DÍA DEL PEATÓN
Este
lunes 17 de agosto fue celebrado el día del Peatón. En el ámbito universal se hace
desde 1897, para conmemorar la fecha en que en el mundo fue atropellada la
primera persona; ello ocurrió en Inglaterra.
Buena oportunidad para recordar que la
especie del peatón vive en este planeta hace ya varios cientos de miles de
años, y la del automóvil llegó a nuestro mundo hace apenas unos cuantos. Es
más: tenemos fundadas esperanzas de que la especie humana permanecerá después
de que la del carro se haya extinguido. Tenemos, pues, derechos de antigüedad y
de probable sobrevivencia, a pesar de todo.
Añádense a esto los hechos irrebatibles de
que el peatón no contamina y de que cada caminante favorece la fluidez del tránsito
vehicular. Y encima de eso todavía le son intervenidas las estrechas áreas por
donde camina, como si no fueran suficientes los puestos ambulantes, zaguanes y
puertas abiertas de par en par y los montones de arena y grava que cierran el
paso por toda la ciudad, como si la acera fuese tierra de nadie que cualquier
chofer, cocinero ambulante o transporte “materialista” pudieran ocupar.
Fecha propicia para reiterar que el peatón
no es un ser inferior o inútil al cual se puede invadir impunemente los
espacios.
La acera no es para colocar la máquina de
cada quien, por potente que sea o bonita que parezca. El coche es un artefacto
útil pero también un cuerpo extraño en la naturaleza; sus bondades innegables
se reducen cuando se le convierte en un estorbo. El lugar de la unidad
automotriz está en la cochera, sobre el arroyo de la calle o en otros sitios
legalmente autorizados para ello, excepto en las aceras.
Resulta fuera de toda razón que se viole de
modo tan abusivo la prerrogativa del transeúnte de caminar con absoluta
libertad, sin la molestia de tener que rodear los aparatos y objetos plantados
indebidamente sobre la acera.
Es hora ya, entonces, de que se restituya al
peatón la facultad de caminar por las aceras, carente del fastidio de topar en
su camino con automóviles y demás impedimentos montados aparatosamente en ellas.