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ESCOLARIDAD DEL CONGRESO SUDCALIFORNIANO

A raíz de la serie de inconsecuencias que la sociedad sudcaliforniana ha advertido y tenido que sobrellevar del congreso del estado durante los últimos años, sentí y procuré satisfacer la necesidad de obtener información sobre los hipotéticos orígenes de tan evidentes anomalías.
Que los habitantes de Sudcalifornia estamos sumamente inconformes con el desempeño de nuestros representantes distritales es certeza que a ellos debe quedarles muy diáfana.
La primera pesquisa se ocupó de indagar acerca de la escolaridad del grupo de ciudadanos metidos a parlamentarios por azares de las peculiares circunstancias políticas de Baja California Sur en el oncenio reciente.
Mediante un sondeo informal y sin verificar documentalmente la información, nos enteramos de que 7 (la tercera parte) de los diputados poseen alguna profesión; de éstos sólo uno es licenciado en Derecho, y de los otros seis, 5 son profesores de carrera y 1 ingeniero.
Se supone, sin conceder, que dichos profesionales están en condiciones de atender con efectividad sus delicadas tareas. Carecemos de asideros para aseverarlo, pero, en fin, poseen por lo menos los años mínimos de asistencia a la escuela para haber adquirido algunos conocimientos indispensables, tanto como disciplina, metodología y rigor académicos que les pudieren permitir un desempeño decoroso de sus funciones.
Pero la mayoría (las dos terceras partes, o sea 14) carecen de profesión alguna: 11 estuvieron en preparatoria y 3 en secundaria, asumiendo que terminaron todos los grados del nivel respectivo.
En resumen: La mayor parte de los integrantes del cuerpo colegiado que dicta los acuerdos, leyes y normas de nuestra convivencia, tiene una escolaridad que deja mucho qué desear en materias fundamentales de conocimiento, lo cual consecuentemente le impide participar con eficacia en las tareas legislativas, independientemente de la buena o mala asesoría que reciba en este sentido.
Tales tareas resultan entonces cuestionables en condiciones tan raquíticas.
Es claro que eso nada tiene qué ver con la eficiencia que pudiesen tener en lo que toca a actividades aledañas a las funciones congresales, como son las de gestoría y procuración del bienestar de sus electores.
Lo grave realmente es que una mayoría no profesional (independientemente de la alineación, coordinación o subordinación política a que corresponda cada uno), con visión necesariamente limitada de la historia, las leyes, la cultura, la ética y todo lo demás de este país y del estado, propone, dictamina, debate y decide en los componentes esenciales de la estructura comunitaria, lo que repercute finalmente en la existencia de todos nosotros.
Cabría preguntarse quién tiene responsabilidad en estos resultados, si los partidos, sus conciudadanos, los propios individuos que quizá con la mejor intención pero sin la certeza de un ejercicio idóneo al interés colectivo, se dejan candidatear y eventualmente obtienen el triunfo electoral, sin mayores merecimientos que una popularidad más derivada de la simpatía personal que de la anticipada convicción de un conveniente cometido.
Pudiera alegarse en favor de tal indigencia de preparación (imprescindible para una modesta, no digamos brillante o medianamente sobresaliente actuación legislativa), la significación que tuvo el pueblo llano (la plebe, pues) en los primeros tiempos de la Revolución Francesa, pero tiene que admitirse que los nuestros son un tiempo y un espacio diferentes: Baja California Sur, donde se han acrecentado las oportunidades de estudio -no gracias al gobierno sino al propio impulso social (aunque los informes oficiales se atribuyan esos logros)-, continúa en busca de su desarrollo ahora con el lastre de gente en los poderes estatales incapaz de entender su momento histórico, en una etapa que requiere gran visión y consecuente desempeño.
Y lo caro que nos salen...
Cabe preguntarse si, luego de tantas luchas, denuedos y sacrificios de personas verdaderamente valiosas, durante siglos, el pueblo sudcaliforniano merece tener frutos tan magros en su presente.
Y sería más lamentable aún que permitiéramos la continuidad y la consolidación de los errores en detrimento del futuro deseable para nuestra entidad.

em_coronado@yahoo.com