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PRESENTACIÓN DE
EFEMÉRIDES SUDCALIFORNIANAS

Empecemos por las etimologías: efeméride alude a un acontecimiento importante que se recuerda en cualquier aniversario de él, y pertenece a la misma familia de efímero, que tiene la duración de un solo día. Así, efeméride se refiere al suceso notable de una fecha determinada.

   Este libro se origina en una materia prima: las Efemérides californianas de don Pablo L. Martínez, publicadas en 1950, en las cuales el benemérito historiador –como lo denominó Miguel León-Portilla— elaboró una secuencia cronológica de los aconteceres y fechas que halló en el arduo proceso de sus pesquisas sobre el pasado de la enorme unidad geográfica que comprende a las dos Californias mexicanas y a la California estadounidense, esta última arrebatada a México como consecuencia fatal de la injusta guerra de los Estados Unidos contra lo que era, a la mitad del siglo XIX, nuestra joven república.
 
   El interés historiográfico del señor Martínez Márquez, pues, se dedicó en general a las Californias, aunque su mayor contribución es la Historia de Baja California, propiamente de la península.

   El afán de compendiar las efemérides de Baja California Sur es en mí una antigua ocupación; al frente de la dirección de Acción Social, Cívica y Cultural del gobierno del territorio, al principio de los años setentas, sentí la necesidad de contar, además de las fechas del calendario nacional, con un prontuario de las más significativas en el acontecer histórico de esta tierra, incluyendo las relativas a sus festividades tradicionales. Lo preparé y publiqué, y más tarde lo reeditó, ampliado, mi relevo en la dependencia el profesor Jesús Murillo Aguilar.

   Cuando Esthela Ponce Beltrán asumió la presidencia estatal de su organización política, y fui integrado a su grupo de colaboradores, me pidió elaborar una guía de conmemoraciones para renovar el espíritu sudcaliforniano en favor de sus valores y riqueza histórica. Lo hice con el mayor gusto y de ahí salió la primera versión de Efemérides sudcalifornianas, que se difundió en todo el estado y parte del resto del país, y permitió efectuar recordaciones periódicas sobre las cosas que atañen a nuestra cultura, orgullo y reconocimiento a todo lo que nos identifica, es decir a nuestra identidad.

   Esos mismos datos, en crecimiento constante –porque todos los días hay nuevos sucesos y nuevos hallazgos--, han sido componente básico de mi blog Crónicas sudcalifornianas, de “La Página del cronista de La Paz” en el periódico El Sudcaliforniano, y recientemente en un cintillo cotidiano en la tercera página de este mismo órgano. Los dos últimos partieron del interés y diseño de Gerardo Ceja García y la autorización del director del diario, José Escobar García.

   Poco tiempo después, el doctor Gilberto Piñeda Bañuelos, acendradamente paceño y sudcaliforniano por todos lados: nieto del excelente poeta Filemón C. Piñeda y del combativo periodista Ignacio Bañuelos Cabezud, me pidió autorización para hacer una edición digital en formato Pdf de tales contenidos para su utilización en el ámbito universitario, a lo cual accedí, desde luego. Por su identificación con este proyecto es que me permití invitarlo a estar en el presente círculo, y aprecio que haya aceptado.

   A muchos nos consta que Elizabeth Acosta Mendía ha hecho un trabajo altamente productivo en el Archivo Histórico del Estado: además de las tareas organizativas urgentes e imprescindibles, es causa eficiente de que pronto tengamos un nuevo edificio para nuestro tesoro documental; eso y su compromiso con la riqueza del repositorio básico del pueblo del estado son razones para que le hayamos pedido que estuviera esta noche con nosotros.

   Hay muchas voluntades a las cuales reconocer también que podamos asistir al alumbramiento bibliográfico que hoy nos reúne: La presidenta Esthela Ponce Beltrán que concedió su aquiescencia al proyecto, Araceli Domínguez Ramírez, Matilde Cervantes Navarrete, el editor Juan Cuauhtémoc Murillo Hernández, Conaculta a través del Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Raúl Juan Mendoza Unzón, Simón Mendoza Salgado, la UABCS y, desde luego, Leslie Green, que nos brindó hospedaje en este edificio centenario de los paceños. A los mencionados y a quienes involuntariamente omití en la lista estimamos grandemente su generosa aportación.

   Casi todas las Efemérides sudcalifornianas que ustedes se llevarán en un solo volumen esta vez, constituyen la propuesta de lo que, entre todos, decidiremos cuánto es o no importante en el inacabable acontecer de la historia de esta tierra nuestra, costa azul y puerto de ilusión, cuna y sueño, diferencia y semejanza.

Además, este empeño está avalado por la frase de don Miguel de Unamuno: “Hemos de hallar lo universal en las entrañas de lo local; y, en lo limitado y circunscrito, lo eterno.”

   En contraste con la obra literaria, que termina con la palabra “fin”, una recopilación de hechos históricos como ésta es infinita, inacabada siempre, perfectible constantemente, indeteniblemente creciente, así que esta noche hemos venido a celebrar un capítulo editorial, sólo un capítulo; luego volveremos a nuevas celebraciones.