CHATARRA ESCOLAR
Son muchos, demostrados y evidentes los perjuicios que acarrea el consumo consuetudinario de los productos de bajísimo valor nutritivo que se expenden en las tienditas, “cooperativas” o restaurantes de las instituciones de enseñanza, desde la escuela primaria hasta la universidad: frituras y líquidos mal llamados “refrescos” rebosantes de calorías, carbohidratos, sodio, azúcar y grasas saturadas, que en exceso resultan de severo peligro para los organismos de niños, adolescentes y jóvenes.
Desde hace algún tiempo las dependencias sanitarias de nuestro país comenzaron a registrar en los muchachos índices preocupantes de obesidad, hipertensión y diabetes, por citar sólo tres padecimientos notables, debidos a la ingestión de tales mercancías.
La legislatura estatal anterior (2005-2008), y por iniciativa del Dr. Francisco Martínez Mora, presidente de la comisión de Asuntos Educativos y de la Juventud del propio congreso en ese periodo, decretó la disposición que prohibía la entrada, venta y consumo de alimentos chatarra en los planteles de educación básica, al mismo tiempo que estableció la necesaria coordinación en tal sentido entre las secretarías de Educación Pública y de Salud, así como los ayuntamientos, pero al parecer la instrucción parlamentaria tuvo efecto sólo parcial, pues en la mayor parte de los centros educativos se sigue omitiendo su cumplimiento.
Porque la ley ahí está, pero se carece de la reglamentación para que las autoridades sanitarias, educativas y municipales estén en condiciones legales de ejercer acciones precisas en tal sentido.
El doctor Francisco Cardoza Macías, secretario de Salud de BCS, a petición expresa tuvo la gentileza de ponerme en comunicación con la Dra. Araceli García Rivas, subdirectora de Medicina Preventiva de esa dependencia, quien amablemente me proporcionó una vasta información al respecto, que amplía las variables del problema y abre otras muchas líneas de estudio que tienen que ver con orientación alimentaria, protección de riesgos sanitarios, ejercicio físico, participación responsable y decidida de los padres de familia, de los maestros y, obviamente, de los propios estudiantes, etc.
De los datos surge una realidad terrible: Baja California Sur rebasa el índice nacional en sobrepeso y obesidad en todos los grupos de edad, y es la diabetes (en gran medida derivada de estas circunstancias) la primera causa de mortalidad en el estado.
A ello contribuye, por supuesto, el sedentarismo que en parte causa la facilidad que aquí se tiene para que todo el mundo adquiera un automóvil, la exagerada afición por el televisor y la computadora, la falta de patios para que los miembros de la familia se ejerciten en esos hacinamientos llamados casas “de interés social”, la falta de parques (pues los directivos municipales venden las zonas de los fraccionamientos denominadas de “donación”, destinadas por ley al establecimiento de áreas de recreación comunitaria), atención a los que existen y todo lo demás aledaño a la negligencia, el importanadismo y la corrupción.
Pero volvamos a las escuelas y los expendios de alimentos chatarra (“yonk food” en inglés), que técnicamente no reciben esta denominación sino la de “alimentos poco saludables”, porque también es preciso delimitar el contenido nutricional de un producto con su carga de perversidad.
Se comprende que quienes venden las dichosas “botanas” y “refrescos” no tengan conciencia del daño que están causando con estos agresores a la salud que, a precios carísimos por otra parte, ponen en el aparato digestivo de las nuevas generaciones. Es su negocio o empleo y no están obligados por ello a poseer ninguna especialidad en nutrición, aunque sí a la capacitación aunque sea mínima.
Por su lado, las grandes empresas que elaboran estas cosas presionan para que las dejen llevarlas a sus preciosos consumidores cautivos dentro del perímetro escolar. Son industrias generadoras de empleos, sin duda, desde la fábrica hasta la tiendita, pero a qué precio...
Y la publicidad en los medios se encarga de convencer a todo el mundo de las supuestas virtudes de sus aguas envasadas y artificios comestibles que los alumnos terminan comiendo y bebiendo de forma compulsiva, tanto que aun fuera del centro de estudio continúan adquiriéndolos en la tienda del barrio, repleta de esas mercaderías.
Algunas mamás de chicos de primaria dan a éstos una “lonchera” preparada con fruta fresca, algún emparedado y un jugo natural para que los tomen en el receso. Otras más se aproximan al cerco escolar y dan a sus hijos alimentos frescos elaborados en casa.
Lamentablemente, la mayoría de los padres se limitan a proporcionarles dinero para que adquieran los productos que ofrecen en el expendio interior los comerciantes, los cuales conceden a la escuela comisiones y materiales en especie; en algunos casos, los directores obtienen ahí el refrigerio gratuito, a cambio de permitir el deterioro de la salud de los pequeños.
Habría que recomendar, entonces, llevar a efecto un proceso reeducativo en varios frentes, que quien corresponda prohíba rotundamente o al menos limite la oferta de tales perniciosos alimentos, y que, en cambio sea autorizada la de aquellos que, a precios razonables, ayuden en verdad al desarrollo de los niños, adolescentes y jóvenes sudcalifornianos.
O sea que no se trata de lesionar las ganancias de los vendedores sino de que modifiquen algunos modelos del negocio en bien de todos.
Correo e.: em_coronado@yahoo.com
Nota: Para más información relativa se sugiere visitar los siguientes sitios:
http://www.elpoderdelconsumidor.org/meten-en-cintura-a-cadenas-de-comida-r-pida-en-gb.html
http://www.elpoderdelconsumidor.org/la-sep-recula-ante-la-comida-chatarra.html
http://www.elpoderdelconsumidor.org/videos--nutrici-n-y-salud.html
http://www.elpoderdelconsumidor.org/escuelas-p-blicas-f-bricas-de-gorditos.html
http://quadratin.com.mx/www1/noticia.php?id=60880
http://www.youtube.com/watch?v=FNpXSwF2GJI
La legislatura estatal anterior (2005-2008), y por iniciativa del Dr. Francisco Martínez Mora, presidente de la comisión de Asuntos Educativos y de la Juventud del propio congreso en ese periodo, decretó la disposición que prohibía la entrada, venta y consumo de alimentos chatarra en los planteles de educación básica, al mismo tiempo que estableció la necesaria coordinación en tal sentido entre las secretarías de Educación Pública y de Salud, así como los ayuntamientos, pero al parecer la instrucción parlamentaria tuvo efecto sólo parcial, pues en la mayor parte de los centros educativos se sigue omitiendo su cumplimiento.
Porque la ley ahí está, pero se carece de la reglamentación para que las autoridades sanitarias, educativas y municipales estén en condiciones legales de ejercer acciones precisas en tal sentido.
El doctor Francisco Cardoza Macías, secretario de Salud de BCS, a petición expresa tuvo la gentileza de ponerme en comunicación con la Dra. Araceli García Rivas, subdirectora de Medicina Preventiva de esa dependencia, quien amablemente me proporcionó una vasta información al respecto, que amplía las variables del problema y abre otras muchas líneas de estudio que tienen que ver con orientación alimentaria, protección de riesgos sanitarios, ejercicio físico, participación responsable y decidida de los padres de familia, de los maestros y, obviamente, de los propios estudiantes, etc.
De los datos surge una realidad terrible: Baja California Sur rebasa el índice nacional en sobrepeso y obesidad en todos los grupos de edad, y es la diabetes (en gran medida derivada de estas circunstancias) la primera causa de mortalidad en el estado.
A ello contribuye, por supuesto, el sedentarismo que en parte causa la facilidad que aquí se tiene para que todo el mundo adquiera un automóvil, la exagerada afición por el televisor y la computadora, la falta de patios para que los miembros de la familia se ejerciten en esos hacinamientos llamados casas “de interés social”, la falta de parques (pues los directivos municipales venden las zonas de los fraccionamientos denominadas de “donación”, destinadas por ley al establecimiento de áreas de recreación comunitaria), atención a los que existen y todo lo demás aledaño a la negligencia, el importanadismo y la corrupción.
Pero volvamos a las escuelas y los expendios de alimentos chatarra (“yonk food” en inglés), que técnicamente no reciben esta denominación sino la de “alimentos poco saludables”, porque también es preciso delimitar el contenido nutricional de un producto con su carga de perversidad.
Se comprende que quienes venden las dichosas “botanas” y “refrescos” no tengan conciencia del daño que están causando con estos agresores a la salud que, a precios carísimos por otra parte, ponen en el aparato digestivo de las nuevas generaciones. Es su negocio o empleo y no están obligados por ello a poseer ninguna especialidad en nutrición, aunque sí a la capacitación aunque sea mínima.
Por su lado, las grandes empresas que elaboran estas cosas presionan para que las dejen llevarlas a sus preciosos consumidores cautivos dentro del perímetro escolar. Son industrias generadoras de empleos, sin duda, desde la fábrica hasta la tiendita, pero a qué precio...
Y la publicidad en los medios se encarga de convencer a todo el mundo de las supuestas virtudes de sus aguas envasadas y artificios comestibles que los alumnos terminan comiendo y bebiendo de forma compulsiva, tanto que aun fuera del centro de estudio continúan adquiriéndolos en la tienda del barrio, repleta de esas mercaderías.
Algunas mamás de chicos de primaria dan a éstos una “lonchera” preparada con fruta fresca, algún emparedado y un jugo natural para que los tomen en el receso. Otras más se aproximan al cerco escolar y dan a sus hijos alimentos frescos elaborados en casa.
Lamentablemente, la mayoría de los padres se limitan a proporcionarles dinero para que adquieran los productos que ofrecen en el expendio interior los comerciantes, los cuales conceden a la escuela comisiones y materiales en especie; en algunos casos, los directores obtienen ahí el refrigerio gratuito, a cambio de permitir el deterioro de la salud de los pequeños.
Habría que recomendar, entonces, llevar a efecto un proceso reeducativo en varios frentes, que quien corresponda prohíba rotundamente o al menos limite la oferta de tales perniciosos alimentos, y que, en cambio sea autorizada la de aquellos que, a precios razonables, ayuden en verdad al desarrollo de los niños, adolescentes y jóvenes sudcalifornianos.
O sea que no se trata de lesionar las ganancias de los vendedores sino de que modifiquen algunos modelos del negocio en bien de todos.
Correo e.: em_coronado@yahoo.com
Nota: Para más información relativa se sugiere visitar los siguientes sitios:
http://www.elpoderdelconsumidor.org/meten-en-cintura-a-cadenas-de-comida-r-pida-en-gb.html
http://www.elpoderdelconsumidor.org/la-sep-recula-ante-la-comida-chatarra.html
http://www.elpoderdelconsumidor.org/videos--nutrici-n-y-salud.html
http://www.elpoderdelconsumidor.org/escuelas-p-blicas-f-bricas-de-gorditos.html
http://quadratin.com.mx/www1/noticia.php?id=60880
http://www.youtube.com/watch?v=FNpXSwF2GJI