Miguel de la Madrid Hurtado asumió
el cargo de presidente de México el 1 de diciembre de 1982, en una etapa
difícil de la nación, tras dos sexenios de gastos excesivos.
Desde el 5 de abril de 1981 era gobernador
de Baja California Alberto Alvarado Arámburo, quien en tales condiciones debió
y pudo sortear las difíciles circunstancias financieras mediante su experiencia
político-administrativa y las múltiples relaciones que había cultivado en la
capital de la República. Una medida para bajar el gasto gubernamental fue abrir
el programa de retiro voluntario que logró reducir considerablemente el
presupuesto estatal en la partida de gastos personales; los derivados positivos
de esa medida hicieron que la continuara Víctor Manuel Liceaga en el periodo
siguiente.
Para enfrentar la situación, De la Madrid
reorganizó el Plan Global de Desarrollo, estableció un sistema de planeación
democrática y, más importante aún, inició con la apertura económica la
desregulación y descentralización así como la privatización de empresas
estatales, política que seguiría quien lo sucedió, Carlos Salinas de Gortari.
Ante la severa crisis económica se
establecieron los pactos de Crecimiento Económico con los diversos sectores
sociales, mediante los cuales el gobierno subsidiaba parte de los precios de
los productos básicos y los productores e intermediarios se comprometían a
mantenerlos sin aumento.
A principios de 1986 México logró ser
admitido en el General
Agreement on Tariffs and Trade (Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio, GATT), lo que vino a ser el punto más fuerte de esta
administración, pero que para los sudcalifornianos tuvo un efecto negativo, ya
que la puesta en operación de dicho convenio casi canceló las ventajas de la
zona libre en cuanto a importación de mercancías libre de aranceles que era por
entonces un incentivo primordial de flujo turístico nacional a nuestra entidad.
Por ello muchos comercios quebraron o debieron clausurar y llevar sus capitales
fuera del estado.
De la Madrid renegoció la deuda externa y
aplicó un plan de austeridad en el gasto, emprendió la renovación moral de la
sociedad y realizó la campaña anticorrupción en los cargos públicos, mediante la
cual fueron aprehendidos Arturo (a) El Negro Durazo Moreno (anterior jefe de
Policía y Tránsito del Distrito Federal) y Jorge Díaz Serrano, el antiguo
director de PEMEX quien fue desaforado como senador y terminó también en
prisión por las ilegalidades cometidas en su gestión al frente de esa empresa
estatal.
En el ámbito internacional, el presidente se
convirtió en actor clave del Grupo de Contadora, foro informal de concertación
política creado al inicio de 1983 en esa
isla panameña a fin de promover una salida pacífica y negociaciones
multilaterales para conflictos de países centroamericanos.
También a principios de 1983 liquidó las
operaciones del Fondo Nacional para Actividades Sociales y Culturales
(FONAPAS), lo que condujo a la cancelación de su filial en Baja California Sur.
Para cubrir el trabajo de promoción y servicios a la cultura de esa
institución, Alvarado Arámburo creó la dirección estatal de Cultura, que fue
confiada a este cronista. De inmediato se hicieron los arreglos para que
nuestra mitad peninsular fuese inscrita en el Programa Cultural de las
Fronteras y el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas, del que se obtuvieron
resultados que perduran hasta la actualidad.
En 1983-1984 se puso en ejecución el
programa nacional de descentralización de la educación básica y normal, por el
cual la administración de éstas pasó a depender orgánica y económicamente de
cada uno de los estados del país. Tal proceso abrió múltiples oportunidades de
estudiar y difundir los valores regionales, que en el ámbito sudcaliforniano se
perdieron por negligencia e incompetencia durante los dos sexenios recientes.
A mitad de su gestión, un terremoto sacudió
a la ciudad de México en el que probablemente murieron más de 20,000 personas y
miles quedaron damnificados. Tanto la negativa del presidente de recibir ayuda
extranjera para enfrentar la tragedia, como su decisión de no permitir que las
fuerzas armadas colaboraran con la población en las labores de rescate, le
valieron severas críticas. Esta tragedia además cargó a las limitadas cuentas
públicas los costos de la reconstrucción del Distrito Federal.
A lo largo de 1987 se dio una recuperación
de las exportaciones no petroleras merced al valor competitivo del peso y la
firma de importantes acuerdos crediticios con la banca internacional;
paralelamente las reservas de divisas se elevaron hasta el valor histórico de
15,000 millones de dólares.
Varios acontecimientos desembocaron, a
finales de ese mismo año, en la suscripción de un Pacto de Solidaridad
Económica (PSE) con los actores sociales para asumir las medidas de
contingencia antiinflacionaria y repartir cargas de responsabilidad.
En medio de las premuras económicas, el
gobierno de Alvarado Arámburo llevó a cabo, entre otras varias, dos obras especialmente
significativas para el desarrollo sudcaliforniano, en buena parte con recursos
locales: la Unidad Cultural Jesús Castro Agúndez, que inauguró el propio De la
Madrid, y el Plan Hidráulico Estatal, cuyos beneficios persisten y se
acrecientan en el transcurso del tiempo.