OPOSICIÓN DESAMPARADA
En
este mismo mes de marzo, el grupo Reflexión tuvo oportunidad de escuchar a la
regidora Rosalva Tamayo Aguilar, desolada representante del Partido
Revolucionario Institucional (PRI) en el ayuntamiento actual de la capital
sudcaliforniana.
Por su voz pudimos enterarnos de la
actividad que ha podido realizar en el cabildo paceño con carácter de
persistente oposición en el absoluto desamparo a que la han constreñido la
organización política que la tiene ahí, sus dirigentes y compañeros partidarios.
Mas es fácilmente advertible que ha estado
cumpliendo sus tareas a pesar de las acometidas del grupo mayoritario y de la
infrecuente solidaridad de los otros cuatro solitarios integrantes del cabildo.
Obviamente, los directivos de ese cabildo
creen erróneamente que los regidores son sus empleados y se incomodan cuando la
priista cuestiona, debate, critica… y se opone, porque oponerse es función
intrínseca de la oposición; eso a nadie debe extrañarle.
Pero siempre hay quien le recuerda –con alevosa
inquina-- que está desguarnecida, sola, irremediablemente sola, y que su voto
para nada cuenta a la hora del avasallamiento mayoritario secundado por la
resignación de sus otros pares aparentemente inermes en su minoridad, quienes
olvidan o ignoran que un naipe con otros cuatro puede formar un juego ganador.
Porque pueden cinco votos, más cinco voces
con argumentos firmemente sustentados, ser irrecusables, determinantes y
capaces de cambiar el sentido de las decisiones de una mayoría desinformada, dócil,
inercial y, por tanto, inconsistente.
Y porque con tal certeza provoca suspicacias
el voto de la oposición que, mediante el falso argumento de su previa invalidez,
con pusilánime domesticidad se adhiere a las directrices del poder, y lo menos
que se puede pensar es que hay tras ello alguna prebenda (“paga concedida por
el Estado a particulares”) vergonzosa.
Se dan casos...