UNA VISITA HISTÓRICA
Fue el miércoles 9 de septiembre de 1981: invitado por la
universidad sudcaliforniana, Rufino inauguró en el Museo de Antropología e
Historia de La Paz la exposición que en su homenaje patrocinaron la Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM), el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el
Fondo para Actividades Sociales (FONAPAS), este último presidido por la señora
María Teresa Soto de Alvarado, y al cual tuve la grata oportunidad de dirigir.
Luego de salvar
algunos escollos como la negativa de la entonces directora del Centro Regional
del Instituto Nacional de Antropología e Historia(INAH), con residencia en
Hermosillo, a permitir el empleo del entrepiso del museo para la muestra
(negativa que, por supuesto, nos tuvo sin el menor cuidado) y la disposición
adecuada del espacio para montar los veinte ejemplares de la gráfica reciente
del artista, cuya técnica él mismo denominó Mixografía,
estaban aquí el extraordinario oaxaqueño, su esposa Olga y don Antonio
Rodríguez, crítico de arte y amigo de los Tamayo.
Previamente al
acto inaugural de la exposición, el plástico mexicano recibió el reconocimiento
de las instituciones organizadoras en el teatro al aire libre del Ágora de La
Paz. Se cumplían así varios afanes, principalmente los de Roberto Velázquez (UAM),
Víctor Sandoval (INBA), Carlos Payén (UABCS) y Fanny Campillo, directora del
museo, todos ellos de la infantería de este operativo cultural.
Al día
siguiente, con sus 81 años de edad, don Rufino, acompañado de Rodríguez, el
pintor José Zúñiga y este cronista, con la guía de Aníbal Angulo y Payén, voló
en un helicóptero de la IV Zona Naval a la región de pinturas rupestres de San
Borjitas.
Desde la cañada
de aterrizaje “a las cuevas hay una hora de camino entre púas de chollas y
garambullos, cardones y biznagas, que Tamayo recorrió con singular
resistencia”, diría más tarde don Antonio.
“Estos pintores
se me adelantaron”, le escuchamos exclamar, lo cual constituyó todo un
discurso, si se considera la habitual brevedad de sus expresiones.
Resultado de dicha
visita a los murales prehistóricos sudcalifornianos fue una serie de cuatro
artículos preparados por Rodríguez que publicó Excélsior en su sección cultural pocos días después, y que luego
con autorización del autor editó FONAPAS en un folleto.
De ese
acontecimiento hace ya 31 años, y es dable recordarlo ahora para subrayar el
interés que localmente había entonces por estas cosas.
(Ilustración:
eluniversal.com.mx/)