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LA SALA DE GOBERNADORES

El 21 de marzo de 1975 fue inaugurada la Sala de Gobernadores del edificio del poder ejecutivo en la capital sudcaliforniana, con los primeros 16 retratos de quienes, desde 1920, ejercieron la gubernatura de la entidad a partir de don Agustín Arriola Martínez, primer oriundo de esta tierra que alcanzó esa responsabilidad por la vía del plebiscito que dispuso para esta entidad el presidente Adolfo de la Huerta.
La autoría de ese acervo pictórico inicial es del michoacano José Chávez Huacuja, a la sazón residente en Cholula, Puebla. Los dos últimos cuadros fueron elaborados por Bernardo Arellano, artista sudcaliforniano.
El muro iconográfico que desde abril de 2005 contiene veintiuna imágenes, resume un proceso sociopolítico en que la constante ha sido la dedicación ininterrumpida de la comunidad sudpeninsular al logro de sus objetivos.
El sentido principal de ese espacio fue el de ayudar a mantener en la memoria colectiva la conciencia de la propia significación histórica, pero también el de mostrar, a quienes nos visitan o se incorporan a los esfuerzos que realiza la gente de aquí, los empeños por hacer de ésta una Sudcalifornia más grande, a veces frustrados por grandes y pequeñas ambiciones.
Explicar que detrás de lo que somos, y como sustento básico de lo que nos proponemos ser, se hallan el vigor y la riqueza de un pasado de lecciones infinitas y magisterio permanente.
El retrato de cada gobernador queda instalado al término del periodo constitucional para el que fue electo.
Hacía once años que este cronista había suspendido sus visitas a palacio de gobierno, y en un reciente recorrido encontró la mencionada sala sin cambios notables, excepto que ahora (por razones fácilmente explicables aunque injustificables) el tránsito hacia ella ha sido bloqueado por paredes, puertas, picaportes, secretarias y cancerberos.
Hoy el ingreso debe estar antecedido de autorización de algún burócrata de los alrededores.
En los principios de la vida estatal, ese espacio se encontraba permanentemente abierto a quien deseara conocerlo o visitarlo, sin importar lo que ocurría en el otro extremo, generalmente dedicado a reuniones de trabajo de diversa índole.
Signo de los tiempos, podría decirse...