecer el correo marítimo
entre San Francisco y La Paz, y fundó la primera escuela primaria en el actual
estado de Baja California (norte).
Luego de algunos
otros vaivenes en la vida política peninsular, sus años postreros los dedicó al
magisterio en San Diego, Santo Tomás y Ensenada, donde murió a mediados de
1900.