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ÉRASE UNA VEZ UN ANTIINMIGRANTE PAÍS DE INMIGRANTES

El Thanksgiving day (día de “Acción de Gracias”) en los Estados Unidos, evoca la recolección de la cosecha que levantaron los primeros pobladores ingleses en Plymouth, del hoy estado de Massachussets. Los pilgrims o peregrinos ingleses que huían de la persecución religiosa en su país, llegaron al norte de América en diciembre de 1620, cuando debieron enfrentar un invierno del que sobrevivió la mitad de ellos. Pero fue la ayuda de los aborígenes que les permitió permanecer ahí, recuperarse y prosperar mediante la caza, la pesca y la agricultura.

(Y enseguida despojar a sus amables anfitriones y finalmente acabar con ellos o confinarlos en las llamadas reservaciones.)

Por eso, a finales de noviembre de 1623, el gobernador de la colonia exhortó a sus pobladores a reunirse en la casa comunal para expresar gratitud a su dios. El pavo salvaje se convirtió, desde entonces, en símbolo de ese acontecimiento.

De ahí deriva la tradición que paulatinamente se extendió a todos partes de la Unión Norteamericana, y que constituye probablemente la fiesta mayor del pueblo anglosajón. Es la fecha de la reunión en el hogar, de la cena abundante, del regocijo familiar.

Todo lo cual evidencia que el gran festejo de los norteamericanos es testimonio anualmente redivivo de un fenómeno que los ha caracterizado: el de la inmigración. Así, los primeros peregrinos fueron inmigrantes porque la tierra que poblaron aún no era suya. El día de Dar Gracias es, en suma, la conmemoración del reconocimiento a la divinidad por los dones otorgados a los primeros inmigrantes e indocumentados del norte continental.

Entonces resulta inexplicable el generalizado sentimiento antiinmigrante de los estadounidenses, quizá debido a que su idiosincrasia les permite, contradictoriamente, celebrar el pasado pero ignorarlo.
Tanto como está fuera de toda comprensión que su máximo héroe de ficción sea Superman, un inmigrante de otro planeta que también les llegó sin papeles, con sólo una carta de presentación de su señor padre.
Tan absurdo como que Swazeneger, el ex gobernador de [Alta] California, indocumentado inmigrante de Austria, se erija en adalid del racismo que se opone recalcitrantemente a la llegada de gente de otros lugares, principalmente de América Latina, que nutre con su mano de obra, vejada y barata, la prosperidad de los Estados Unidos. Se asegura que por cada dólar que recibe, el inmigrante latino aporta cinco a la economía de ese país.

Si carecemos de reparo en imitar celebraciones extrañas como el Halloween, estaría bien que por acá festejásemos el día de Acción de Gracias norteamericano (que en 2011 será este jueves 24) con el nombre de “día internacional del Inmigrante”, ¿no?
(Imagen:bobalexrasman.onsugar.com)