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CIVISMO Y ECONOMÍAS

En una breve nota de seis párrafos quedó flagrantemente exhibida la escasa escolaridad, la incompetencia intelectual y la poca sensibilidad política, por decir lo mínimo, en las declaraciones recientes de quien, por la magia de la irresponsabilidad y el desparpajo “parlamentario” en el congreso sudcaliforniano, encabeza a la mayoría de los diputados del partido hasta ahora en el poder.
Este señor se ha permitido la insolencia de expresar que “la intención de anular el traslado de los poderes a otras localidades [fuera de la capital del estado, se entiende], busca que esta inversión se destine a mejores beneficios de la ciudadanía y deje de ser un mero acto cívico.”
Imperdonable insolencia es insinuar públicamente que los sudcalifornianos constituimos una población de retrasados mentales, tan ignaros y escasos de entendimiento como para pensar -como el diputado pretende que pensemos- que la cancelación de los cambios transitorios de sede de los poderes estatales pudiere significar un ahorro notable en las finanzas públicas, y derivarlo en “mejores beneficios” sociales, que la evocación de hechos notables de nuestra historia.
Tal vez el diputado lo ignore, pero cómputos conservadores calculan en treinta millones de pesos el costo del penúltimo informe del ejecutivo estatal; ese gasto pudo y debió haberse aplicado en “mejores beneficios” sociales.
Atrevimiento inexcusable es decir que esas mismas radicaciones temporales en fechas de ocurrencia anual son “meros” actos cívicos, lo cual significa lo mismo que “simples” actos cívicos o “solamente” actos cívicos, como si las conmemoraciones del calendario fuesen prescindibles, como si no constituyeran componentes de nuestra identidad nacional y regional, de nuestro sentido de pertenencia e ingredientes sustanciales de la dignidad del pasado común.
Partiendo de esa proposición, estaríamos en condiciones de renunciar, por ejemplo, a las celebraciones del bicentenario independentista y los cien años del inicio revolucionario; en fin, de toda reminiscencia histórica. Y de aquí en adelante, sólo cumplir las funciones biológicas de “creced y multiplicaos”, con sus intermedios de comed y... todo lo demás.
Tal sistema de creencias y actitud de este señor que está ahí (y donde es probable que se conserve por lo que resta del sexenio) para elaborar las normas que rigen la convivencia comunitaria -no para negarlas sin basamento válido-, nos coloca en grave riesgo a todos los habitantes de Baja California Sur. En peligro de que, con la misma facilidad e igual ausencia de convicción social y de civismo, trate todos los asuntos que atañen a los procesos legislativos de la entidad.
Quizá muchas de las conductas antisociales que ensombrecen la vida pública nacional, y en particular la de Baja California Sur, tengan relación con actitudes como la de este delegado distrital, quien seguramente no desconoce que el partido al que pertenece, en su declaración de principios, y luego de hacer recuento del bisecular proceso histórico mexicano, afirma que esos “episodios de la vida de nuestro pueblo... integran, asimismo, un horizonte y un marco orientador para encauzar los problemas y los desafíos que en cada etapa a cada generación corresponde enfrentar y resolver.”
Enseguida, el mismo documento sostiene que dicho instituto “finca en esos valores y en esa tradición los principios que le dan vida como organización política y sus compromisos contraídos ante la nación.”
De igual manera se halla en obligación de saber que en el espíritu de las conmemoraciones cívicas se halla el requerimiento de traer a la memoria de la comunidad los principios y valores que la erigieron y consolidaron. Lejos de ser sólo recordaciones o “fiestecitas”, los actos cívicos conllevan el objetivo de afirmar esos elementos axiológicos esenciales y, por tanto, imprescindibles de la colectividad social.
Intuimos que lo llevó a esta frívola determinación la resistencia a enfrentar la evidente inconformidad, la irritación y el rechazo de las poblaciones de esta media península a sus autoridades, percibibles ya en todas partes y a todas horas. A estas alturas se comprende que rehuyan dar la cara a los ciudadanos que tienen tantos cuestionamientos qué hacer a este régimen.
Por el contrario, un gobierno que dice estar “cerca de la gente” debiera multiplicar el traslado de los poderes (de la gente) a más poblaciones del estado, no nada más a la dinámica aunque injustamente abatida Ciudad Constitución el 5 de Febrero, a la esforzada Ciudad Insurgentes el 27 de Septiembre, a la Heroica Mulegé el 2 de Octubre, al Histórico Loreto el 11 de Octubre, y al mágico Todos Santos al día siguiente, sino a otras varias poblaciones que esperan a sus gobernantes para decirles lo que piensan...
Sin duda este señor debe una disculpa a los sudcalifornianos, sobre todo a los de su jurisdicción electoral, y, en el mejor de los casos, una retractación de sus declaraciones e intenciones anticívicas.

em_coronado@yahoo.com