CULTURA Y ECONOMÍA
Carece
de sustento la tesis que sostiene el antagonismo y divorcio de la cultura con
la economía, la política, la ciencia, la técnica y demás parcelas de la
actividad humana, pues además de que éstas son expresiones culturales, al mismo
tiempo el quehacer cultural se nutre de ellas y las fortalece.
Por ello resulta coherente y viable que los
resultados de la creatividad cultural estén vinculados estrecha y
complementariamente a todo proyecto de desarrollo general de la sociedad. Desde
esta perspectiva, las acciones de toda política cultural han de ampliarse
considerablemente.
Jack Lang, quien fue ministro de Cultura de
Francia, dijo en una ocasión que “La inversión intelectual es la primera
inversión económica en un país… El dinero que se ha destinado a la cultura le
ha producido a la nación beneficios de ciento por ciento… Más que nunca,
economía y cultura, una misma lucha.”
En cuanto a cultura y turismo, podemos
empezar coincidiendo en que la identidad cultural es la suma de los rasgos que
constituyen la fisonomía de una comunidad, los valores que ésta reconoce como
propios y comunes, el espejo en que se mira cotidianamente, el espíritu y
rostro de sus antiguos y modernos componentes.
Es coincidencia dentro de la diversidad,
encuentro de lo disperso y sustento básico de la unidad y el sentido de
pertenencia, condición irrenunciable de todo proyecto de desarrollo general
permanente.
La identidad cultural de una colectividad
tiene atractivo primordial para quien la visita, y se expresa en costumbres,
lenguaje, formas de producción, comida, vestido, danzas, historia, arquitectura
y todo lo demás producto del quehacer humano de todos los días.
Por eso es absurdo suponer que alguien a
quien le interesa promover el turismo, pueda ver con simpatía la pérdida de las
peculiaridades de esa colectividad, para sustituirlas por otras que le son
ajenas.
La aculturación es pérdida de identidad y
adopción de otra distinta; finalmente, entonces, la aculturación es un mal
negocio.
En Baja California Sur, el ámbito cultural
cuenta con un importante patrimonio, una infraestructura básica, recursos
humanos y proyectos de trabajo que el sector turístico puede y debe aprovechar
y respaldar al mismo tiempo.
Hace algunos años, Fonatur erogó en Loreto
los gastos preliminares de remodelación del museo de las Misiones. En La Paz,
el Teatro de la Ciudad de La Paz y el ayuntamiento ofrecieron al turismo
espectáculos con el ballet folclórico del Instituto Tecnológico, una vez a la
semana. También en la capital del Estado, algunos hoteles estuvieron utilizando
con buen resultado los repertorios de los grupos de danza regional mexicana.
Son éstos algunos pocos ejemplos de lo mucho
que es factible de darse en beneficio mutuo del desarrollo turístico y
cultural, simultáneamente.
De manera que puede concluirse, en concreto,
que es fundamental la vinculación de las tareas de fomento turístico con las de
promoción a la cultura.
Que en proyectos específicos de fomento
turístico y de promoción a la cultura debe establecerse la conveniente
coordinación intersectorial.
Que es significante la participación de los
servicios culturales en trabajos de desarrollo turístico.
Que es de primera importancia el concurso
del sector turístico en los empeños de proteger el patrimonio, preservar la
identidad y estimular los avances culturales.
Y que es necesaria la aplicación de recursos
para la promoción, la publicidad y el fomento del turismo, en sus nexos con los
servicios de apoyo a la cultura.