CRÓNICA

XXXIX ANIVERSARIO

El 15 de marzo de 1976 dio principio a sus actividades académicas la Universidad Autónoma de Baja California Sur, en culminación de un proceso iniciado el 27 de diciembre de 1975 en que fue suscrita por la directiva del Congreso local la ley orgánica universitaria, expedida el 29 siguiente por el gobernador Ángel César Mendoza Arámburo y publicada el 31 de ese mismo diciembre en el Boletín Oficial del gobierno del estado.
         Así, en aquel decreto número 35 quedaron definidos como objetivos esenciales de la UABCS, entre otros, “que todo ser humano, preferentemente sudcaliforniano, con capacidad intelectual y física, sin distinción…, reciba los beneficios de la educación superior.”
         Asimismo “organizar y realizar trabajos de investigación científica sobre las condiciones y el desenvolvimiento integral y racional de los problemas y recursos humanos y socioeconómicos del estado y de la nación…”
         También “desarrollar en el individuo cualidades físicas, intelectuales, éticas, estéticas, sociales y de solidaridad para que tomen parte activa y consciente de las corrientes del pensamiento y de la problemática actual del estado, la nación y el ámbito internacional.”
         Y “contribuir a mejorar el nivel físico, moral y cultural, humanístico, científico y técnico de la población del estado y de la nación…”
         En su artículo 49, al referirse a los derechos y obligaciones de los estudiantes que en ella se forman, estableció los principios de procurar su desarrollo armónico, mantener en su beneficio un alto nivel académico y proyectar sus actividades en el medio social.
         El artículo 52 determinó que, en igualdad de circunstancias, los graduados en la UABCS tendrían preferencia en la designación de todo el personal universitario.
         Es decir que en las partes sustanciales del documento quedó subrayado el sentido de Sudcalifornidad (fortalecida por la búsqueda de la eminencia en la investigación, la docencia y el extensionismo cultural) de la institución universitaria  --como resulta congruente--, sin que ello deba significar desatención a sus compromisos implícitos, como son los de todos los centros de enseñanza superior, con el país a que pertenece y con el resto del mundo.
         Ésa fue la naturaleza primigenia de nuestra universidad.

         39 años después, convendría reflexionar cuánto de la carne y el espíritu sudcalifornianos prevalecen aún en la universidad de los sudcalifornianos.