AMNESIA JUVENIL
Las presentaciones de libros constan casi siempre de dos
etapas: la académica, que es la importante, y la de preguntas y comentarios,
que es la interesante. Hay también una tercera, que es la del brindis, pero a
ello podremos referirnos después.
En la segunda de
éstas, la noche del martes 20 anterior en que fue presentada la nueva
reimpresión de la Historia de Baja
California, de Pablo L. Martínez, entre otras personas que participaron con
dudas y comentarios, una chica veinteañera expresó la preocupación que dijo
sentir por el vacío que le produce desconocer todo acerca del pasado de su
tierra, Baja California Sur, y su entusiasmo consiguiente por conocer la obra
en cuestión.
Otro joven hizo
saber que las únicas noticias que tenía del asunto provenían de anécdotas y
relatos familiares, pero que carecía de conocimiento sistemático sobre el
particular.
Tan sinceras confesiones
conmovieron a todos y originó que el público calificase de grave el hecho de
que los jóvenes sudcalifornianos se encuentren ayunos de referencia histórica
sobre el espacio que ocupan.
Al menos los
adultos recordamos las lecciones de historia regional que recibimos en la
escuela primaria en base precisamente a los empeños de don Pablo por reunir en
un volumen toda la información dispersa y asequible en aquellos momentos sobre el
devenir de la Antigua California.
En seguimiento
de la información que entonces se tuvo y se enseñaba en los planteles de
educación básica –se dijo en la reunión-, el afán precursor del señor Martínez
tuvo continuadores más tarde que enriquecieron la bibliografía, a la que han de
sumarse varios títulos de quienes se han formado profesionalmente en la
universidad estatal.
En la
descentralización de la educación básica se abrió, a finales de los años
ochenta, la oportunidad de nutrir los planes de estudio de este nivel mediante
contenidos enfocados al ámbito regional; las administraciones públicas de la
Federación y del Estado participaron con publicaciones de trabajos nuevos y
reediciones (entre ellos dos libros de texto gratuitos para 6o. y 3er. grados,
respectivamente) que fueron proveyendo a los maestros de instrumentos de
consulta para sus fines didácticos.
Pero de pronto
todo eso se truncó y devino desatención lamentable en los tiempos recientes
respecto a materias tan importantes como la historia y la geografía de nuestra
entidad, ya no digamos en lo que atañe a valores, tradiciones y elementos de su
cultura. Todo eso ha quedado a elección del profesor de primaria y como asignatura
optativa en secundaria.
Y ahí está el
resultado: generaciones de niños y jóvenes incapaces de tener noción y esquema
apropiados del desarrollo de su solar nativo o adoptivo porque nadie se ocupa
de ofrecérselos.
Podemos
preguntarnos en seguida qué sentido de pertenencia al suelo que pisa puede
sentir alguien que carece de percepción de su espacio, de su pasado y del lugar
que ocupa él mismo en ambos…
El sistema
educativo estatal podría hacer mucho en tal orientación (de hecho está obligado
a hacerlo), pero no se ve, por lo pronto, alguna probabilidad de que ocurra.
Mientras vemos
con desaliento que sobre el pretérito común –cuyo saber es imprescindible para
explicar el presente-, hay evidencias inequívocas de tal especie de síndrome de
amnesia juvenil.
(Imagen:
todoalcoholismo.com)