LA CARRETERA FEDERAL
1 DE MÉXICO
El 1 de diciembre de 1973 fue inaugurada la carretera
transpeninsular bajacaliforniana “Benito Juárez”, a la que fue asignado el
número 1 del país, de la cual 998 kilómetros corresponden a la Antigua
California, y 713 a la entidad norteña.
Gente de
ambas entidades, el territorio y el estado de Baja California, confluyeron
aquel día alrededor del monumento a esa vía, que es un águila estilizada cuyas
alas simbolizan a las dos Californias mexicanas.
En respuesta
a la convocatoria lanzada por la secretaría de Obras Públicas del gobierno
federal, se recibieron 56 proyectos que aspiraban a obtener el primer lugar y el
derecho de construcción de la primera etapa del monumento, una plaza ceremonial
y un albergue-parador.
El premio
principal de cien mil pesos y el contrato para la realización de los trabajos
fueron asignados a los arquitectos Edmundo Rodríguez Saldívar y Ángel Negrete
González, a la cabeza de otros varios profesionales quienes participaron en el
certamen con el seudónimo de “Atalaya”.
Auténtica
atalaya de 36 metros de altura que puede ser vista desde cinco kilómetros a la
redonda, la enorme ave de acero y concreto y los edificios anexos tuvieron un
costo global de casi 31 millones y medio de pesos.
Días antes
había sido acondicionado ahí, a toda prisa, un museo al que fueron llevados
diversos bienes del patrimonio arqueológico, histórico y paleontológico
sudcaliforniano, que al poco tiempo desaparecieron; del Archivo Histórico impedimos
que extrajeran cosa alguna, pese a las amenazas.
Luego fue
establecida en esas instalaciones la escuela Normal del Desierto, que por
varias razones derivadas de la falta de planeación con que fue creada, hubo de reubicarse
poco después en Loreto con carácter de Centro Regional de Educación Normal
(CREN) que aún conserva.
Como de dicho
conjunto sólo funcionó el albergue-parador, que se concesionó primero a
Nacional Hotelera (como hotel Presidente) y en los últimos años a la cadena de
hoteles La Pinta, de los dos lados fueron hechas propuestas de utilización del
resto del área, sin logro tangible.
Como ninguno
de los proyectos tuvo claridad de objetivos, sustento técnico y voluntad
política suficientes para ser factible y rentable, la secretaría de la Defensa
Nacional terminó por ocuparla.