EN LAS CALIFORNIAS, LA CULTURA VA DE SUR A NORTE

Fue entonces que, con carácter de director
del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, interrogó sobre la
ubicación del archivo de la entidad. Pasado el momento de confusión en que
todos se hicieron la misma pregunta, “alguien dijo que en la azotea de la
cárcel había un cuarto lleno de papeles viejos. Nos trasladamos allí
acompañados por quien era director de Acción Social, el profesor Armando
Trasviña Taylor y su colaborador Moisés Coronado […] Al llegar a la cárcel [en
el edificio Sobarzo] se nos asignó un preso ‘de confianza’ que nos condujo a
dicho cuarto. Entramos con él y vimos amontonadas decenas de legajos.”
El académico, su esposa y el funcionario del
gobierno territorial viajaron esa misma vez al sur y al norte de La Paz, hasta
cabo San Lucas, San Francisco Javier y Loreto. Gratamente impresionado por
hallarse frente a escenarios que hasta entonces sólo conocía mediante lecturas,
y de regreso a la capital sudcaliforniana, pudo platicar con Hugo Cervantes del
Río, gobernante culto -que BCS los tuvo algunas veces- que escuchó y aceptó
gustosamente la propuesta de que el instituto universitario a cargo del doctor enviara
a dos personas para el rescate, ubicación y organización del archivo recién
descubierto.

Desde entonces los viajes (“entradas” les
llama él) de don Miguel a la antigua California se hicieron continuos, así como
su producción biblio-hemerográfica sobre ésta. En uno de ellos tuve oportunidad
de acompañarlo a conocer detenidamente cada una de las poblaciones misionales.
De ello explica que “ante rancheros, pescadores, maestros y gente en general del
pueblo di una charla sobre la historia de ese lugar y su significado para la de
Baja California y México.”
Cuenta también la anécdota de haber
preguntado al subdelegado de San Ignacio si en ese lugar se habían ofrecido
conferencias anteriormente, y su respuesta fue “Mire usted, yo ni sabía lo que
es una conferencia.”


El interés del ilustre erudito por esta
provincia le permitió luego establecer contactos con personas de los estados de
Alta y Baja California, a partir de los cuales comenzó a generarse un
importante movimiento que permitió, entre otros varios logros, la creación del
Centro de Investigaciones Históricas de la UABC, ahora instituto, y el inicio
de una labor editorial que prosigue hasta nuestros días.


*
Miguel León-Portilla, La California
mexicana. Ensayos acerca de su historia, UNAM-UABC, México, 308 págs.,
1995.